La amenaza de Trump sobre Groenlandia desestabiliza Dinamarca

Tampoco ha ayudado su colega del Partido Republicano, Andy Ogles, que ha justificado las ambiciones en el Ártico del nuevo presidente diciendo que «somos el depredador dominante. El Gobierno de Dinamarca sigue además con atención los discursos de los líderes europeos, como el de Ursula von der Leyen en Davos, que no hacen sino aumentar su preocupación. Europa parece decidida a actual con «pragmatismo» y eso se entiende como una limitación en la defensa de los derechos de Dinamarca como Groenlandia, sugiere el politólogo Mikkel Runge Olesen, investigador del Instituto Danés de Estudios Internacionales, que explica que, para Trump, «es un territorio en disputa con otras potencias como China y Rusia, y que hará todo lo necesario para mantenerlas al margen». Europa tiene tanto que perder con Trump, que en Dinamarca cunde el desánimo y la intuición de que la isla ártica puede ser víctima de una negociación arancelaria.

En este contexto, crecen las posibilidades de que Groenlandia retome su reivindicación de independencia, una tendencia alimentada por polémicos titulares a diario. El periódico 'Politiken' acaba de desvelar que, durante años, muchas mujeres en Groenlandia han estado recibiendo cada tres meses una controvertida inyección anticonceptiva, Depo-Provera, que en Dinamarca se utiliza sólo para personas con discapacidad intelectual. Los médicos creen que en Groenlandia la sanidad la dispone innecesariamente para muchas mujeres y la población inuit vuelve a ver una estrategia de extinción tras el asunto.

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Los ministros daneses se apresuran a contrarrestar este escándalo con medidas amables hacia la población de Groenlandia. El ministro de Defensa ha anunciado una inversión de miles de millones y esta semana se han abolido, por ejemplo, las controvertidas pruebas psicológicas para los padres groenlandeses, que llevaban a muchas retiradas de custodia. Pero la pequeña Dinamarca sabe que no puede competir con lo que tenga que ofrecer Estados Unidos.

La primera ministra, Mette Frederiksen, ha hablado por teléfono con Trump para intentar limar asperezas, pero después ha llamado a sus ministros a un nuevo gabinete de crisis y ha comparecido ante la prensa, blanca como la tiza, para confirmar que el presidente de Estados Unidos se mantiene firme en sus amenazas. Frederiksen ha publicado un relativamente extenso texto en Facebook en el que augura una «nueva realidad» para Europa. «Somos un país pequeño, pero pertenecemos a un continente fuerte. Un continente que ha vivido tiempos difíciles antes, y que ahora de nuevo debe encontrar toda su fuerza», ha pedido la protección de los socios europeos. También ha recalcado que su Gobierno abordará esta «inusual y feroz situación» y que se ha preparado para «varios escenarios posibles». Ha sugerido que «hay muchas cuestiones» de las que no se puede informar aún, lo que daría a entender que se guarda algún as en la manga, pero reconoce que «estamos en una situación difícil, que lamentablemente se ha vuelto más impredecible».

«Dinamarca se ve a sí misma como uno de los aliados más cercanos de Estados Unidos. Ahora, sin embargo, desde el punto de vista de Copenhague, tratan al país de la misma manera que a los estados canallas, y todo lo que queda es mirar impotentes», explica Julian Staib, corresponsal político para Escandinavia de 'Frankfurter Allegemeine', que ve una clara «desilusión» en la carta de Frederiksen a los ciudadanos.

El líder del gobierno de Groenlandia, Múte B. Egede, y su ministra de Relaciones Exteriores, Vivian Motzfeldt, son asediados por la prensa internacional. Es evidente que no están ni acostumbrados ni capacitados para este nivel de atención global. En su última rueda de prensa iniciaron la comparecencia que ellos mismos habían convocado asegurando que no iban a decir nada que no hubieran dicho antes. Su mensaje se centra en que quieren hablar con Trump y en que la isla no está en venta, aunque en cada aparición pública repiten con algo más de insistencia que quieren hablar con Trump.