La turbia vida de ‘Jane Roe’, la mujer que hizo del aborto un derecho
Norma McCorvey (su verdadero nombre) abanderó y traicionó todas las causas en el debate del aborto. Por ella se estableció como un derecho en EE.UU. Décadas después se volvió activista provida. Antes de morir dijo que lo hizo por dinero. Sus hijas asisten al desmantelamiento de su legado
El Supremo de Estados Unidos se dispone a anular la legalización del aborto
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Iniciar sesión‘Roe’ es un apellido sencillo . Una sola sílaba, fácil de pronunciar. Cualquiera recuerda sus tres letras, las cita, las deletrea. Su sencillez, sin embargo, esconde un debate de gran complejidad en EE.UU.: el del derecho al aborto. Todo el país tiene a ‘ ... Roe’ estos días en su boca, de los informativos a las charlas de peluquería . Se refieren a la sentencia del Tribunal Supremo ‘Roe vs. Wade’ , que estableció el aborto como un derecho respaldado por la Constitución en un caso de 1973.
A punto de cumplir medio siglo, el mismo tribunal podría tumbarlo. Esta semana se ha filtrado el borrador de una sentencia que indica que la mayoría conservadora –reforzada por tres nombramientos durante la presidencia de Donald Trump– apunta a romper el precedente y permitir a los estados dictar leyes restrictivas o prohibitivas con el aborto. Varios estados sureños conservadores –el llamado ‘cinturón de la Biblia’– ya lo han hecho, más de una veintena lo planean, y el Supremo está cerca de darles la razón, en una decisión que agitará y dividirá todavía más a un país roto por las diferencias ideológicas y culturales.
‘Roe’ es el apellido de ‘Jane Roe’, la mujer demandante en aquel caso de 1973. Es un nombre falso, inventado para conservar su anonimato. Detrás de él hay una historia complicada y turbulenta , que durante décadas enturbió todavía más la pelea volcánica sobre el aborto en EE.UU. Primero como símbolo del establecimiento del derecho a interrumpir el embarazo. Después, como una activista comprometida con la causa. Más tarde, se cayó del caballo y abrazó la causa provida . Poco antes de su muerte en 2017, anunció que su conversión era falsa. Un giro final que dejó claro que lo único cierto de ‘Jane Roe’ era su nombre real: Norma McCorvey.
«Esta es mi confesión en el lecho de muerte. Cogí su dinero, me pusieron delante de una cámara y me dijeron lo que tenía que decir»
«Esta es mi confesión de lecho de muerte», dijo entonces al director Nick Sweeney en el momento cumbre del documental ‘AKA Jane Roe’, estrenado en 2020, y filmado en 2017. «Cogí su dinero, me pusieron delante de una cámara y me dijeron lo que tenía que deci r», aseguró sobre su conversión religiosa y política antiabortista a mediados de 1990 , después de haber sido abanderada de la causa a favor del derecho al aborto durante décadas. «Y eso es lo que dije».
McCorvey aparecía en el documental en las últimas, enchufada a dos tubitos que le proporcionaban oxígeno. «¿Fue todo teatro?» , le preguntó el director sobre su defensa de la causa antiabortista. «Sí», respondió ella. «Y se me daba bien además».
Una vida disoluta
Era el último cambio dramático de guion de una vida que se apagó poco después y que había empezado 69 años en el sur pobre y devoto de EE.UU. Creció en Luisiana y Texas en un entorno desestructurado y problemático, de esos que abren la puerta a que la vida se descarrile. La madre, alcohólica, era violenta con ella y su hermano. Su padre les abandonó.
La pequeña Norma lo intentó con solo diez años: junto a una amiga robó la caja de una gasolinera y se fugaron. Llegaron hasta Oklahoma City, donde la limpiadora de un motel las sorprendió besándose y las denunció a la policía (la gran relación sentimental de su vida sería con una mujer, Connie Gonzales, con la que estuvo décadas). Desde entonces, entraba y salía de centros para menores. Estaba más segura fuera que dentro .
Se casó a los 16 con un hombre que le dio su apellido y palizas. Y su primera hija, Melissa, que acabó adoptada por su abuela. Sobrevivía entre trabajos esporádicos en locales nocturnos, enganchada al alcohol y a las drogas. Una segunda hija, Jennifer, también fue adoptada. Volvió a quedarse embarazada con 21 años. Era el año 1968. Trató de denunciar que le habían violado un grupo de hombres negros, con la idea de obtener permiso para el aborto, prohibido entonces para la mayoría de casos en Texas.
