Acoso y derribo de las Fuerzas de Seguridad palestinas

Los habitantes de Ramala, Belén, Nablus o Yenín esperan que Sharón no tome como ejemplo el cerco de Sarajevo y afloje pronto la soga de carros de combate que les mantiene desde hace días dentro de casa. Batuta en mano, cual flautista de Hamelín, el primer ministro dirige la orquesta de los helicópteros «Apache» con el acompañamiento de los M-16, que interpretan una melodía compuesta expresamente para que los terroristas salgan de su madriguera.

Pero cada día son más las voces que señalan que el objetivo de las operaciones emprendidas en las últimas semanas no es acabar con los terroristas palestinos que cruzan la línea verde para inmolarse o que aprovechan un cambio de rasante para tirotear un convoy de colonos.

Los ataques constantes y a gran escala que lleva a cabo el Ejército israelí contra instalaciones de la Seguridad Palestina llevan a pensar que la finalidad de Sharón no es otra que el desmantelamiento de los organismos de Defensa de Yaser Arafat. De esta forma, quedaría libre el camino para dar un nuevo mordisco al pastel de los Territorios Ocupados, ya que sin Fuerzas de Seguridad palestinas, los israelíes se autotransferirían el poder en los lugares en las que estas operan desde 1994. En tal caso, el pequeño «área A» de Cisjordania, un seis por ciento aproximadamente (bajo control de la Autoridad Palestina), se vería reducido aún más en beneficio del «área B» (administrado por la ANP pero bajo control policial y militar israelí).

De esta forma se pueden explicar ataques como el de finales de 2001 contra el complejo «Arafat City» de Gaza, incluido el laboratorio antiterrorista palestino, o el de esta semana contra el edificio de la Seguridad Preventiva en Betunia, con el general Jibril Rajoub al frente. En los dos casos Israel justificó sus acciones basándolas en los supuestos vínculos entre las Fuerzas de Seguridad palestinas y acciones terroristas.