el contrapunto
Begoña Gómez, estatuto de impudicia
Sánchez debería dimitir por amparar las maniobras de su esposa para escalar valiéndose de su condición de «señora de»
A favor del derecho de admisión en España
La verdad según Pedro Sánchez
Sostiene la investigada Begoña Gómez a través de su abogado que, al no existir un estatuto regulador de la figura del cónyuge del presidente del Gobierno, ella no puede haber incurrido en malversación de caudales públicos. Lo cual es tanto como afirmar que todo ... lo que no esté expresamente prohibido debe considerarse permitido. El argumento no sorprende, dado que ya fue empleado por Cándido Conde-Pumpido para avalar en el Constitucional la amnistía concedida a los golpistas catalanes, pero repugna por su cinismo y ofende el más elemental sentido de la decencia política. ¿No venían estos 'progresistas' a limpiar la vida pública? ¿No ganó el líder del PSOE una moción de censura con la promesa de erradicar la corrupción de España? ¿Cómo se compadecen esas nobles intenciones con la justificación de unos hechos que demuestran sin sombra de duda la utilización descarada de la Moncloa por parte de la esposa de Sánchez como rampa de lanzamiento para su vertiginosa carrera profesional?
El tiempo dirá si los delitos que achaca el juez Peinado a Begoña Gómez acaban sentándola en el banquillo de los acusados ante un jurado popular, o no. Lo que resulta innegable hoy es el aprovechamiento impúdico que esta mujer ha hecho de su relación con el jefe del Ejecutivo para medrar a toda prisa en el mundo académico y de los negocios, hasta alcanzar posiciones con las que ni siquiera habría soñado de no ser por el cargo que ocupa su marido. Aducir que su conducta es lícita porque no hay un ordenamiento que la censure equivale a una confesión de culpa que debería bastar para exigir la dimisión inmediata de Pedro Sánchez por consentir y amparar las maniobras de su esposa para escalar más y más alto valiéndose de su condición de «señora de».
¿Habría dirigido una cátedra Begoña en la Complutense, sin poseer una licenciatura, de no haber estado Pedro al frente del Ejecutivo? ¿Le habrían financiado su juguete académico y el 'software' ligado a él las grandes tecnológicas del país, contactadas desde el Ministerio de la Presidencia a través de un correo oficial? ¿Se habría ido de gira con la Organización Mundial del Turismo, previo patrocinio de su Africa Center a cargo de una compañía rescatada por su esposo con nuestro dinero? ¿Habría disfrutado de una asistente personal, escogida por ella misma para ayudarla en sus gestiones pero pagada por todos nosotros a través de nuestros impuestos? La respuesta a todas esas preguntas es un 'no' rotundo que explica el último auto del titular del Juzgado de instrucción 41 de Madrid, señalando el parentesco del presidente del Gobierno con la imputada como causa fundamental para poder apreciar la concurrencia del posible delito de tráfico de influencias, que es de lo que estamos hablando y el origen de todo este escándalo. Un tráfico de influencias como un castillo de grande.