Cultura en familia y cultura de familia

Esta confusión me asalta también con una frase que circula inocuamente: 'cultura en familia', 'arte en familia' o 'música en familia'. Por eso, previamente me planteo: ¿cómo es la cultura de mi familia? Aquí nos lo jugamos todo. Si nos esforzamos por generar una gran cultura de familia seremos como grandes recipientes, en los que cabrá aprovechar las mil de oportunidades de enriquecimiento cultural que tenemos hoy, especialmente en las grandes ciudades.

Porque en la familia empieza todo. La familia genera cultura, mucho antes de que la cultura pueda ser «producida» o «consumida». Desde niños. ¿Tienen los pequeños de la casa libros en las estanterías bajas, que puedan tocar, manipular y hasta romper? ¿No? Difícilmente saldrán lectores. ¿Leemos cuentos y contamos historias? ¿Comentamos y damos sentido a todo lo que nos va pasando, en el cole, la universidad, las extraescolares, las salidas de los viernes por la noche, las catequesis? ¿Cantamos juntos, aunque sea desafinado? ¿Comemos juntos? ¿Pedimos a los jóvenes que se quiten los auriculares y dejen el móvil a la hora de cenar?

Todo esto es decisivo. Y con eso preparamos a todos los miembros de la familia para participar, para reconocer y disfrutar juntos de las grandes obras de la cultura: las obras maestras (las de los genios) y las obras populares, de autoría colectiva. Desde una gran exposición hasta el baile regional de la fiesta de ese pueblo que en verano se llena y en invierno está vacío. Cuando la cultura de la familia es rica, mejora la capacidad de contemplar, de escuchar y de dar sentido a la cultura que nos rodea. Y, además, nos da criterio para reconocer la cultura con mayúsculas, la que expresa lo mejor del hombre y nos hace crecer como personas de las culturas que despersonalizan y estandarizan.