António Costa desembarca en el Consejo Europeo con sus dotes negociadoras y su «optimismo irritante»

Como primer ministro, este licenciado en Derecho por la Universidad de Lisboa gobernó Portugal durante nueve años y llegó al poder tras derrocar a un opositor interno (José Seguro) y sustituirlo como líder del Partido Socialista. A ello siguió una derrota en las elecciones legislativas portuguesas de 2015 frente al PSD (centro-derecha) de Passos Coelho, primer ministro del rescate económico impuesto por la Troika.

Costa convirtió esta derrota en una victoria haciendo lo impensable: negoció acuerdos de apoyo parlamentario con partidos de izquierda radical, el PCP y el BE, que a cambio de revertir las políticas de austeridad y acabar con el Ejecutivo de derechas le dieron mayoría parlamentaria para formar gobierno.

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Costa formó su primer ejecutivo compuesto íntegramente por socialistas. Se hizo popular gobernando en la izquierda, pero cuando el contexto social le permitió gobernar en el centro y sin la izquierda, fue a elecciones anticipadas. Las ganó dos veces, la segunda con mayoría absoluta.

António Costa vive bien con el corazón a la izquierda y la cartera a la derecha. Durante nueve años ha aumentado la renta de los portugueses, ha potenciado el turismo como motor de crecimiento y desarrollo económico y ha votado a favor de la desinversión crónica en sectores del Estado como la educación y la sanidad para sacar a Portugal de la crisis financiera.

De hecho, sólo ha perdido unas elecciones en Portugal, las que le dieron el cargo de primer ministro. Antes de eso, fue alcalde de Lisboa y ministro del Interior con José Sócrates (de quien se alejó tranquilamente cuando estalló el escándalo de corrupción). Al no querer presentarse a la presidencia de la República de Portugal, dejando el puesto disponible para la eventual candidatura de António Guterres, su prestigio en Europa le ha proporcionado la presidencia del Consejo.

Tendrá que hacer frente al auge de la extrema derecha en Europa. En Portugal, la utilizó como baza política contra el partido de centro-derecha PPD-PSD, afirmando que uno nunca podría formar gobierno sin el apoyo del otro. No ha realizado grandes obras públicas. Ha gestionado silencios en múltiples crisis de gobierno, 'asesinando' ministros para protegerse a sí mismo y al ejecutivo.

Costa se presenta como un 'hacedor', alguien especializado en buscar soluciones a los problemas. El presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, le llamaba «optimista irritante» cuando lo veía todo sin resolver. Y como siempre conseguía sobrevivir con un peculiar estilo de «buen alumno sin esfuerzo». Se le tildaba de «hábil negociador».

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Cuando la investigación judicial de 'Influencer' le pasó por encima, Costa se lavó las manos y se marchó con la cara bien alta: por muchas escuchas y extractos procesales que se revelen, la actuación de la Fiscalía es cada vez menos legítima y cada vez es más improbable que se produzca una imputación.

En cuanto a las cosas del Viejo Continente, António Costa está a favor de la ayuda a Ucrania, pero nunca ha querido acelerar el proceso de ampliación hacia el Este, prefiriendo la prudencia y advirtiendo contra la creación de «falsas expectativas». Es partidario de políticas migratorias inclusivas y abiertas y ve la Unión Europea como un grupo de países en el que cada uno de los 27 avanza a su propio ritmo.