La UE espera una respuesta de Cuba a su invitación al diálogo
La ministra Trinidad Jiménez habla de «señales positivas» desde La Habana
La Comisión Europea todavía no sabe cómo van a empezar los contactos con Cuba. Según fuentes diplomáticas comunitarias, «todo está pendiente de lo que digan los cubanos» como respuesta a la oferta «exploratoria» que les lanzó el Consejo de Ministros del lunes en Luxemburgo.
Dado que no fue un acuerdo formal y el mandato que recibió la Alta Representante, Catherine Ashton, para tratar de establecer ese proceso es también una encomienda pactada verbalmente, nadie sabe muy bien por dónde empezarán las gestiones, aunque «se prevé que se circunscriban a aspectos técnicos».
La portavoz de Ashton, Maja Kocijancic, ha asegurado que la ministra Trinidad Jiménez les habría hablado de ciertas «señales positivas» desde La Habana y que por ello «no tenemos por qué pensar que la respuesta vaya a ser negativa». Sin embargo, cuando se le preguntó directamente, la nueva responsable de la diplomacia española reconoció que eso no está tan claro, puesto que por ahora «no tengo ninguna referencia de cuál puede ser la reacción cubana».
El diario cubano oficial «Granma» de ayer no se hacía eco de la reunión de los ministros europeos más que a través de la reproducción de una nota del eurodiputado de Izquierda Unida Willy Meyer, en la que éste lamenta que se mantenga la posición común. La nota fue enviada por Meyer como reacción a la reunión de Luxemburgo, pero «Granma» la vincula con declaraciones anteriores de partidos alemanes de izquierda también en el mismo sentido.
La última vez que la UE y Cuba tuvieron uno de los encuentros de «diálogo político» fue en junio en París, después de que la reunión prevista en Madrid, en abril, fuera anulada para que no tuviera lugar en el ambiente cargado que siguió a la muerte del opositor Orlando Zapata, que estaba en huelga de hambre reclamando la liberación de los presos políticos.
En aquella ocasión el ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, le dijo claramente a su colega español, Miguel Ángel Moratinos, que la posición común «constituye un obstáculo insalvable para la normalización de relaciones entre Cuba y la Unión Europea», puesto que el régimen cubano la considera «obsoleta e injerencista». Por ello, en aquella ocasión el responsable cubano afirmó que no había ofrecido a Moratinos ninguna propuesta para mejorar ese «diálogo político», porque «eso es asunto interno del bloque europeo».
En estos meses, Cuba ha excarcelado y enviado al exilio a 42 prisioneros políticos, 39 de la lista del grupo «de los 75», cuya detención en 2003 tuvo como respuesta una serie de sanciones diplomáticas europeas, pero también ha votado en la ONU en contra de los intereses de la UE, entre otras cosas a la propuesta de aceptar a la organización paneuropea en la Asamblea General. El Parlamento Europeo ha concedido el premio Sajarov a la libertad de conciencia a Guillermo Fariñas, conocido opositor que precisamente obligó a reaccionar al régimen cubano con su huelga de hambre, solo interrumpida cuando empezaron las excarcelaciones. Prácticamente todos los presos que han sido expulsados a España se han pronunciado a favor de que se mantenga la posición común.
Incitar a la subversión
Sin embargo, aunque también es cierto que esa posición común europea sigue en vigor, los sucesivos ataques que ha recibido por parte del actual Gobierno español han mermado su contundencia, aunque está por ver si La Habana opina lo mismo que Trinidad Jiménez cuando dijo que la decisión de ayer suponía que «queda superada».
La posición común no excluye en ningún modo los contactos políticos con el régimen, pero establece claramente que la acción europea respecto a la isla debe estar enfocada a la promoción de las reformas democráticas. Para la dictadura castrista, eso constituye una incitación a la subversión del régimen.
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