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Estos son los cambios educativos más urgentes, según el mejor profesor de España de Secundaria y Bachillerato

Rafael Bailón es profesor de Lengua y Literatura y el voto de sus alumnos le ha permitido ser reconocido por los premios «Educa Abanca»

En la imagen, el profesor Rafael Bailón en una de las aulas donde imparte clases Antonio Arenas
Laura Peraita

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Rafael Bailón , profesor de Lengua y Literatura, ha sido nombrado mejor docente de España en la categoría de Educación Secundaria y Bachillerato de la IV edición del «Educa Abanca», un certamen nacional en el que, a propuesta del alumnado, se reconocen las buenas prácticas de los profesionales de la educación.

¿Qué supone para un profesor recibir este reconocimiento, y más en una etapa escolar en que los estudiantes que le han votado están en plena adolescencia y es más habitual que tengan su mente más apartada de los estudios?

Cierto es que la adolescencia representa una etapa difícil, siendo un período de desarrollo y de cambios tanto físicos como psíquicos. Hemos de acercarnos a ellos para conocer sus inquietudes. Para ello, hay que preguntarse: ¿ Sabemos realmente qué les preocupa ? No olvidemos que nuestro papel es fundamental para nuestros jóvenes, debiendo ayudarles en pro de conseguir esa formación integral (el enseñante no puede limitarse exclusivamente a cuestiones académicas).

En relación a este premio, es para mí motivo de enorme satisfacción, si bien me invita a seguir trabajando. Ser docente es una elección, un modo de vida. A mi juicio, trabajo en la profesión más gratificante de las que existen, aunque enseñar es algo más que impartir conocimientos.

Creemos un glosario con 'palabras clave' u objetivos del buen docente: motivar, empatizar, fomentar la creatividad, innovar, inspirar, detectar las necesidades educativas de nuestros destinatarios, transmitir positividad en nuestras clases, contagiar ilusión, comunicar… Todo esto y mucho más debe formar parte de nuestro día a día, siempre amando nuestro trabajo. Por último, considero que el error no puede ser castigado (equivocarse es algo natural que debe formar parte del proceso de enseñanza-aprendizaje).

En un país como el nuestro en el que se lee poco y en el que las redes sociales sustituyen en una gran mayoría a un buen libro, ¿cómo consigue un profesor de Lengua y Literatura que sus alumnos lean?

Los tiempos cambian y hemos de adaptarnos a los nuevos gustos, ¿por qué no aprovechamos las redes sociales para fomentar la lectura dentro y fuera del aula? No debemos ver las redes sociales como enemigas y sí como un posible aliado para nuestra causa. Yo lo intento cada día, con herramientas diversas tales como un blog bajo el título de «Es un placer leer», cuentas en Instagram o Twitter, canal de youtube, el Facebook de los amantes de la lectura (Goodreads) o redes de recomendaciones.

De igual forma, el alumnado realiza exposiciones orales sobre libros que previamente han trabajado (nunca impuestos), planteando también actividades atractivas tales como: book tráilers, vídeo-poemas, retos lectores a través del juego «Grandes lectores», grabaciones de podcasts (conduzco un programa radiofónico titulado «El rincón docente»), reseñas, incentivos a los mejores lectores mediante un concurso interno, desayunos literarios…

Por otro lado, resulta muy positivo introducir la gamificación ; es decir, darles la posibilidad a nuestros alumnos de aprender divirtiéndose. Me gusta mucho seguir la premisa latina «docere, delectare et moveré» (enseñar, divertir e implicar).

¿Qué se hace bien y qué errores se cometen en los colegios en general en este sentido?

A mi juicio, los centros educativos se centran demasiado en los contenidos, sin detenernos en cómo hacer las cosas. El sistema educativo actual es eminentemente teórico, sin hacer frente a los desafíos de la vida. Los docentes tenemos que convertirnos en guías de los aprendizajes de nuestros alumnos, fomentar la creatividad y escucharles de forma activa.

¿Por qué nos quedamos únicamente con los resultados sin hacer una valoración del proceso?

Debemos fomentar el trabajo de equipo e implicar a todos los participantes. La distribución de la tarea pone en valor la interacción alumno-alumno, así como posibilita una relación de reciprocidad en la que el estudiante se encuentra cómodo (se erige en protagonista).

¿Cómo trabaja en el aula para motivar el aprendizaje? ¿Qué metodologías emplea?

Antes de comenzar la clase, escribimos una frase en la pizarra, lo que denominamos «la frase del día». Para mí, la gestión de las emociones es un ingrediente más que ayuda a sumar en pro de alcanzar nuestras metas. Así, trabajamos valores fundamentales en nuestra sociedad: tolerancia, amor, comprensión, ayuda… Algunos teóricos insisten en lo que han denominado «educación vital», de Miguel Mederos. Este maestro aboga por una nueva educación, basándonos en la aventura, los proyectos o retos .

Para Mederos hemos de alcanzar un enriquecimiento personal y comunitario a través de la educación. Cada día, trato de ser algo más que un mero transmisor de contenidos, dándole sentido a cada una de las acciones llevadas a cabo (relaciono los conocimientos con nuestro día a día). Aprendizajes que atraigan es el mandamiento que trato de cumplir, despertando la curiosidad en mis receptores. Desarrollar la autonomía y mejorar la autoestima son otras dos premisas que me he autoimpuesto en las metodologías empleadas.

