Los detalles del fichaje de Isco

Desde pequeño destacó por su forma de controlar el balón. Extraña. Lo paraba con una facilidad pasmosa, como si no se moviera, como si la pelota tuviera que ir a su borceguí y se pegara como un imán. Da pases mirando al frente. Sabe que el esférico está ahí debajo, no tiene que vigilarlo. Eso solo lo hacen los malabaristas.

El Valencia le cazó a los 14 años. Los espías del club blanquinegro observaron esa clase innata cuando Isco vestía la camiseta de la selección andaluza. Tenía catorce años. Era jugador del Atlético Benamiel, un club que tenía asumido con resignación que la perla duraría poco en su modesto estuario.

Fichado por el Valencia, en 2009 militaba en el filial. Hizo una buena temporada y en 2010 compartió el primero y el segundo equipo. Le sucedió lo que ahora temía que le ocurriera en el Madrid. Unai Emery no confió en él. Solo disfrutó de ocho partidos con el Valencia. Y Francisco aceptó en 2011 la propuesta del Málaga de fichar por el conjunto de su tierra, que abonó los seis millones de su cláusula. Fue un acierto de ambas partes. El centrocampista tuvo continuidad en el once blanquiazul. Demostró su regate y su chispa genial para dar centros que eran medio gol. Y en la siguiente campaña, la que acabamos de finalizar, se ha consagrado. Pellegrini, enamorado del buen fútbol, le convirtió en su bandera. En Mestalla no han dejado de tirarse de los pelos. Dejaron escapar a un creador que se estaba haciendo.

Francisco ha recibido la promesa de recibir minutos en el Real Madrid. Es un hombre polifacético y puede ejercer como interior por las dos bandas o como centrocampista en el centro ofensivo del once. Su toque de balón le permite ofrecer muchas variantes para jugar. Competirá con Di María y Ozil por la titularidad, pero también compartirá once con ellos. Los técnicos de la casa blanca le van a hacer crecer física y tácticamente para hacerle un futbolista más completo. La calidad va incorporada de serie.