COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Los hijos que no tuvimos
No hay un repuesto generacional que garantice el equilibrio económico de nuestro país
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónLas opiniones son todas cuestionables, pero los datos son incontestables y, muchas veces, demoledores. Y los datos —los del INE— dicen que estamos a las puertas del invierno demográfico. España es el país, solo por delante de Malta, donde menos nacimientos se producen, y donde ... la esperanza de vida no solo nos ha echado años —y achaques— encima, sino que ha invertido la pirámide poblacional hasta poner en peligro la renovación generacional. Dicho así parece un drama, pero aún lo es más, si se analizan las causas por las que en nuestro país nacen cada vez menos niños. El treinta por ciento de las mujeres nacidas a partir de 1985 no tendrá hijos, ya sea por la precariedad laboral, por cuestiones económicas, por infertilidad —poco se habla, pero es uno de los problemas más habituales, y los cuarenta y cinco años no son los treinta y cinco—, por la vivienda o por aquello de la «opción personal» que va desde la falta de compromiso —solo hay que ver el descenso constante del número de matrimonios y parejas de hecho— a las aspiraciones individualistas —lo de las carreras de éxito, y la proyección profesional, ya sabe—, pasando por la preocupación medioambiental de esta generación Greta Thunberg que defienden que, para salvar el planeta, es mejor tener una mascota que un niño. Antinatalistas se llaman, y se quedan tan tranquilos.
La política actual, más allá de los cien euros mensuales de propina a las familias con hijos menores de tres años, no contempla medidas socioeconómicas que posibiliten e incentiven la maternidad. Jugar a las familias —aun no terminé de entender los dieciséis modelos propuestos por la ministra Belarra— no es defenderla. Quizá porque los prejuicios ideológicos pesan más que las cargas familiares, y eso de proyectar una visión política positiva sobre la familia, la maternidad y los hijos, no entra en el discurso ideológico de este gobierno, empeñado en hacernos creer que tenemos un país moderno, inclusivo, abierto, progresista, animalista, feminista, ecologista, resiliente, cuando en realidad lo que tenemos es un país en cuidados paliativos, que necesita mucha más atención —ellos, que tanto hablan de los cuidados— de la que realmente se le presta.
La ayuda de los cien euros, que se enmarca en la ley de familias, es el chocolate del loro, que no va a incentivar la natalidad en este país, y por tanto, no va a ayudar a revertir la alarmante situación prevista por el informe de Perspectivas de la Población Mundial elaborado por la ONU y publicado recientemente. Los pocos nacimientos que se producen en España son, más que nunca, pan para hoy y hambre para mañana, porque el saldo vegetativo negativo y la brecha demográfica son dos valores seguros para el fracaso de un país que lleva años gastándose los ahorros de la hucha.
En los próximos años se producirá la mayor jubilación masiva de nuestra historia. Los niños del baby boom colgarán los hábitos y vivirán su más que merecida edad dorada. No hay un repuesto generacional que garantice el equilibrio económico de nuestro país. Y mientras, los hijos que no tuvimos se esconden, y se ríen, en las cloacas.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete