¿Por qué Musk no se entiende sin Trump?

El protagonismo a Elon Musk se lo ha dado el propio Donald Trump cuando le puso al teléfono durante su primera llamada como presidente electo a Zelenski. Y desde entonces, el histriónico oligarca no ha parado de buscar cambios de régimen en toda clase de democracias que hasta ahora se consideraban aliadas de Estados Unidos: desde Alemania hasta el Reino Unido. Para fomentar su internacional iliberal, Musk no duda en utilizar mentiras, conspiranoias, toxicidad supremacista y su privilegiado altavoz en el que acumula más de doscientos millones de seguidores: la red cada vez más asocial X.

Donald Trump no se queda atrás. A trece días de tomar posesión como el presidente número 47, ha demostrado que es muy cuidadoso con las fronteras de Estados Unidos pero muy poco respetuoso con las fronteras de los demás. Hasta el punto de no descartar la coacción militar o económica para hacerse con Groenlandia o recuperar el canal de Panamá. Y ya puestos, anexionarse Canadá. Cuando se mezcla el cuñadismo geopolítico y los instintos de un magnate del ladrillo, el resultado es creerse que se puede obtener seguridad a cambio de una masiva recalificación de terrenos.

A partir de una mínima inversión de 277 millones de dólares en la campaña presidencial de Trump, Musk ha visto como su fortuna personal se ha expandido 200.000 millones de dólares durante el año 2024. De pelotazo en pelotazo, Donald Trump y Elon Musk son por ahora dos caras de la misma moneda. Sin fronteras y sin filtros.