Sevilla al día

Murphy diseñó la SE-40

Es la autopista del eterno retorno: siempre volvemos al punto de partida, como si la carretera estuviera condenada a no cerrarse nunca

Es la carretera maldita. Si hablamos de infraestructuras, su mal bajío sólo es comparable al del metro. La SE-40 está en lo alto del ránking de las obras del infortunio. La desdicha la lleva arrastrando 30 años. O más bien el despropósito. Nada más ... inaugurar la primera circunvalación para la Expo 92, se demostró que se quedaba corta porque ya estaba colapsada. El Gobierno puso el primer papel del proyecto encima de la mesa, concretamente un 25 de julio de 1995, con la orden de estudio de una nueva autopista que sirviera de conexión de la segunda corona metropolitana. Esta semana han vuelto las máquinas tras seis años de parálisis para comenzar uno de los tramos pendientes: el de Valencina-Salteras. Justo donde hay un yacimiento de la época romana.

Lo que le faltaba a la SE-40 es que los arqueólogos decretasen ahora que los vestigios que afloren tuvieran que conservarse, porque estaríamos hablando de tener que rehacer de nuevo todo el proyecto para desviar la carretera para sortearlo. Aunque no parece que allí haya ningún anfiteatro enterrado ni ningún dolmen, sino unas estructuras agrícolas vinculadas a la cercana Itálica, cualquier obstáculo con el que se topen los técnicos puede suponer más retraso al ya de por sí acumulado. Y van 18 años, porque el primer tramo comenzó en 2007 y la previsión para tener en servicio sus 77 kilómetros era para 2011. Sólo está ejecutado la mitad.

Cabe preguntarse a quién se le ocurrió diseñar el trazado de una carretera de ocho carriles por encima de una zona con alta presencia arqueológica, como es ésta de Valencina, donde hay restos desde la Edad del Cobre en adelante. Esperemos que no le dé a nadie por proponer un nuevo puente para salvar este yacimiento, porque el Ministerio se lo encargaría a Ineco y ya tendríamos el siguiente lío montado.

Al final, la SE-40 se ha convertido en un museo de lo que no hay que hacer en materia de planificación: estudios eternos, presupuestos que se disparan, financiaciones que no llegan, constructoras que entran y salen como si fuera un casting y decisiones que cambian con cada legislatura. Pero, detrás de todo, lo que falta es voluntad política mientras los conductores siguen atrapados en el cuello de botella del puente de las mordidas y en la Ronda Urbana Norte.

Lo más grave no es sólo el retraso, sino la falta de horizonte. Cada vez que el ministro (ponga el apellido que sea) anuncia que ahora sí va en serio, la realidad se encarga de recordarnos que la SE-40 es la autopista del eterno retorno: siempre volvemos al punto de partida, como si la carretera estuviera condenada a no cerrarse nunca. Tal vez sea su destino. O, quién sabe, a lo mejor dentro de 500 años algún arqueólogo del futuro encuentre los restos de las máquinas abandonadas y piense que eran parte de un santuario moderno a Murphy y su famosa ley.

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