Bruce Budowle, científico forense de la Oficina Federal de Investigación de EE.UU. (FBI): «La dificultad del bioterrorismo es que se aprovecha de nuestros avances»

-Usted, que conoce de cerca el horror de la violencia humana, ¿qué impresión tiene de la guerra que se acaba de desencadenar?

-La guerra es un peligro para todos, pero mi principal preocupación es el terrorismo. Nosotros nos dedicamos a tomar todas las medidas posibles para prevenirlo.

-Tras el 11 de septiembre, ¿qué medidas han incorporado?

-Mayor seguridad, más trabajo en el terrorismo biológico, químico y nuclear, más métodos de detección y supervivencia.

-¿Cómo combaten el bioterrorismo, de actualidad estos días?

-El terrorismo consiste en causar miedo, daño físico y económico, destrucción, y utiliza diferentes mecanismos: armas químicas, explosivos, gas venenoso, terrorismo nuclear o biológico. Este último consiste en utilizar material biológico, como microorganismos o toxinas para causar daño a la gente o hacer creer que se puede causarlo, como haciendo creer que un paquete contiene ántrax. Nosotros tenemos que desarrollar mejores formas para identificar los verdaderos agentes biológicos de los falsos lo más rápido posible, buenos laboratorios y prácticas para procesarlos y precisamente yo me dedico a organizar esos medios para el Gobierno. Estamos desarrollando un nuevo campo en la Medicina forense llamado microbioforense.

-¿Pueden anticiparse al desarrollo de nuevas armas biológicas por parte de los terroristas?

-Tenemos que prevenir y también descubrir quién realiza los atentados, ser tan buenos o más que el contrario, es un tira y afloja. Porque la tecnología para hacer armas biológicas es la misma que para los medicamentos y vacunas, de modo que mientras se desarrolla mejor tecnología para la salud, los terroristas la aprovechan para sus fines. La dificultad es situarse siempre por delante. Tengo la esperanza de que no se use esa tecnología.

-Usted, que vio de cerca los daños del 11-S, ¿cree que se utiliza la guerra para vengar a las víctimas?

-Para mí es difícil responder a eso, porque no estoy en el campo político.

-Desde el punto de vista científico, ¿cómo se gestionó la crisis del 11 de septiembre?

-Fue un procedimiento muy difícil, porque dos grandes edificios se vinieron abajo retorciéndose como en una trituradora y la gente quedó atrapada. Además, la presión elevó la temperatura en la parte de abajo como en un horno y el hierro se estuvo fundiendo durante semanas. Se puede imaginar qué difícil fue la tarea de identificar restos humanos. De las 2.800 víctimas, sólo 300 cuerpos se podían identificar en el momento, la mayoría de bomberos. Había miles de piezas, muchas de ellas diminutas, con las que no se podían utilizar los métodos tradicionales. No tenían huellas, ni dientes, ni tatuajes o marcas en la piel que pudieran ayudar, lo único que servía era el ADN. Nunca habíamos tenido una tragedia de esta magnitud. Se creó un grupo de expertos para analizarlo todo y formar a más personal, para hablar con las familias, crear métodos científicos, interpretarlos, buscar otros nuevos y desarrollar nuevas tecnologías.