La Alberca
El abuso de Gabilondo
La encuesta del Defensor del Pueblo es un ejemplo más de cómo el sanchismo distorsiona la realidad con su relato
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Iniciar sesiónLos abusos en la Iglesia son una doble monstruosidad, la del propio abuso y la de quién lo comete. Es lógico, por tanto, el especial celo de la sociedad con los casos que implican a clérigos. Y también es normal que se exija a la ... curia una acción implacable contra los culpables, es decir, que se castigue la ocultación. Pero el informe del Defensor del Pueblo sobre los delitos sexuales cometidos por religiosos no va de eso. Sería aceptable un estudio como el que ha encargado Ángel Gabilondo si se hubiese ampliado a otros sectores: cuántos abusadores hay en las administraciones públicas, en los colegios, en los escalafones inferiores de los equipos de fútbol... Como sólo se ha fijado en la Iglesia, es obvio que no busca la verdad, sino la confirmación de su sesgo ideológico. También podría el señor Gabilondo haber intentado al menos ser algo riguroso con la presentación de los datos. De una encuesta no se puede obtener el número total de abusadores. Como mucho, se puede extrapolar el porcentaje de españoles que afirman haber sido abusados, pero de ahí a convertir eso en un inventario matemático de los delincuentes hay un abismo. Acusar a una institución de tener equis miembros delincuentes usando como método de investigación un sondeo estadístico es una barbaridad que atenta contra el honor de esa entidad. Que eso lo haga nada menos que el Defensor del Pueblo es una infamia. Pero esto forma parte del proceso de degradación institucional del sanchismo. Si algo no le gusta, lo tumba con una encuesta elevando a categoría incontrovertible el dato que le conviene. Esta izquierda de brocha gorda se siente incómoda con la Iglesia y con la Corona. Y en tanto que los datos reales no le ayudan a construir un relato que denigre a ambas instituciones, hace sondeos.
Imaginemos por un instante que con todos los escándalos de corrupción que afectan a la política contemporánea, el Defensor del Pueblo encargase una encuesta para averiguar el número de ladrones que hay en el PSOE, por poner un ejemplo cualquiera. Imaginemos que tras preguntar a 8.000 españoles, un 20 por ciento de los encuestados dice que vio en su pueblo robar a alguno. E imaginemos, por último, que el señor Gabilondo sale en rueda de prensa afirmando que puede concluir que en el PSOE hay 1.500 ladrones. La cifra real de condenados por corrupción en este partido no llega al centenar, pero ese dato es facha porque implica la aplicación de la presunción de inocencia y la creencia en los estados de Derecho democráticos. En el caso de la Iglesia, los curas condenados en firme rondan la veintena. Según los datos obtenidos entre 2008 y 2019 de fuentes oficiales por la Fundación Anar, que se dedica a la ayuda de los niños en situación de riesgo, los casos de abusos sexuales por parte de religiosos suponen un 0,2 por ciento del total, mientras que en las propias familias hay una incidencia de casi el 50 por ciento. Por lo tanto, el informe Gabilondo no quiere saber la verdad, sino fabricarla. Y este dilema es muy sencillo: los curas abusadores, a la cárcel (y al infierno); los políticos manipuladores, a la calle.
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