No funcionó, y acabó asesorada por un grupo de abogados abortistas que buscaban casos que impulsaran el derecho en todo el país. Ella era uno ideal: pobre, desasistida, incapaz de permitirse un viaje a otro estado u otro país para interrumpir su embarazo. McCorvey se convirtió entonces en ‘Jane Roe’ y su demanda estableció el derecho al aborto en todo EE.UU . La paradoja es que ella nunca abortó, porque el caso se extendió más allá de su embarazo y dio a luz a otra niña, Shelley. También la entregó en adopción.
«Los columpios están vacíos y es por mi culpa»
‘Jane Roe’ volvió a ser Norma McCorvey muy pronto . Poco después de la sentencia, se presentó ante la prensa y desveló su identidad. Defendió que trató de abortar porque sufría depresión y se veía incapaz de trabajar y mantener a una hija. Empezó a involucrarse en el activismo proaborto, con charlas y conferencias en su entorno.
Pero pronto, en los ochenta, acabó bajo el ala de Gloria Allred , la gran abogada feminista , que la convirtió en bandera del movimiento. Quizá no era la más adecuada para el papel. Siempre necesitada de dinero, deslenguada y, sobre todo, con dudas. «Los columpios están vacíos y es por mi culpa», le dijo una noche, afectada por el alcohol, a una amiga.
Convertirse en una heroína del movimiento feminista, viajar por todo el país, alternar con los famosos y los políticos no la hizo feliz. Ella, una buscavidas sin educación, una superviviente de la pobreza y del abuso, no encajaba entre los activistas de izquierdas, intelectuales y universitarios. «No era suficientemente buena para ellos. Yo era una chica de la calle », dijo en una entrevista a un periódico local de Dallas en 1995.
Ese fue el año en que se cambió de bando. Una organización provida estableció su sede al lado de una clínica abortista en la que ella trabajaba como voluntaria. «En el centro de las matanzas, en las puertas del infierno, aquí es donde la iglesia de Jesucristo tiene que estar », defendía su presidente, el reverendo Flip Benham. De forma sorprendente, trabó amistad con él.
Ahí comenzó su redención. Abrazó la fe evangélica y la bautizaron en la piscina de una casa de Dallas. Y empezó su activismo contra el aborto. Para la causa provida, no había mayor trofeo que ella. Hasta ‘Jane Roe’, la mujer que estableció el derecho al aborto en todo el país, comprendía que la interrupción del embarazo era un asesinato . No podía haber mejor enseñanza ni ejemplo de conversión. Pero si McCorvey sufrió para llevar la bandera proaborto, lo mismo ocurrió en la causa provida. Su historia alucinante, de película, estaba llena de sombras.
McCorvey siguió diciendo que estaba a favor de que hubiera aborto dentro del primer trimestre de gestación. Los líderes evangélicos le presionaron para que, al menos, no lo dijera de forma pública. También para que rompiera con Gonzales, su novia. Ella dijo que sí a todo. Pero, como se supo después, a cambio de dinero. Se llevó, al menos, 450.000 dólares, según detalló el documental en el que lo confesó todo. Pero quemó las ganancias y acabó, como toda su vida, malviviendo. «Solo va a pescar dinero», protestó Benham en un artículo de ‘Vanity Fair’ en 2013.
Su tercera h ija, Shelley , cuyo intento de aborto propició la sentencia ‘Roe vs. Wade’ también tenía a su madre por una persona dominada por el interés. Su identidad se conoció hace solo unos meses, en un artículo publicado en ‘The Atlantic’ en septiembre del año pasado . Se llama Shelley Lynn Thornton y no tuvo relación, por deseo propio, con su madre, aunque McCorvey lo intentó.
Bandazos ideológicos
«Tuve claro muy pronto que la única razón por la que quería contactarme y encontrarnos era porque quería usarme para darse publicidad », dijo en octubre en una entrevista a la cadena ABC News. «No merecía conocerme. No hizo nunca nada en su vida para ganarse ese privilegio». Thornton coincidió en la complejidad de su figura y de los bandazos ideológicos que dio: «Ambos lados se aprovecharon de ella. Pero también ella se aprovechó de ambos lados».
Otra de sus hijas, Melissa, reaccionó con disgusto a la filtración del borrador que apunta a tumbar el derecho al aborto a nivel nacional. «No puedo creer que esto nos pueda devolver a la situación de hace cincuenta años», criticó en una entrevista en MSNBC. «No todas las mujeres quieren tener un hijo, no todas las mujeres son madres . Y solo una mujer puede decidir sobre ello».
Es una opinión a la que McCorvey regresó en el documental de antes de su muerte. «Si las mujeres deciden tener un aborto, debe ser seguro. ‘Roe vs. Wade ayudó a salvar vidas », defendió. No importa si esa era su postura definitiva y sincera. Lo relevante es que la vida de ‘Jane Roe’ revela la complejidad de un debate que ahora incendia EE.UU.
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