Antes de ofrecer el parte de guerra, un presentador de la televisión libia exhibe el arma con la que promete defender hasta la muerte a Gadafi. «Daré mi última bala, mi última gota de sangre, al último de mis hijos, por ti», asevera ... ante las cámaras.
Pero esta no es la única demostración de apoyo ciego al dictador, ya que decenas de automovilistas animan cada noche con sus claxons a las baterías antiaéreas del ejército libio en Trípoli.
Además, centenares de escudos humanos se reúnen junto a su residencia en la capital y vitorean sus barvatas dirigidas a lo que ellos llaman la cruzada contra el islam. «Os desafío. Esta es mi casa y aquí me quedaré» , dijo Gadafi en uno de sus últimos comunicados.
Sin embargo, los aliados occidentales dicen manejar información bien distinta. Según la secretadria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, allegados al líder libio buscan en todo el mundo un lugar donde poder exiliarse .
Pero mientras la ofensiva se limite a los bombardeos actuales, el régimen cuenta con recursos para resistir. Entre ellos, 143 toneladas de oro con las que pagar a mercenarios para que frenen el ímpetu de los rebeldes.
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