ESPECIAL HALLOWEEN 2025
Habla un experto: la verdad histórica tras las tres leyendas más terroríficas de Halloween
Javier Pérez Campos publica 'Nocturnos', un recorrido a caballo entre el ensayo y la investigación periodística
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Iniciar sesiónTodavía no ha caído el sol, pero la atmósfera es íntima y cálida; solo falta el crepitar de las velas para terminar de ambientar la sala. Y, quizá, el aullido largo y melancólico de un lobo para acompañar la historia de terror que nos ... relata Javier Pérez-Campos: «¿Lo que más miedo me ha dado hacer por la noche? Fue una vez que me quedé solo en el punto más alto de Ibiza: el lugar en el que, en 1972, se estrelló un avión». Allí, en aquella tumba de piedra que vio morir a más de un centenar de personas tras un triste accidente, este periodista se percató de que apenas soplaba el viento y los pájaros no cantaban. «Lo reconozco, me fui en mitad de la investigación».
Es lo que tiene la oscuridad, diantre: que esconde horrores –imaginados o no– y que hace aflorar los miedos más irracionales. «El ser humano se siente especialmente vulnerable por la noche porque, hace miles de años, era el momento perfecto para convertirnos en víctimas de un depredador», explica. Hoy, en cambio, se ha convertido en el instante predilecto para narrar historias como las que trae este colaborador habitual de los programas de Iker Jiménez en su nuevo libro: 'Nocturnos' (Planeta). Una obra a caballo entre el ensayo y la investigación periodística en la que, entre otras facetas, repasa las historias reales que existen tras las leyendas más extendidas de Halloween. Que haberlas, haylas; como las meigas.
Jinete sin cabeza
Pérez-Campos sonríe y bromea. Casi cuesta imaginarle frente a un teclado en mitad de la noche más profunda: su hora fetiche para escribir. Le preguntamos por su historia favorita del libro, y la tiene clara: «¡La leyenda del caballero sin cabeza! Conecta directamente con la literatura porque fue inmortalizada en 1820 por el escritor Washington Irving en 'The legend of Sleepy Hollow'». Luego vino la película homónima aunque, para entonces, ya era uno de los mitos que estremecían a pequeños y adultos. «Al investigar sobre este tema descubrí que proviene de una historia muy desconocida: la de Arturo Vidal, un jinete mexicano que acabó decapitado. Conseguí hallar el libro en el que se narra y descubrí unas ilustraciones que he introducido en 'Nocturnos'», añade.
Dice el periodista que la de Arturo Vidal es la historia de un cuatrero del siglo XIX que sembraba el caos en la localidad de Corpus Christi, allá por Texas. «Los Rangers, un cuerpo policial de la época, le dio caza a él y a toda su cuadrilla. Le decapitaron y ataron su cadáver a un gigantesco caballo negro, un mustang, que cabalgó con él a cuestas durante semanas», explica Pérez-Campos. Los pueblos cercanos empezaron a hablar de un caballero fantasma que aterrorizaba la frontera, pero la leyenda se esfumó cuando los restos, ya momificados, fueron hallados cerca de un lago. «Terminó enterrado en una tumba anónima del rancho La Trinidad, y ahí siguen», completa. Este mito fue el que, años después, ficcionaron unos y otros.
–¿Qué es lo que más miedo te ha dado hacer por la noche, Javier?
–Respeto mucho los temas esotéricos, las invocaciones espectrales, las ouijas… Hay una cosa que me da especial pudor: escuchar alguna vez mi nombre en mitad de la noche en un bosque. Dicen que no se debe responder a la llamada porque es casi un acto de comunión con el 'otro lado'. Hay un refrán maravilloso atribuido a la 'Huestia' o 'Santa Compaña': 'Andad de día, porque la noche es mía'. En realidad era una lección de vida: aconsejaba evitar andar a deshoras por caminos solitarios porque el mal acechaba.
Payaso asesino
Mientras avanza la entrevista el sol empieza a marchitarse; hasta el astro rey hace un guiño a Pérez-Campos. Y este responde regalando a ABC uno de los casos que «más miedo» le ha dado escribir: el de John Wayne Gacy. «Él pertenecía a una categoría diferente, un tipo de monstruo que no necesitaba máscara para suponer una amenaza; un adulto integrado en la sociedad, respetado por sus vecinos, casado y que se vestía como el payaso Pogo para actuar en hospitales infantiles de Chicago, donde vivía, a mediados del siglo XX», desvela. Un tipo normal en apariencia que resultó no serlo tanto. Y es que, cuando llegaba el crepúsculo, desataba faceta más estremecedora.
