Crítica de 'Hotel Bitcoin' (**): Otro Resacón, pero en 'Las Batuecas'
Una comedia que mezcla amistad, fracasos y un alocado plan para convertir bitcoins en «pasta»
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Manuel Sanabria y Carlos Villaverde hicieron su primera película juntos, 'La fiesta', en 2003; luego, en 2005, hicieron 'Sinfín', y ahora, casi veinte años después, se reúnen para 'Hotel Bitcoin', una comedia muy descacharrada y a veces también descacharrante ... que trata sobre algunas cosas que solían interesar mucho antes de que el siglo XXI se pusiera tan pelmazo. Cosas como la amistad de los fracasados, el dinero en mano, 'la pasta', o las juergas groseras e incorrectas. Y de eso trata la película, de unos amigos de toda la vida, unos perdedores de libro que se hacían llamar en tiempos del cole 'los cuatro fantásticos' y que, ahora, de adultos, siguen sin rascar más bolas que las propias.
Crítica de 'Bitelchús, Bitelchús' (**): Divertida reunión de viejos alumnos
Tim Burton reúne al elenco original en esta divertida secuela, donde Michael Keaton y Winona Ryder vuelven a brillar en sus icónicos papeles
El guion les ofrece a sus personajes una oportunidad, naturalmente inverosímil, en forma de cantidad ingente de bitcoins aparcados en un ordenador, y que hay que traducir en 'pasta'. Y de ese hilo argumental tiran los directores para construir una historia que quiere ser un torrente de gracias, chistes y gamberradas para que se divierta el espectador. Es un cuento sencillo y contado de manera sencilla, que tiene muchas soluciones fáciles, excesivas, pero que también tiene un equipo actoral entregado a ese fiestón sin pies ni cabeza: intérpretes muy vareados en las series televisivas y algunos de ellos con un especial ritmo cómico (Pablo Chiapella y Canco Rodríguez son a esta película algo así como Zach Galifianakis a 'Resacón en Las Vegas'). Alejo Sauras, Mauricio Ochmann, Leonor Lavado, Marta Hazas, Vanesa Romero…, todos ellos actúan con enorme optimismo y como si realmente se creyeran sus personajes, absolutamente inverosímiles y en una trama con villanos aún más inconcebibles. Pero es una película que avanza a la velocidad del 'gag', que no duda en hollar los terrenos sagrados de la corrección y que paladea con fruición algún momento soez. Y tal y como está el mundo, el del cine y el otro, estos alardes bárbaros valen su precio en bitcoin.
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