Un verbo de hierro bajo una frágil apariencia para defender la campaña de Sarkozy

Casada con un profesor de izquierdas ( Jean-Pierre Philippe ), madre de dos hijos de seis y dos años, Kosciusko-Morizet podría haber hecho en la empresa privada la prometedora carrera de todos los ingenieros de la más famosas de las escuelas, creada por Napoleón, la Politécnica, vivero de los más clásicos cuadros de la industria francesa, desde casi dos siglos. Pero se dejó arrastrar por la tentación de la vida pública, para entrar en política, como diputada conservadora, el 2002 .

En verdad, su carrera no comenzó hasta cinco años más tarde, cuando entró en el primer gobierno de Sarkozy, recién elegido jefe del Estado. Desde entonces, Kosciusko-Morizet ha cultivado un jardín íntimo, secreto, que el presidente/candidato ha terminado consagrando, al elegirla como portavoz de su campaña. Su nombramiento es el fruto de una sofisticada alquimia política.

Entre la guardia pretoriana del candidato Sarkozy, los hombres ocupan la función de arietes brutales: intentando seducir al electorado ultra ( Claude Guéant , ministro del Interior), haciendo guiños al conservadurismo tradicional ( Alain Juppé , ministro de Asuntos Exteriores), prometiendo garantías de rigor ( François Fillon , primer ministro). En ese club muy cerrado de los sarkozystas de choque, las mujeres tienen puestos eminentes: Nadine Morano es la mosquetera intrépida y brutal, Jeannette Bougrab es la hija triunfante de inmigrantes magrebíes .

Nathalie Kosciusko-Morizet es la mujer capaz de plantar cara y vencer a cualquier hombre (de izquierda y derecha), con un pedigrí conservador intachable, una formación intelectual excepcionalmente rara y brillante, y la determinación política de los húsares de la más alta caballería ligera. Acompaña a Sarkozy en todos sus viajes nacionales e internacionales, desde hace meses.

Ambos han aprendido a conocerse y apreciarse . Él respeta el rigor intelectual de su portavoz, que ha probado su gran arte en el manejo de la daga en los pasillos del poder, sin desdeñar el uso del florete en las escaramuzas familiares y el manejo del sable en la batalla a campo a abierto. Ella respeta en Sarkozy la temeridad del general de campaña que ama el cuerpo a cuerpo del combate de calle en una ciudad sitiada. Si Sarkozy fuese reelegido, Kosciusko-Morizet sería recompensada con generosidad. Si Sarkozy fuese derrotado, su portavoz comenzaría la batalla de sus aspiraciones más íntimas hacia la cúspide del Estado .