Hazte premium Hazte premium

Theresa May, la hora de la inescrutable hija del vicario

Tras la retirada de Boris Johnson, la ministra del Interior, respaldada por Cameron, es la gran favorita para el liderazgo en el Partido Conservador

Luis Ventoso

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hay apodos que lo dicen todo. A Theresa May, ministra del Interior desde 2010, en los círculos del Número 10 la llaman «Karla», el nombre del remoto y eficaz jefe del servicio secreto soviético en las mejores novelas de John le Carré. May es ciertamente una persona extraordinariamente reservada, más admirada que querida y muy solvente. Una feminista sin sentido del humor y tímida, que con frecuencia prolonga sus jornadas de trabajo hasta la madrugada y nunca se permite un cotilleo o un chascarrillo. Tal vez la manera más rápida de resumirla sea decir simplemente que es una inglesa a la antigua, de sentimientos contenidos (cuando no impenetrables) y profundo sentido del deber.

Tras la retirada súbita de Boris Johnson por la traición de su aliado Michael Gove, May se ha convertido en favorita para ser el próximo 9 de septiembre, o tal vez antes, nueva líder del Partido Conservador y primera ministra. Ella es la baza de Cameron para tomarse su venganza contra su examigo Gove. El tabloide conservador «Daily Mail», un importante prescriptor entre las clases populares por sus ventas millonarias, ha pedido hoy en portada el apoyo para la ministra: «Reúne las cualidades adecuadas. Tiene la estatura y experiencia para unir al partido y al país».

En esta mañana del viernes, cargos relevantes del Gobierno, como el titular de Defensa, Michael Fallon , ya han salido a expresar su respaldo a May. El entorno de Cameron presiona a Gove para que se retire de la carrera. Puede haber llegado la hora de la hija del vicario, que el jueves presentó su candidatura sin falsa humildad: «Mi propuesta es sencilla. Soy Theresa May y creo que soy la mejor persona para dirigir este país». En un ataque claro a sus rivales, explicó que a ella no la mueve «el fervor ideológico» (Gove) ni «la búsqueda de gloria» (Boris).

La manera en que se ha definido a sí misma por eliminación explica muy bien su talante: «Yo no soy una política vistosa. No hago tours por las televisiones. No cotilleo sobre la gente en almuerzos. No bebo en los bares del Parlamento. Simplemente hago el trabajo que tengo delante». Está en las antípodas de los chicos de Eaton y del Bullingdon Club de borracheras de Oxford, como Cameron y Boris, que hasta ahora han dominado la política británica.

Theresa May solo se permite un toque que sale de su talante de discreción personificada: la ropa impecable y los mocasines más atrevidos de la cadena Russell & Bromley. Entre 2002 y 2003 fue por un breve tiempo la primera mujer presidenta del Partido Conservador. Aún resuenan los ecos de su valiente discurso demandando la modernización de la formación, a la que llamó «nasty party», en expresión que luego copiaría Esperanza Aguirre. Pero también se recuerdan los audaces zapatos de estampado de leopardo que calzaba aquel día.

El vicario anglicano Hubert Brasier, casado con Zaidee y vecino de la campiña de Oxfordshire, solo tuvo una hija, Theresa. A los doce ella comenzó a sentir el interés por la política, que se fue alimentando por el tono de las cenas en casa, donde su padre contaba los problemas de los feligreses y la comunidad e intercambiaban impresiones. Estudió en un buen colegio de pago (algo que en Inglaterra todavía te marca la vida adulta enormemente) y de allí pasó a Oxford, donde estudió Geografía.

En las dos mejores universidades inglesas la titulación elegida es un poco lo de menos, allí se va a que te amueblen la cabeza y puedes acabar trabajando en la City habiendo estudiado literatura francesa, o clásicas. En la universidad encontró a su marido, Philip, hoy banquero, dos años menor que ella. Se conocieron en la disco de una asociación de estudiantes tories y su primer punto en común fue la pasión por el críquet. Todo en May es quinta esencialmente inglés. No falla un domingo en las misas de la Iglesia de Inglaterra y tiene una casa buena a orillas del Támesis, en un recodo hermoso donde ha comprado mansión George Clooney.

