El verano más amargo de Alfonso Diez

El duque viudo fue siempre un hombre dócil y discreto . Sin el apoyo de Cayetana también era un hombre diferente en un ambiente donde siempre le miraron con cierta precaución. Los únicos que no mantuvieron distancia con él fueron los íntimos de su mujer, con los que hasta la fecha sigue teniendo trato, aunque con menos frecuencia.

Tras firmar un acuerdo económico con los herederos de su difunta esposa y percibir algo más de un millón de euros en sucesivos plazos, Diez cumplió lo pactado, que fue un silencio sepulcral sobre su vida en común con los Alba y optó por comprarse un piso en el barrio de Chamberí y alquilar el que usaba hasta la fecha. Con ese dinero además terminó de pagar la hipoteca de la casa de Sanlúcar que apenas ha usado y quiere vender. Diez quiere administrar sus cuentas de forma inteligente tras jubilarse como funcionario del Ministerio de Trabajo, donde durante un tiempo se encargó de organizar los viajes del Imserso.

El 20 de noviembre, cinco días después de que Alfonso celebre su 67 cumpleaños, se cumplirán tres años de la muerte de Cayetana. Un tiempo que ha servido para que el duque viudo retome sus clásicas costumbres como ir al cine casi a diario, al gimnasio, o pasear a los perros y ocuparse de sus hermanos. Así estaba Diez hasta el pasado mes de julio, cuando las cosas en su familia se complicaron hasta el dramático punto de ver cómo dos de sus hermanos perdían la vida con quince días de diferencia . Por eso, Diez y los suyos han pasado el verano más amargo de sus vidas. La muerte por neumonía de su hermano, que desde la infancia sufría parálisis cerebral fue un mazazo que les destrozó. Y ni qué decir tiene el fallecimiento de su hermano Daniel , que luchaba contra un cáncer.

Alfonso ha intentado llevar la enfermedad de su hermano en silencio, volcado en acompañarle a los tratamientos, de ahí que algunos reporteros le vieran salir y entrar del hospital Jiménez Díaz el pasado julio, cuando seguían los pasos de María Teresa Campos en el mismo centro médico. «Alfonso está muy hundido. No hace ninguna vida social y solo está con la familia. De vez en cuando ha comido con Cayetano Alba , pero prefiere vivir retirado de todo y llevar su dolor en privado», comenta un íntimo amigo.

La tragedia familiar ha llegado acompañada de la iniciativa que ha presentado la Hermandad de los Gitanos de Sevilla, que quiere rendir homenaje a la duquesa con un monumento en el lugar donde reposan sus cenizas en la iglesia del Valle. Doña Cayetana siempre expresó su deseo de que sus restos mortales reposaran allí, en la iglesia de la que era hermana y a la que tanto ayudó en su reconstrucción y en el manto de la Virgen.

Pasan los años y en ese lugar solo hay una sencilla placa que recuerda la fecha y el nombre de la fallecida, pero que no está a la altura de la difunta. «Para la hermandad supone un gran honor poder dar este paso y devolver el agradecimiento que la cofradía tiene con quien ha sido la embajadora más grande que haya podido tener Sevilla y la hermandad», aseguran a través de un comunicado. Para ello se ha encargado un proyecto al artista José Antonio Navarro Arteaga , que se sufragará por cuestación popular así como por una serie de personas y entidades que quieren sumarse a la iniciativa, que también hace especial ilusión a su hijo Cayetano, uno de los impulsores de este homenaje, que esperan tener realizado en breve.