EE.UU. prepara su respuesta tras un ataque mortal en el mar Rojo

El ataque contra el M/V True Confidence, de bandera de Barbados y propiedad liberiana, se produjo cuando el barco navegaba por el golfo de Adén, cerca de las costas yemeníes. El misil antibuque impactó y produjo tres muertos y el incendio del carguero, que fue abandonado por la tripulación. Dos de las tres víctimas mortales eran marineros filipinos. Tanto el mando central norteamericano como el británico -que patrullan en la zona para evitar los ataques hutíes (rama chií yemení)- confirmaron los hechos. Por su parte, un buque de la Armada de la India aseguró que había rescatado a veinte supervivientes.

La respuesta de la Administración Biden ha sido, hasta ahora, tímida. La Casa Blanca evalúa la situación y «pedirá cuentas», dijo el portavoz del Departamento de Estado. Por su parte, en su mensaje en redes sociales, el ministro de Exteriores británico también advirtió de que este ataque, con sus consecuencias por primera vez mortales, tendrá respuesta. «Seguiremos defendiendo la libertad de navegación y respaldaremos nuestras palabras con hechos», prometió David Cameron.

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Washington y Londres podrían coordinar otra tanda de bombardeos contra bases hutíes en el norte y oeste de Yemen -regiones que controlan, junto con la capital, Adén-, aunque es muy improbable que este ataque provoque una respuesta mayor. La solución más eficaz, una intervención terrestre en algunos puntos estratégicos de Yemen, parece descartada del todo en EE.UU., especialmente en año de elecciones.

Según Reuters, un portavoz hutí descargó la responsabilidad del ataque en Estados Unidos y en el Reino Unido, por no disuadir al comercio internacional del uso de las rutas por el mar Rojo. Cuando la amenaza empezó a materializarse el pasado mes de diciembre, los rebeldes que apoya Irán se refirieron en un primer momento a los barcos con bandera o propiedad israelí; después la intimidación se amplió a todos los buques que se dirigieran a puertos de Israel; y, finalmente, a todo el comercio mundial.

Por las rutas sometidas al chantaje se mueve aproximadamente el 15 por ciento del tráfico global de mercancías. Dada la inseguridad por los ataques de los rebeldes yemeníes -que controlan el territorio al norte del estrecho de Bab al Mandab-, algunas de las principales compañías de fletes han cancelado sus operaciones en esas rutas, aumentando el tiempo de transporte y el precio final. Los últimos informes sobre el sabotaje en el mar Rojo señalan que su impacto en la economía mundial aún no es significativo.

Irán utiliza a los hutíes del Yemen para tratar de erigirse en paladín de la causa palestina, aprovechando las contradicciones que paralizan a los regímenes árabes de la región a la hora de apoyar a Hamás. Además, el régimen teocrático de Teherán hurga en la herida de la resistencia occidental a implicarse militarmente en la defensa de la libertad de circulación en los mares. La operación de protección puesta en marcha por EE.UU. en el mar Rojo solo tiene el pleno apoyo del Reino Unido, y un respaldo parcial de otros aliados en la OTAN. El Gobierno español anunció en su día su rechazo a participar en la misión.

Las contradicciones también afloran, sin embargo, en la extraña amistad entre el chiísmo de hutíes e iraníes y el movimiento Hamás, vinculado a la mayoría suní musulmana. Suníes y chiíes han sido rivales históricos y con frecuencia han protagonizado guerras de exterminio. Se separaron por una disputa hereditaria, aunque hace tiempo que su enfrentamiento es también doctrinal.

A hutíes, iraníes y palestinos de Hamás les une en cambio un odio visceral al Estado de Israel. Todos invocan argumentos religiosos para justificar el levantamiento del mundo del islam contra los judíos, en particular la «liberación de los lugares sagrados musulmanes de Jerusalén». La proximidad del ramadán, el mes de ayuno musulmán, que despierta una inmensa ola de fervor en muchas regiones, en particular en los Territorios Ocupados por Israel, podría estar también detrás del primer ataque mortal de los hutíes.

Las próximas semanas resultarán clave para comprender el desarrollo del conflicto en Oriente Próximo, donde los muertos se cuentan por miles.