Rusia enarbola la bandera religiosa en Ucrania y en Bosnia para alentar sus campañas militares

Uno de los rasgos distintivos del cristianismo ortodoxo frente al católico es la tenue frontera en el primero entre el poder político y el religioso, lo que explica el fuerte apoyo del pueblo ruso -según las encuestas- a cualquier empresa, diplomática o militar, que tenga por objetivo el respaldo a otras comunidades ortodoxas.

En Ucrania, el nacionalismo ortodoxo ruso ha encontrado la horma de su propio zapato en el movimiento en favor de una iglesia autónoma, que aspira a romper con la histórica dependencia de la de Moscú. El cisma entre los ortodoxos ucranianos y rusos se viene acrecentando desde hace años, y tuvo un punto de clímax en 2018, cuando el patriarca de Constantinopla -primado entre las diversas iglesias ortodoxas- aprobó la creación de una iglesia autónoma de Ucrania, independiente del patriarca de Moscú.

Esa decisión -que de hecho creó un cisma interno en la iglesia ucraniana, entre los que siguen al nuevo patriarca de Kiev y los que se mantienen unidos al de Moscú- pudo haber influido en la decisión de Vladimir Putin de invadir el país vecino, para afirmar la rusificación de todo el territorio. La politización de la religión en Rusia es también evidente en las declaraciones y actuaciones del patriarca de Moscú. En cierta ocasión, Kirill afirmó estar convencido de que los soldados rusos que murieran en la guerra en Ucrania «irían al cielo tras ser automáticamente perdonados sus pecados por el sacrificio de su vida».

Frente a los propósitos de Putin y Kirill se alza el desafío de la jerarquía nacionalista ucraniana, que el pasado sábado celebró la Navidad ortodoxa «ocupando» la Catedral de la Asunción de Kiev, hasta ahora en manos de los fieles ucranianos seguidores del patriarca de Moscú. Con anterioridad, las autoridades del nuevo patriarcado de Kiev habían estirado hasta el límite sus diferencias políticas con el ruso al proponer a sus fieles celebrar la Navidad el 25 de diciembre -según la tradición católica y protestante, que sigue el calendario gregoriano- y no el 7 de enero, como establece el mundo cristiano ortodoxo, que sigue el calendario juliano.

En el otro escenario europeo donde Putin juega también la carta del nacionalismo ortodoxo, los Balcanes, la tensión parece haberse relajado en el enfrentamiento entre Serbia y Kosovo, pero se reaviva en las disputas comunitarias en Bosnia. Pese a la expresa prohibición del Tribunal Constitucional de esa nueva república, la entidad serbobosnia celebra hoy el aniversario de su creación con un desfile militar en la zona que ocupan de Sarajevo, en una abierta provocación a la mayoría musulmana de la ciudad.