«Al caer la noche, Gacy secuestraba jóvenes, se los llevaba a su casa, los violaba, los torturaba y los asfixiaba hasta la muerte. Incluso les devolvía a la vida para seguir abusando de ellos», asevera Pérez-Campos. John Douglas, el investigador del FBI que fundó la Unidad de Ciencias de la Conducta, le definió como una suerte de araña que solo actuaba cuando tenía en su tela a las víctimas, indefensas. «Su esposa y su suegra se preguntaban por qué olía tan mal en su casa. Él decía que eran las aguas del río, que se filtraban a la vivienda, pero la realidad es que escondía 29 cadáveres bajo el sótano», señala. En total, asesinó a 33 personas entre 1972 y 1978. Por fortuna, le capturaron.
–¿Por qué crees que nos gusta tanto a los seres humanos leer sobre asesinatos, maldades y temas oscuros?
–Es parte de nuestro instinto de supervivencia. Leyendo sobre el mal puedes aprender para protegerte de él. Hace miles de años éramos las víctimas perfectas para el depredador. Siempre pongo el ejemplo del dientes de sable: un animal que suponía un peligro para nosotros porque no teníamos la vista bien desarrollada. Eso nos hizo desarrollar otros sentidos como el del oído. Así, cuando se acercaba a las guaridas, podíamos escapar. Creo que esa agudización de los sentidos la seguimos teniendo en la noche, cuando todos los ruidos nos llaman la atención. Es una necesidad, pero hace que estemos más alerta y que aumente el miedo.
Novia cadáver
Aunque hay cosas ante las que cuesta estar alerta, y una de ellas se vivió en la isla de Cayo Hueso, en Florida, a principios del siglo XX. «Fue allí donde vivía Carl von Cosel. Este radiólogo alemán tuvo la suerte, y a la vez la desgracia, de que, el mismo día en que conoció al amor de su vida, Helena Milagro de Hoyos, le detectó una tuberculosis», explica Pérez-Campos. Aquella joven bellísima y de grandes ojos negros murió al poco tiempo y él, convencido de que su fantasma le decía que la sacara de su tumba, la desenterró y se llevó el cadáver a casa. «Allí intentó reconstruirlo y devolverlo a la vida poco a poco».
Nocturnos
- Editorial Planeta
Aquello fue, dice el periodista, una locura que se extendió durante siete largos años: «Lo intentó reconstruir con vendajes y líquidos para evitar la descomposición; fabricó una máscara de cera para cubrir su rostro, le cambió los ojos por unas bolas de cristal, creó unos mecanismos de hierro para sustituir a las articulaciones… Al final, convirtió un cadáver humano en una cosa espantosa». Cuando completó aquella macabra obra, se casó con ella en una ceremonia en plena noche. «Por eso hablo de la 'Novia cadáver', la inspiración de la película de Tim Burton», sentencia Pérez-Campos. Pero lo que más le turba es que, lo que en su momento fue definido como «una preciosa historia de amor» fue en realidad «necrofilia».
–¿Te preocupa que tus novelas puedan inspirar a asesinos?
–Me da mucho miedo que suceda. Creo que lo peor que le puede pasar a un autor es que se vincule su obra a algún crimen. A Stephen King le pasó con 'It' y 'Pennywise', y tiene que vivir sabiendo que ha sido el detonante.
Si bien Pérez-Campos no ha mirado a los ojos de asesinos como los que recoge en su ensayo, sí ha escuchado testimonios que hielan la sangre. Funcionarios que atendieron a José Bretón, por ejemplo. Y todos coinciden en algo espeluznante: la mirada es capaz de transmitir un terror casi tangible. «La última víctima del 'Cazador de Anchorage', que sobrevivió a sus intentos de asesinato, dijo que, al cruzar sus ojos, se quedó paralizada de miedo», completa. Y eso es algo que, confirma, recuerda lo vulnerables que somos. Nuestro entrevistado, por fortuna, nos mira con cierta ternura mientras se dispone a firmarnos el libro. Y hasta nos hace una petición: que lo leamos por la noche. Queda prometido.
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