Tenso debate entre Lula y Bolsonaro a tres días de las elecciones en Brasil

La esperada confrontación entre los dos principales oponentes, únicos favoritos de este pleito, no ocurrió, pero eso no evitó que encontrasen formas de sacarse trapos sucios, especialmente en el tema de la corrupción. 

Este encuentro está siendo considerado importantísimo para el rumbo de los últimos días de campaña, en la elección más tensa de Brasil desde el retorno del voto directo en 1990. Según la última encuesta de Datafolha publicada horas antes del debate, Lula lidera la disputa hacia la Presidencia con el 50% de los votos válidos, mientras Bolsonaro tiene el 36%.

Pero aún no está claro si el petista tendrá aliento hasta el domingo de llegar al 51% que le garantizaría la victoria en primera vuelta. Mientras el viejo Lula, con 76 años, corre en estos días en busca de su tercer mandato, Bolsonaro lucha por llegar a la segunda vuelta y mantenerse en el poder por cuatro años más.

El debate de la cadena Globo, que duró hasta la madrugada del viernes y fue el más visto desde la campaña de 2006, con un promedio de casi 18 millones de asistentes, según el instituto Kantar Ibope Media, que mide los índices de audiencia de la TV brasileña. En el récord anterior, hace 16 años, Lula enfrentaba al socialdemócrata, Geraldo Alckmin, que ahora es su candidato a vicepresidente.

También participaron del encuentro los candidatos de centro Ciro Gomes, y Simone Tebet, empatados con entre 6% y 5% de las intenciones de voto, y los derechistas, Felipe d'Avila, Soraya Thronicke y el Padre Kelmon (PTB), cada uno de ellos con menos de 1% en los sondeos. La participación de tantos candidatos inexpresivos arrastró el evento y fue criticada por Lula, principal blanco de todos.

El candidato Bolsonaro, conocido por su personalidad intempestiva, huyó de encontrarse directamente con Lula a los largo de las más de 3 horas de debate, mientras el petista no tuvo la oportunidad de elegir como oponente al actual mandatario, en un sistema que sorteaba el orden de participaciones. 

Evitando la confrontación directa con Lula, Bolsonaro aprovechó para dar golpes bajos, como cuando le preguntó a la candidata de centro Simone Tebet lo que pensaba del hecho de Lula haber ordenado la muerte del exalcalde, Celso Daniel, un importante líder petista, asesinado en 2001 en un crimen que la policía concluyó tratarse de un secuestro realizado por bandidos comunes.

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Enfrentando este y otros ataques de Bolsonaro, que lo llamó varias veces "presidiario", Lula solicitó varios "derecho de réplica" para defenderse. En el caso de Daniel, recordó que el exalcalde, además de ser uno de sus mejores amigos, era responsable del plan de gobierno que lo llevó por primera vez a la Presidencia, en enero del 2002.

La estrategia de Bolsonaro durante el debate fue diseñada por su hijo, Carlos Bolsonaro, su principal consejero en redes sociales y apuntado como de los autores de las campañas más agresivas y conservadoras del candidato, inclusive de 'fake news', que ayudaron a llevarlo a la presidencia en 2018. Bolsonaro fue acusado de mentir varias veces y medios brasileños confirmaron el uso de datos falsos durante sus participaciones.

Dentro del plan de ataque estaba incluída, aparentemente, la presencia de un candidato inusitado, el padre Kelmon, un religioso representante de una iglesia llamada Archidiócesis Siro Ortodoxa de Malankra de la Diáspora, que actuó en el debate para atacar a Lula, al que sacó de quicio en una de sus intervenciones, cuando insinuó nuevamente la responsabilidad del expresidente por la muerte de Daniel. “Usted es un irresponsable, está disfrazado (de padre)", gritó Lula, que tomó un llamado de atención del presentador William Bonner. Kelmon fue acusado por varios candidatos de ser un títere de Bolsonaro.

Entre los golpes directos e indirectos, la corrupción fue el principal tema de la noche y la tropa de pequeños candidatos no se cansó de usar esa artillería contra los dos principales postulantes, que llevan el peso de graves escándalos en sus biografías. Pero el domingo, esa tropa debe dejar el pleito dividido entre el ultraderechista y el líder más importante de la izquierda brasileña.