TRIBUNA ABIERTA
La pandemia y los medicamentos ansiolíticos
El 29% de los españoles toma ansiolíticos al margen de la pandemia; con esta, se ha triplicado
Juan Carlos Pérez-Lanzac
Rol Pasnau afirma, en su libro ‘Diagnostico y tratamiento de la ansiedad’, que la ansiedad es el síntoma clínico que más ha encontrado. Es casi omnipresente en psiquiatría y todos los psiquiatras así lo manifiestan. Ellos mismos también deben afrontarla... En el Siglo XX los ... psiquiatras pronosticaron que la ansiedad y depresión serían los males del siglo XXI y así está siendo.
Herber Wiener, otro piquiatra, reflexiona sobre la psicología de la ansiedad y tratamiento. El miedo y la ansiedad juegan un papel importante en la sociedad y en la supervivencia de animales y seres humanos que son difíciles de estudiar de forma experimental. Todas las personas se tornan vigilantes a las amenazas de la supervivencia, es decir, al peligro. Y tanto los animales como los seres humanos tienen conductas que evitan el origen del miedo. El miedo es una alerta, como el dolor o la fiebre, ante un peligro.
La experiencia clínica por sí sola indica que en la UE los pacientes ansiosos difieren en síntomas y signos corporales, desde tensión muscular, síntomas cardiovasculares, sudoración, sequedad de boca, vómitos o diarreas y casi todos dificultad para dormir. Como señaló Fredrik, los estudios ante las catástrofes tendían a centrarse más en los factores sociológicos-económicos que influían en la recuperación de la catástrofe que en los factores psicológicos, tal como está sucediendo en la actualidad con la pandemia, donde las personas tenemos periodos de esperanza, resentimiento, frustración, ansiedad y depresión. Y al final de la catástrofe, optimismo moderado. Todo dependerá de la duración e intensidad de la catástrofe.
El aislamiento social constituye un factor importante en la generación de ansiedad, por lo aterrador del aislamiento. Es enorme el poder curativo de la familia, amigos, sacerdotes y médicos. Todos estamos viviendo un combate contra el virus, con reacciones individuales ante la agresión, pero todos llevamos el miedo y una gran mayoría con ansiedad que nos la provoca la inseguridad en las actuaciones de los responsables políticos y sanitarios, aparte de padecer la enfermedad y las pérdidas.
Los médicos de cabecera tienen un gran papel. Ante un paciente con ansiedad, deben comenzar con los buenos consejos de salud, alimentación, ejercicio, distracciones, apoyo familiar y quizás prescribiendo remedios naturales. Si la ansiedad persiste, debe intervenir el psiquiatra y el psicólogo. El problema es que existen muy pocos psicólogos en los centros de salud
Actualmente son miles las personas a tratamiento con estos medicamentos a causa de la pandemia: no se atreven a salir, muchos no pueden trabajar, se cierran negocios, problemas de convivencia familiares... Es una catástrofe de dimensión similar a una guerra sin disparos.
En los estudios de Fredick, las conductas claramente anormales (pánico, psicosis) se producían solo raramente y bajos especiales circunstancias, pareciendo que los efectos mentales de las catástrofes eran mínimos y transitorios. Existía un periodo de impacto de euforia para continuar con un periodo de resentimiento y frustración, para finalizar con un periodo de optimismo moderado durante el periodo de superación, sobre todo si la catástrofe es corta. Sin embargo, si es más larga sí se producen trastornos psicológicos significativos en una gran proporción de víctimas con síntomas mentales y emocionales que pueden ser tratados mediante intervención de urgencias, psicoterapia de orientación, terapia de grupo o una terapia más prolongada. Según Melick, un 15% de la población sufrirá un trastorno que necesitará tratamiento.
El 29% de los españoles toma ansiolíticos al margen de la pandemia; con esta, se ha triplicado. La sociedad se ha psiquitrializado, ya que es más fácil ingerir medicamentos, que hablar con el psicólogo. En el 60% es el médico de cabecera quien los receta. Hay 4 psiquiatras y 6 psicólogos en la Sanidad Pública por cada 100.000 habitantes.
Las armas de los psiquiatras son los medicamentos antidepresivos, ansiolíticos e hipnóticos y, por otro lado, las conversaciones con los psicólogos si hay suficientes; sino hay que emigrar a la privada. El arsenal terapéutico de estos medicamento ha aumentado mucho en los últimos año, quizás menos en los inductores del sueño. El psiquiatra es el que erigirá las molécula adecuada para cada persona y la dosificación apropiada. Como ya dije, el consumo de estos medicamentos se triplicó en la pandemia. Es lógico, son muchos los traumas que estamos sufriendo y son de difícil digestión, ya que un estado nervioso continuo no se pude sobre llevar sin dormir. Confiemos en el buen hacer del hombre y que Dios nos ayude.
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