Celosa de su privacidad

Philip y Theresa se casaron en 1980 y el matrimonio ha sido un éxito, una relación cómplice y segura, aunque con una sombra: no pudieron tener hijos, algo que pese a que su vida privada está oculta tras una cámara blindada consta que la entristeció. Si gana la carrera, esta tory convencional, a la que algunos comparan con su admirada Thatcher, tendrá en el cordial Philip a su Denis Thatcher.

La ministra del Interior que más tiempo ha durado en el cargo en los últimos cincuenta años basa su éxito en una cosa que siempre funciona: horas, dedicación, a veces hasta las dos de la madrugada. Es hípercontroladora, detallista, muy desconfiada. Y dura: se cuenta que en una ocasión sujetó por las solapas a un funcionario que le había entregado un informe muy mal hecho. Feminista, fue cofundadora en 2006 de la asociación Women2win , que promueve que haya más mujeres en el Parlamento.

Alta, delgada, estrecha de hombros y de hueso fino, le gusta caminar por el monte, pero se le nota que jamás ha hecho deporte. En 2012 sufrió el segundo mayor disgusto de su vida: nunca había estado enferma y repentinamente le detectaron una diabetes del tipo 1. El mayor golpe lo recibió en 1981, la muerte de su padre en accidente de coche y la de su madre al año siguiente. Los adoraba, pero nunca habló en público de su dolor. En el código de conducta de May, el de la Inglaterra previa a los desparrames emocionales que comenzaron con la muerte de Lady Di, los sentimientos se guardan dentro y la vida personal del político no es asunto del público.

Siendo una conservadora clásica, que en cierto modo encarna los valores de una Inglaterra rural más añorada que real, Theresa May no deja de ser también una outsider en el partido, al igual que su rival, Michael Gove. Él porque procede de familia humilde y llegó a Oxford a golpe de beca. Ella porque está muy lejos del perfil de etoniano cargado de testosterona que representan Cameron, Osborne, Boris… May sabe que la gente de a pie a veces lo pasa mal. Lo ha visto y se acuerda. Lo recordó expresamente el día en que lanzó su candidatura: «Si tú eres de una familia trabajadora ordinaria, la vida es mucho más dura de lo que muchos políticos piensan. Francamente, no todo el mundo en Westminster entiende lo que es vivir así y algunos necesitan que les digan que el Gobierno no es un juego».

La comparan con Merkel

Es euroescéptica de viejo, pero la lealtad es una de sus cualidades, y apoyó formalmente a Remain siguiendo a su jefe, Cameron. Hizo una campaña astutamente desganada y ya ha dicho que no habrá segundo referéndum: «Brexit es Brexit». Descarta convocar elecciones adelantadas y no quiere activar el artículo 50 que inicia la desconexión con la UE antes de fin de año, porque cree que antes de hacerlo el país debe tener una estrategia clara de a dónde quiere ir.

Como ministra del Interior, falló en el control de la inmigración, el mayor talón de Aquiles de Cameron en el referéndum, pues habían prometido bajar los inmigrantes a cien mil al año y son 330.000. Pero su hoja de servicios es buena. Por lo de pronto, desde que apareció, el Daesh todavía no ha logrado golpear en el Reino Unido y se han impedido varios atentados. También logró en su día la extradición desde Jordania del clérigo terrorista Abu Qatada y logró echar del país a otro, Abu Hamza. Ha sido valiente intentando arrojar luz sobre el escándalo de pedofilia en los círculos de poder de Westminster. Su memorable bronca a la asociación de policías en 2014 se convirtió en un vídeo contagioso en internet. Les vino a llamar vagos y corruptos y les exigió más trabajo y menos lloriqueo sindical. No rechistaron.

Muchos la comparan con Merkel, solida, fiable y templada. El tiempo dirá que guarda Karla, la hija del vicario, dentro de su enigma.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación