El porvenir de las dos primeras damas de Francia
Bruni, casada con Sarkozy a la sombra del poder, saca disco este otoño. Trierweiler, conocida periodista, no prevé contraer matrimonio con Hollande
alberto sotillo
El 17 de abril, cuando la campaña ya pintaba mal para Sarkozy, su esposa, Carla Bruni, llamó a la redacción del semanario Le Point para acusar toda la Prensa de atacar sin piedad a su marido. Les espetó: «Que sepáis que si mi hombre es ... derrotado, se os va a acabar el chollo . ¿Qué vais a contar del otro? Vais a tener que reciclaros».
En campaña, Carla ha apoyado a «su hombre», siempre con una sonrisa y un toque de ternura. Pero ella fue también la primera que le advirtió que si perdía, tendría que retirarse de la política. Ahora prepara su vuelta a la vida de artista. Este otoño lanzará nuevo disco con renovado repertorio de canciones románticas . Y ya se especula sobre si le aceptarán con los brazos abiertos sus compañeros de bohemia, más bien inclinados hacia las élites exquisitas que han estado en guerra contra Sarkozy durante los últimos años.
Lo que en todo caso es inimaginable es que el hiperactivo Sarkozy se limite a preparar la cena a su esposa tras verla triunfar en los escenarios . Más vale que el mundo entero le busque un empleo internacional a Sarko. Por el bien de la pareja.
De reportera a primera dama
Valerie Trierweiler, compañera del presidente electo de Francia, François Hollande, ya está familiarizada con el Elíseo, ya que durante veinte años ha sido corresponsal política de Paris Match . Conoce bien los pasillos del poder y a quienes los frecuentan. «Nunca me dejé impresionar por los poderosos», llegó a afirmar. Aunque al menos un poderoso sí que le impresionó: su compañero Hollande, de quien se enamoró en el ejercicio del poder y la política.
Lo que Valerie asegura desconocer es en qué consiste el papel de primera dama de Francia. «No hay una escuela donde se enseñe semejante cosa» , ha señalado. Sin embargo, ella no es persona que se vaya a limitar al papel de «señora del Elíseo», tipo Bernardette Chirac, ni al de bohemia del poder, como Carla Bruni.
Ella ha sido una de las principales asesoras de campaña de su compañero François. A ella se le atribuye la responsabilidad de hacer adelgazar diez kilos a su marido (prohibidos dulces y grasas) y de hacerle cambiar, ¡al fin!, sus horrorosas gafas .
Pero un problema inmediato se le plantea a la futura primera dama. Su situación de compañera, sin haber contraído matrimonio con el presidente de la República , puede provocar problemas en las visitas de Estado a los países que no reconocen como cónyuge a quién no ha formalizado su relación como esposa o esposo legal.
Carla Bruni y Nicolas Sarkozy no tuvieron ningún problema en convertirse en esposo y esposa. Pero esta pareja quiere parecer más contestataria. Y Hollande ya afirmó que «no irán al matrimonio obligados por motivos morales» . Ella, más prudente, mantiene silencio.
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