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Así viven cuarenta y cinco familias romaníes en Francia

ABC recorre un campamento situado en la afueras de París, Poissy, para ver cómo es su día a día

Así viven cuarenta y cinco familias romaníes en Francia i. a.

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La carretera que lleva al poblado romaní de Triel Sur Seine, en Carrière-sous-Poissy, situado en las afueras de París (Francia) , está sin asfaltar, como si fuera un camino por el que pasaran animales. En su entrada se pueden ver una mugre de restos de basura esparcidos en el suelo. No hay contenedor.

«Estos desechos no son de los romaníes, sino de la gente local. Los romaníes queman sus desperdicios, pero los servicios municipales no se encargan de recoger la basura en esta zona», dice a ABC Jean Pierre Bercovici, responsable de la organización Cáritas Francia en el departamento de Yvelines, situado en la Isla de Francia. « El alcalde de Poissy (el socialista Frédérik Bernard) no quiere asfaltar el camino, piensa que así se irán los romaníes» , añade el activista.

Al poco de circular por la vereda la policía francesa interrumpe a Jean Pierre para preguntarle qué hace en esa zona. Él responde que es un voluntario de la organización «Secours Catholique» , y las fuerzas del orden le permiten que continúe circulando. Al llegar al campo, que está relativamente cerca de una urbanización residencial, una multitud de niños saludan a Jean Pierre. Llama la atención la cantidad de coches que hay, algunos de ellos desguazados, y los restos de basura quemada que están en el centro de las caravanas donde viven las familias. «Muchos de los romaníes trabajan separando la basura y vendiendo los metales que encuentran», señala Jean Pierre y afirma que todos ellos son romaníes que provienen de la misma región en Rumanía, cerca del Danubio.

En palabras de Jean Pierre, los residentes de Poissy no ven con buenos ojos a las 45 familias (un total de 200 rumanos incluyendo a los niños) que actualmente están viviendo en el campamento de Triel-sur-Seine. Esto no es un ejemplo aislado, sino que forma parte del gran debate abierto en Francia sobre la desmantelación de los poblados de emigrantes romaníes. Recientemente, el ministro francés de Interior, Manuel Valls , ha cifrado en 5.000 a los romaníes expulsados por el gobierno socialista desde junio de 2012 , y ha subrayado que desde entonces han disminuido los actos de delincuencia que se les atribuye. Al igual que Valls muchos de los alcaldes de los municipios franceses están en contra de la proliferación de campamentos gitanos y critican la no integración de los romaníes -teniendo en cuenta que las elecciones municipales en Francia se celebran en marzo de 2014–. Pero las duras declaraciones de Valls, quien ha afirmado que los gitanos procedentes de Rumanía y Bulgaria no deben permanecer en Francia, han sembrado la discordia dentro de las filas del Gobierno socialista del presidente francés, François Hollande.

Vivir como los franceses

Julián Barbu de 37 años es un padre de familia que vive en el campamento de Triel con su mujer Simona y sus seis hijos. Acaba de conseguir un contrato de trabajo de tres meses como limpiador: cinco días a la semana, ocho horas al día, obteniendo 1.200 euros de salario mensual. «Nosotros queremos trabajar, queremos que nuestros hijos aprendan a leer y a escribir y que tengan la misma vida que los franceses», dice Julian a ABC . Mientras Julian conversa con la reportera, otra de la activistas de Caritas Francia realiza un taller, dentro de una de las caravanas, en el que enseña a los niños rumanos qué son los microbios y cómo deben protegerse de ellos con guantes cuando recojan la basura. Utiliza una tableta Ipad para impartir la lección.

El activista Jean Pierre asegura que todos los pequeños del campamento de Triel están escolarizados. Algunos acuden a la escuela primaria y otros a la secundaria, la cual está a un kilómetro de distancia. Asimismo añade que tuvieron problemas para escolarizarlos en la escuela secundaria, ya que «el director» no quería que en sus aulas hubiese alumnos romaníes.

La mujer de Julián, Simona de 32 años, nos enseña su casa. Es una caravana sin ruedas de segunda mano, inhabilitada para circular, en ella viven ocho personas. «Los romaníes suelen comprar las caravanas viejas a los gitanos, que viven en un poblado cercano, por doscientos euros», afirma Jean Pierre quien introduce a la reportera en la casa de Simona.

En el exterior de la vivienda se puede ver una antena de televisión, también varias bicicletas que no parecen estropeadas y una cubo de color violeta que la familia usa para asearse, para lavar la ropa y los cacharros. Al entrar, Simona recoge un par de calcetines que están esparcidos por una de las camas y los guarda disimuladamente en su bolsillo. En el interior de la caravana hay dos televisiones, luz y dos camas de matrimonio. En una de ellas duerme un bebé, uno de los seis hijos de Simona y Julian. La vivienda, al igual que la del resto de la de sus vecinos no tiene lavabo, ducha, grifo, ni lavadora.

«Empezamos a cavar un pozo para haber si había agua, pero no encontramos nada. Por eso las familias tienen que comprar garrafas en el supermercado (su coste es 80 céntimos por cinco litros) . Electricidad sí que hay, pero a veces se producen cortes», explica el cooperante Jean Pierre. Pese a esto, los rumanos del campamento de Triel viven en mejores condiciones que las familias romaníes que duermen en las calles de París. Estas familias indigentes mendigan en zonas concurridas y duermen con sus recién nacidos al aire libre.

Mercedes y BMW

Cuando se le pregunta a Simona qué futuro le gustaría para sus seis hijos ella responde que querría vivir en un apartamento e irse del poblado. «Intentamos pedir ayuda al gobierno en el año 2007, pero no teníamos papeles. Ahora que he conseguido este contrato de trabajo espero que sea más fácil», afirma su compañero Julián.

Sin embargo, la situación de Julián y Simona es una excepción. La mayoría de los romaníes no tienen un contrato laboral ni papeles para trabajar en Francia . Muchos de ellos viven separando la basura y haciendo sus «negocios», tal como afirma a ABC Marianne, una madre de familia que tiene cuatro hijos. Sin embargo, no especifica cuales son dichos negocios.

Los romaníes más jóvenes se emparejan con 15 o 16 años. Jean Pierre especifica que muchos de ellos viven juntos sin estar casados. Algunos tienen pasaporte francés y otros no. La mayoría son cristianos evangelistas, aunque también hay ortodoxos . Llama la atención que en el campamento haya un coche de la marca Mercedes y otro de la marca BMW. Según Jean Pierre los automóviles son «de amigos de los romaníes que no viven en el poblado», y pide a la reportera que no los fotografíe. Al salir del campamento, Jean Pierre se cruza con el pastor del poblado, quien viaja en un lujoso Mercedes. «Él es el jefe del clan», señala el activista.

De camino a la estación de tren de Poissy, hay un campamento de gitanos franceses. «Los gitanos franceses , a diferencia de los romaníes, han nacido aquí, no tienen problemas con el idioma ni con la documentación. Viven en mejores condiciones ya que disponen de electricidad, duchas y de buenas caravanas con las cuales viajan como nómadas por todo el país», afirma Jean Pierre. Por la ventana de su turismo se puede ver el poblado de los gitanos nómadas franceses. En uno de los coches hay un cartel en el que está escrito: «Se vende caravana; precio 4.300 euros». La diferencia entre los gitanos franceses y los romaníes de Triel es que los franceses no quieren cambiar su estilo de vida, mientras que los rumanos sí. Aunque de momento, el gobierno y la sociedad francesa se preocupa más de cómo deshacerse de ellos que de integrarlos.

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