Canadá e India se enfangan en una crisis diplomática sin precedentes

Ahora, el primer ministro indio se niega a responder a unos requerimientos de Canadá para que colabore con la investigación sobre el homicidio del activista sij Hardeep Singh Nijjar en la provincia de la Columbia Británica en junio, apenas unos días antes de la visita oficial a EE.UU. De momento, la Casa Blanca no se ha pronunciado sobre estas acusaciones de Trudeau más allá de un comunicado del consejo de Seguridad Nacional que expresa «preocupación» por lo que estas suponen.

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Mientras, Canadá e India cruzan acusaciones y expulsiones de diplomáticos. El lunes, el Gobierno canadiense expulsó al responsable de inteligencia de la delegación india en el país. India respondió que las acusaciones son «absurdas» y expulsó de forma recíproca a un diplomático canadiense. El martes, el Gobierno de Modi emitió una nota oficial desaconsejando a sus ciudadanos viajar a Canadá por el «aumento de acciones contra los indios y delitos de odio políticamente motivados».

De momento Trudeau solo ha proferido acusaciones. Hay una investigación abierta y Canadá ha pedido a India que colabore. Sin embargo, el hecho de que Trudeau haya hecho públicas sus sospechas en sede parlamentaria apunta a que tiene más información de la que ha ofrecido al público. Antes, el primer ministro canadiense llevó esas mismas sospechas a su homólogo indio en la cumbre del G-20, y las discutió con Biden y con Richi Sunak, primer ministro de Reino Unido.

Aparte de India, son Canadá, Reino Unido y EE.UU. los países con mayor población sij en el mundo. El activista asesinado era miembro de esa fe, y defendía la independencia de una parte de India, algo prohibido en este último país. Nijjar, de 45 años, fue asesinado a tiros por dos enmascarados en un aparcamiento en la localidad de Surrey, en la Columbia Británica. Su muerte provocó protestas en julio en Canadá, EE.UU. y Reino Unido, en las cuales otros activistas acusaron al Gobierno de Modi de estar tras el asesinato.

No es que EE.UU. se declare ignorante de violaciones de libertades civiles dentro de India. El último informe global sobre derechos humanos del departamento de Estado norteamericano afirma abiertamente que existen «problemas significativos de derechos humanos en India». Otro informe sobre libertad religiosa alerta de la represión de minorías por parte de la mayoría hindú dominante, en especial desde el ascenso del partido de Modi -Bharatiya Janata, Pueblo Indio- al poder. Lo que no había sucedido hasta ahora, sin embargo, es que asesinos a sueldo del Gobierno de India entraran impunemente en un país miembro de la Alianza Atlántica a matar a uno de sus ciudadanos en plena calle, que es lo que sugiere Trudeau.

Es similar a lo que ocurrió en 2018 en otro país de la OTAN, Turquía. Jamal Khashoggi, un periodista con residencia permanente en EE.UU. y columnista del diario 'Washington Post' fue asesinado en el consulado saudí en Estambul por agentes saudíes. El asesinato causó una gran polémica internacional, poniendo en tela de juicio las relaciones de muchos países con Arabia Saudí. La investigación apuntó a altos niveles de implicación en el asesinato por parte del Gobierno saudí, aunque el Príncipe heredero Mohammed bin Salman negó su participación directa. Biden prometió convertir a Bin Salman en un paria, pero luego cambió de criterio, y normalizó relaciones.

Los sij son un 2.5% de la población de Canadá, unos 700.000. Ese peso demográfico ha llevado a Trudeau, que gobierna en minoría parlamentaria, a estrechar lazos con la comunidad, llegando a nombrar a cuatro ministros de esa fe.

Durante las décadas de 1970, 1980 y 1990, insurgentes sijs en el norte de India llevaron a cabo una violenta campaña terrorista para establecer una nación independiente llamada Jalistán. Muchos sijs en Canadá apoyaron a ese movimiento, recaudando fondos. En 1985 un sij canadiense planeó el bombardeo de un vuelo de Air India sobre el Océano Atlántico con 329 pasajeros a bordo.

India respondió a la insurgencia sij con una dura campaña militar que provocó la muerte de miles de civiles. Tras la toma militar de un templo sagrado, dos guardaespaldas sijs asesinaron a la primera ministra de India, Indira Gandhi.

Según varias organizaciones de derechos humanos, desde su llegada al poder, Modi ha reprimido a las minorías religiosas, incluida la de los sij. Antes de convertirse en primer ministro de India, Modi tuvo prohibida la entrada a EE.UU. por supuestamente incitar los mortales disturbios de 2002 contra los musulmanes en Gujarat, donde era gobernador.

Recientemente, las tensiones de Modi con China, incluida una breve guerra fronteriza en 2022, le han acercado a Norteamérica y Europa. De hecho, en la reciente cumbre del G-20, EE.UU. y sus socios presentaron un corredor comercial que conectará a India, Oriente Próximo y Europa, para competir con la nueva ruta de la seda china.

Por estos intereses políticos y comerciales, y la voluntad de alejarle de Rusia los analistas creen que Biden no se precipitará en sus reacciones ante las acusaciones de Trudeau. Derek Grosman, analista senior de defensa en la Corporación RAND, cree que «la Administración Biden quiere mantener a India a su lado a toda costa para ayudar a contrarrestar a China a través de la estrategia del Indo-Pacífico, y este es el objetivo principal».