¿De qué manera es capaz de mantener una cercanía con ellos sin que le traten de igual a igual o le pierdan el respeto?

Siempre pienso que el respeto se gana o no, dependiendo de tu actitud. Hemos de conseguir alcanzarlo con hechos y nunca desde la imposición. En nuestra profesión, todo suma. Así, es fundamental saber ponerse en el lugar del otro, entender qué les preocupa a nuestros alumnos y saber aconsejarles.

Un docente debe convertirse en un modelo o espejo, inspirar con sus comportamientos, aceptar las críticas y estar dispuesto a la mejora porque algunas personas no saben encajar la crítica.

¿Se involucran lo suficiente los padres o a la edad de estos alumnos dejan todo en manos del profesor?

Nos encontramos de todo. En una misma clase, vemos padres que quieren ser colegas de sus hijos, si bien no conocen la realidad de los mismos. Del mismo modo, tenemos también progenitores represores, capaces de hundirles.

En un tercer grupo están los «padres pasotas», esos que viven en otro mundo y que te exigen no molestarles. Por último, encontramos también otra clase bien distinta: generadores de confianza.

De todos ellos, evidentemente me quedo con estos últimos, siempre que sean capaces de transmitirles sabios consejos, reconozcan sus logros (por grandes o pequeños que pudieran resultar desde fuera) y cooperen con los docentes de sus hijos por un objetivo común.

Muchos padres se enfocan en la formación de sus pequeños en Infantil y Primaria, pero después piensan que sus hijos son capaces de enfrentarse a los estudios solos. ¿Qué ganarían los alumnos de Secundaria y Bachillerato si sus padres les apoyaran en su aprendizaje?

Los estudiantes necesitan a sus progenitores para mejorar en su aprendizaje. La participación parental es necesaria , desde la escucha y ánimo a sus hijos, las tutorías con los profesores o la asistencia a reuniones de padres, entre otros aspectos.

¿Qué deberían plantearse?

Predicar con el ejemplo, así como mostrar seguridad, paciencia y coherencia a los hijos. Si en el aula una simple frase ayuda, podemos hacer lo propio en cada casa.

Los padres deberían felicitar a sus hijos por el esfuerzo, creer en ellos. Como dijo Mathew L. Jakobson: «Detrás de cada niño que cree en sí mismo, hay padres que creyeron en él primero».

¿Cree que esta generación de estudiantes tiene claro qué salidas profesionales quieren seguir, o cada vez están más confusos sobre la trayectoria a seguir?

Todos hemos necesitado ayuda en algún momento de nuestra vida, y las nuevas generaciones también necesitan que les guíen. En este sentido, es necesario reforzar la relación entre el sistema educativo y el mercado laboral , así como orientar a nuestro alumnado hacia caminos que les resulten atractivos.

De igual modo, la capacidad crítica y la creatividad deberían fomentarse (lo creo firmemente, en la línea de lo que opina Sir Ken Robinson), no concediendo tanta importancia a los exámenes y sí al APRENDIZAJE (con mayúsculas): ese que nos permitirá crecer como personas.

¿Qué hay que cambiar en nuestro sistema educativo?

El sistema educativo español necesita cambios urgentes. La media de fracaso y abandono escolar temprano es muy superior a la de la UE. Si queremos derribar este muro que nos perjudica enormemente, necesitamos un cambio de mentalidad en el que participemos todos. No basta con otorgarle la responsabilidad única a los docentes. Es necesario tejer una red de apoyos, estando presentes de manera activa las familias, pero también los políticos (sin intereses ni luchas partidistas).

Debemos luchar por una escuela inclusiva que no excluya y abogar por proyectos compartidos para nutrirnos unos de otros. Necesitamos un aprendizaje vivencial y significativo, eliminar la inútil memorización, así como contar con ratios acordes (no más de 20 alumnos).

Apelo a la educación emocional, a ese proceso educativo, continuo y permanente al que se refiere Rafael Bisquerra, a la necesidad de convertir las competencias emocionales en elemento esencial del desarrollo integral de la persona.

Por último, necesitamos un 'pacto por la educación'. Un consenso entre todas las fuerzas políticas , estando presentes las opiniones de los docentes. La formación del profesorado, la elección de los directores, la organización y autonomía de los centros educativos, una nueva Formación Profesional o la reducción de la ratio (no más de 20 alumnos por aula), son algunos de los temas que deben solucionarse.

Si queremos reconstruir la realidad, una educación integral de calidad para todos será el pilar sobre el que sustentar los cambios o modificaciones que se produzcan. Reducir las diferencias curriculares entre las distintas comunidades, diseñar nuevos currículos o plantear un sistema basado en la equidad y calidad son algunos de los objetivos que tendrían que estar sobre la mesa.

¿Es tan útil la tecnología en el aula? ¿Qué cambios nos esperan al respecto?

Siempre soy de la opinión de usar cada cosa en su justa medida. Cierto es que su empleo hace más atractivos los contenidos, capta poderosamente la atención de nuestro alumnado, pero no es menos cierto que no podemos ni debemos desechar la metodología tradicional .

Hemos de ver el uso de la TIC como un complemento de enseñanza y aprendizaje, permitiendo al alumnado participar en dinámicas de grupo, suscitando el debate o guiando el conocimiento de un modo bien distinto. Eso sí, la educación a distancia, digital, no debe sustituir jamás la cercanía de la enseñanza presencial.

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