Raquel Mosquera, la del manojo de puerros
La vulgaridad en su máxima expresión. El no va más del horror. El espanto servido en exclusiva. El ridículo muy bien pagado. Lo que el dinero ha unido que no lo separe otra exclusiva. Etcétera, etcétera. Se llame como se llame, se diga como se ... diga, la anunciada y ridiculizada boda de la peluquera Raquel Mosquera y su novio nigeriano ha conseguido vencer todos los obstáculos y hoy luce espléndida en la portada de las revistas que han pagado por ese reportaje (los más optimistas calculan el montante final en el equivalente a 30 millones de pesetas), poniendo así una nota exótica a sus clásicos de siempre y dando carnaza nueva a los forenses del corazón, algo que siempre agradeceré infinitamente.
La viuda de Carrasco (¿devolverá algún día las pertenencias y los recuerdos de su marido a su hija Rocío?) no titubea cuando afirma que lo único que siente es no haber conocido a Tony antes, y lo hace mientras muestra su tremendo vestido ribeteado en plumas a juego con sus extensiones-imposibles en el pelo o el piercing que lleva en la nariz. Lo mejor del conjunto es el ramo de novia, lo que se dice un manojo de puerros, que bien herviditos y con unas cuantas patatas pueden convertirse en una estupenda purrusalda que tanto entona en estos días de frío.
Pero entre las perlas de la Mosquera hay algunas que no tienen desperdicio. Por ejemplo, cuando asegura que su Tony es un chico fino y elegante y que basta ver cómo la ha cambiado para comprobarlo (!), o que aún no conoce a su suegra quien, por cierto, ni se planteó viajar a Madrid. ¿Tendrá algo que ver con el hecho de que la parejita no cobrará la exclusiva hasta que se haya publicado? Es el chollo de la Mosquera, que ahora debe preparar los reportajes que hará con su Tony, al que pondrá en bañador y pareo como ya hiciera con el desaparecido Pedro Carrasco. Muchos nunca la perdonarán por cómo ridiculizó al campeón de boxeo con esas absurdas y ambiciosas exclusivas.
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