Crítica de 'Un héroe': Aparece en Irán la bicicleta robada de De Sica

Así, sin miedo, 'Un héroe' es una de las mejores obras, más sencillas, profundas, humanas y sensibles que cualquiera podrá ver este año, rodada en la ciudad de Shiraz entre el vapor de lo cotidiano y a pie de calle, y con un personaje, un hombre esencialmente honrado y humilde, atrapado en los vericuetos de unas situaciones adversas que lo hacen dudar entre lo ético, lo conveniente, lo justo (y con él, al espectador) y las consecuencias y equívocos que ello le ocasiona.

El hombre, Rahim, está en la cárcel por no haber satisfecho una deuda y, durante dos días de permiso, intenta recomponer el entuerto y convencer a su deudor, un hombre obstinado con o sin razón, de que retire su reclamación. A Rahim lo abandonó su mujer y se quedó al cargo de su hijo, un chico avispado pero con graves problemas para hablar, y ahora intenta recomponer su vida junto a una mujer que lo espera paciente. El actor Amir Jadidi hace una composición excelente y que absorbe hasta la última gota de complejidad, duda, adhesión y drama del personaje, casi comparable a Lamberto Maggiorani en la obra maestra de De Sica, y en compañía de su hijo (también en la química de Enzo Staiola, que acompañaba a su padre en busca de la bicicleta robada), que interpreta el apenas actor Saleh Karimaei.

Junto a lo humano, Farhadi busca en su historia también lo social, con sus gentes, sus instituciones, lo religioso, lo judicial y hasta los medios de comunicación y las redes sociales que mezclan, tergiversan y convierten en deformado espectáculo lo real con lo falso y lo decente con lo inmoral. En fin, una lección de cine y de vida que, además, no necesita villanos para colocarnos ante esos atajos entre el bien y el mal.