Cardo máximo
Retrato de Universidad
Con su gesto hostil, la Universidad de Sevilla muestra a las claras la preocupación que le causa la llegada de un nuevo actor a la docencia superior en la ciudad
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónMás que lo que decimos, es la percepción que tienen los demás de cuánto y cómo lo decimos lo que nos retrata la mayoría de las veces. El contexto también aporta información, y muy relevante, para nuestros interlocutores y eso justamente es lo que acaba ... de suceder con la Universidad de Sevilla, cuyo consejo de gobierno decidió el viernes romper lazos de manera abrupta e inesperada con la Fundación San Pablo Andalucía CEU que promueve la universidad privada Fernando III con el objetivo de abrir sus puertas en septiembre de 2024. La Universidad de Sevilla argumentó la decisión unilateral para «evitar la confusión que pueda producirse entre los títulos del centro adscrito y los que imparta la futura Universidad». Pero todo el mundo ha leído otra cosa: el contexto de la noticia, vamos.
Empezando porque en la nota oficial de la Hispalense, se supone que con todas las bendiciones oficiales, no saben muy bien cómo se llama el centro adscrito nacido del acuerdo entre la Archidiócesis de Sevilla y la Asociación Católica de Propagandistas. Llamar «Cardenal Espínola (sic)» al centro heredero de la Escuela de Magisterio de la Iglesia que lleva el nombre del arzobispo de primeros de siglo XX elevado a los altares también revela mucho más que un simple descuido a la hora de redactar la noticia de prensa.
Por debajo de ese lapsus, el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro, ha quedado retratado también con la decisión unilateral de declararle la guerra a los futuros competidores. Hasta ahora se había negado a recibir al rector promotor de la Fernando III y se había mostrado especialmente activo para que la conferencia andaluza de rectores saludara muy negativamente la aprobación de dos nuevas universidades privadas en febrero. Pero lo de desconectarse a las bravas de los centros universitarios de Bormujos y romper la colaboración académica causa la misma sensación que la del cónyuge que se desayuna un buen día una demanda de divorcio.
Con su gesto hostil, la Universidad de Sevilla muestra a las claras la preocupación que le causa la llegada de un nuevo actor a la docencia superior. Nada nuevo. Ya le pasó con la creación de la Pablo de Olavide y la Loyola de los jesuitas, como si los cinco siglos de historia -de los que toda la ciudad se siente orgullosa- le dieran una posición de preeminencia que precisa acatamiento. Además, le traspasa la decisión última a la Consejería de Universidad, lo que abona el terreno para el debate chusco sobre la privatización de la enseñanza. Todo medido y calculado.
En el fondo, este movimiento brusco y descortés a más no poder con su colega catedrático habla de una aversión a la competencia en buena lid por la calidad docente y el prestigio investigador. En vez de eso, el lloriqueo permanente por la falta de financiación con una gestión a la que habría que aplicarle la lupa y la perpetua aspiración de medrar políticamente. Retratado queda.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete