Crítica de 'Subsuelo' (***): Fraternal duelo entre la culpabilidad y la maldad
La película es un ejercicio de intriga, inquinas, celos y opresión en medio de un ambiente familiar que aparenta normalidad a pesar de la tragedia
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'Subsuelo'
El director Fernando Franco hace películas punzantes, espinosas, puro vidrio. Así eran 'La consagración de la primavera', 'Morir' y 'La herida', las tres anteriores a 'Subsuelo' , que también es una escobilla de púas metálicas y dolorosas. Un inabarcable drama familiar cuyos personajes viven la desgracia, ... la mentira, la inmoralidad, el acoso y el precipicio emocional como un condimento más a lo cotidiano del día, con disimulo pero quebrándose por dentro. El guion es del propio Fernando Franco y de Begoña Arostegui, basado en la novela del argentino Marcelo Luján.
Todo comienza con un accidente de coche en el que conduce Eva, aún joven para tener carnet de conducir, muere el amigo y copiloto y todo lo graba desde el asiento de atrás Fabián, hermano mellizo de Eva que queda paralítico a causa del accidente. Todo esto altera, o más bien amplifica, la relación entre Fabián y Eva, que es de poder y abuso probablemente desde antes del suceso pero muy escabrosa y sucia por el dominio que le autoriza tener las imágenes acusatorias grabadas de que quien conducía era ella y no el joven muerto. Un duelo entre la culpabilidad y la maldad.
'Subsuelo' es un ejercicio de intriga, inquinas, celos y opresión en medio de un ambiente familiar que aparenta normalidad a pesar de la tragedia. La relación entre hermanos es de una toxicidad irrespirable, y en un territorio, la casa común, que supura suciedades al estilo de Batte Davis y Joan Crawford en '¿Qué fue de Baby Jane'?, aunque la profundidad psicológica no alcance esa variedad de tonos y sentimientos. Se adaptan muy bien a los pliegues de sus papeles los jóvenes actores Julia Martínez y Diego Garisa, y ponen ambos el físico a jugar con las contradicciones de sus personajes, lo oscuro de Eva y lo disimuladamente claro de Garisa, quien, por cierto, tiene la transparencia en el rostro de quien no ha roto nunca un plato.
Y aún sumerge más Fernando Franco la historia en el fango con unas cuantas circunstancias que presionan la tragedia: la amistad entre las familias, las sospechas de las compañías de seguros, el extraño interés del hermano mayor del joven muerto por acercarse a Eva… Y mientras la historia se despeña en lo moral, la intriga trepa por la pantalla y no augura ninguna posible solución entre tanta vida destrozada. Un tipo de cine este de Fernando Franco que alarma y perturba, y tan incómodo como una herida en la planta del pie.