La biografía más explosiva de Máxima llega a España
El libro que viene precedido por el malestar de la Casa Real holandesa, que presionó para que no se publicara
Temió obsesivamente que en el momento crucial de su boda se le escapara un «sí», pero finalmente dijo «ja». Porque Máxima Zorreguieta, la argentina que ilumina la Corte de Holanda desde el 2 de febrero de 2002, sabe sujetar bien las riendas de su apreciada ... espontaneidad cuando la ocasión lo requiere. Y su enlace con el Heredero de la Casa de Orange culminaba un esforzado proyecto vital. No sólo el suyo propio, sino también, quizá, el de su familia. Eso es al menos lo que se argumenta de forma documentada en «Máxima, una historia real», la biografía no autorizada de la Princesa escrita por los periodistas Gonzalo Álvarez Guerrero y Soledad Ferrari que, tras arrasar en Argentina y en Holanda, llega ahora a España de la mano de la editorial Laocoonte. Un libro que viene precedido por el malestar de la Casa Real holandesa, que presionó para que no se publicara. Pero, ¿qué fue lo que despertó tantos recelos en palacio? ¿Qué revelación escocía? Máxima, según confirma Gonzalo Álvarez Guerrero, no carga con un pasado escabroso, pero sí ha sido sometida a un «maquillaje» social y aupada al pedestal de unos orígenes de prosapia que el libro desmonta. «Ni de la alta sociedad porteña ni de familia adinerada», resume Soledad Ferrari, la coautora de la obra.
De hecho, esta biografía retrata a los Zorreguieta como una familia de quiero y no puedo. De las que (como los «Miau» de Galdós) priman las apariencias en busca de eso que los sociólogos llaman «capital social». Por eso sus padres matricularon a la pequeña Máxima en el colegio de niñas más elitista de Argentina, el Northlands, a costa de muchos sacrificios. En vez de apuntarla al comedor escolar, la cría se llevaba la comida en un «tupper», igual que en los inviernos de esquí en Bariloche se tenía que conformar con el sándwich de jamón y queso que le preparaban en casa mientras sus amigas tomaban hamburguesa y coca cola en los bares de moda.
Máxima es la primera hija de Jorge Zorreguieta y María del Carmen Cerrutti. Su padre tiene otras tres hijas de un matrimonio anterior y, de hecho, no pudo formalizar su unión con la madre de la Princesa hasta 1987 (cuando Máxima era ya una adolescente), pues el divorcio no era legal en Argentina en los primeros años de su relación. De esa segunda unión nacieron cuatro hijos.
Gonzalo Álvarez Guerrero explica a D7 que Jorge Zorreguieta fue en su juventud «un play boy, jugador de polo. Un hombre atractivo pero sin fortuna. Y en su vida profesional siempre ha sido un «lobbysta»». Las conclusiones de las investigaciones de los dos autores del libro sobre la relación de Zorreguieta con la feroz represión de la dictadura de Videla, de la que llegó a ser secretario de Agricultura, coinciden con la versión de los hechos más aceptada hasta ahora: de ningún modo participó activamente en ella, pero tampoco la pudo desconocer.
Era obvio que desde el mismo momento de su publicación «Máxima, una historia real» tenía que suscitar algún tipo de reacción en su protagonista. Álvarez matiza que «no fue cuando salió a la venta, sino incluso antes. No sabemos cómo se filtró el libro, pero nos consta que le llegó a la Princesa». «Nuestras fuentes -añade- nos han explicado que le gustó mucho la parte en la que se detallan sus raíces familiares, pues ella misma desconocía muchas cosas sobre los Zorreguieta llegados del País Vasco, pero le incomodó enormemente la versión que damos sobre su primer encuentro con el Príncipe Willem Alexander en la Feria de Abril de Sevilla». Porque frente al relato «oficial», el de que se trató de un encuentro casual en el que Máxima desconocía incluso quién era el Heredero holandés, los autores defienden que se trató de una jugada planificada por su amiga Cynthia Kauffman. Por entonces Máxima trabajaba como ejecutiva de cuentas en Nueva York y convivía con un alemán, Dieter Zimmermann. Esa relación sentimental pasaba por un profundo bache y Cynthia aprovechó la coyuntura para ejercer de celestina. Envió al Heredero holandés, a quien conocía, unas fotos de Máxima que sirvieron para «calentar» la cita hispalense.
Los dos autores coinciden en que lo que en ningún caso se puede negar a la Princesa es su carisma: «Incluso quienes nos han hablado mal de ella admiten que es una persona que destaca, que sobresale. Es muy inteligente y tenaz, y enseguida supo ganarse el favor de la Reina Beatriz». «Holanda -opina Gonzalo Álvarez- está acostumbrada a mujeres fuertes en el Trono, y Máxima aporta lo que al Heredero le falta». Una encuesta la acaba de aclamar como la mejor madre de los Países Bajos. Su trayectoria como consorte en el seno de una Monarquía opulenta está firmemente asentada sobre su enorme popularidad y su deslumbrante sonrisa, la de los Zorreguieta de toda la vida. Esa familia que no quería ser del montón.
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