Kim Jong-un celebra con China y Rusia el aniversario de la guerra de Corea

Corea del Norte ha festejado el conocido como «Día de la Victoria» –pese a que su acometida sobre el Sur acabó en empate técnico, con la frontera en el mismo punto donde se encontraba tras oscilar de un extremo a otro de la península– con una reapertura diplomática tras más de tres años de aislamiento hermético a causa de la pandemia. Los primeros en pisar suelo norcoreano han sido, no podía ser de otro modo, sendas comitivas rusas y chinas.

La rusa ha estado encabezada por el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, quien ha hecho entrega a Kim Jong-un de una carta personal remitida por Vladímir Putin. El joven dictador ha agradecido el gesto, asegurando que la visita «profundiza las relaciones estratégicas y tradicionales» entre ambos países.

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Según la información facilitada por la agencia estatal de noticias KCNA, Kim «ha expresado en repetidas ocasiones su convencimiento de que el ejército ruso logrará grandes éxitos en su lucha por construir un país poderoso», mención implícita a la guerra de Ucrania, a la que el ministro norcoreano de Defensa Kang Sun-nam se ha referido como «una batalla por la justicia». El dictador también ha mencionado «las preocupaciones mutuas en la lucha por proteger la soberanía, el desarrollo y los intereses de los dos países frente a los abusos y prácticas arbitrarias de los imperialistas, y alcanzar la paz y la justicia internacional».

Kim, además, ha presentado a Shoigu lo más granado de su arsenal militar en un pabellón de exhibición, donde estaban expuestos desde misiles balísticos hasta transportadores-erectores-lanzadores y drones. Desde hace meses, la inteligencia estadounidense viene advirtiendo de que Rusia se ha aprovisionado de munición norcoreana para emplear en Ucrania, algo que el régimen siempre ha negado.

La comitiva china, por su parte, ha estado liderada por Li Hongzhong, vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular –el mismo organismo que este martes cesó como ministro de Exteriores a Qin Gang, quien permanece en paradero desconocido desde hace más de un mes–. La intervención de China en 1950 provocó un reequilibrio de fuerzas que condujo al armisticio. En reconocimiento a su asistencia, Kim visitó ayer un cementerio donde descansan los restos de soldados chinos caídos en combate.

De aquella, el desafío militar chino a tropas occidentales tan solo unos meses después de la fundación de la República Popular supuso un hito para los comunistas de Mao Zedong y afianzó el relato histórico de su proyecto nacional, fundamentado en revertir el conocido como «siglo de la humillación» a manos de potencias extranjeras. Esta importancia queda reflejada en el nombre con el que la guerra de Corea pasó a la historia en chino: «Kangmei Yuanchao Zhanzheng», «Guerra Para Resistir La Agresión de EE.UU. y Ayudar a Corea». Siete décadas después, el conflicto todavía no ha encontrado su final, e incluso amaga con reactivarse ante la amenaza nuclear de Corea del Norte. La división del mundo en dos bloques enfrentados, también.