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El guardián del Santo Sepulcro

Salvador Rosas, franciscano de 38 años, tiene la misión de guardar la tumba de Jesús, donde ha estado encerrado los dos meses del confinamiento

Los lugares santos de Jerusalén reabren sus puertas de forma gradual

El padre Salvador Rosas M. AYESTARAN
Mikel Ayestaran

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La luz se cuela de nuevo por la puerta del Santo Sepulcro. Después de dos meses de clausura por el coronavirus, los fieles pueden volver a entrar a rezar en el lugar en el que, según la tradición, murió y resucitó Jesús, situado en el ... corazón de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Estos dos meses de encierro han sido especiales para las tres comunidades, católicos y ortodoxos griegos y armenios, que gestionan una basílica en la que, pese a estar la puerta cerrada, no se ha detenido la actividad. «Ningún día hubo interrupción de oración comunitaria de ninguna de las comunidades que habitamos en el interior, el ritmo de vida fue siempre el mismo y así vivimos también la Semana Santa, sin peregrinos, pero sin interrupciones», asegura el padre Salvador Rosas , que a sus 38 años es el guardián asignado por los católicos al lugar más sagrado para el cristianismo.

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