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La cruzada judicial de la señora Clooney

A Amal Alamuddin se le amontonan los casos con clientes de alto rango: ahora defenderá al expresidente de Maldivas

La cruzada judicial de la señora Clooney cordon press

javier ansorena

La agenda de Amal Clooney echa humo: durante el día, mucho trabajo en peleas judiciales sobre derechos humanos y clases en la Universidad de Columbia , donde es profesora visitante esta primavera. Por la noche, salidas románticas con su marido, George Clooney. El miércoles, se les vio en el bar del legendario Cipriani’s, en el Midtown de Manhattan, tomando una copa con una amiga. La semana pasada, cena para dos en Babbo, uno de los restaurantes en la ciudad del cocinero Mario Batali. En anteriores ocasiones visitaron Kappo Masa –allí compartieron mesa con la actriz Ellen Barkin–, Scalinatella, Café Boulud o Patsy’s, donde se unió la madre del actor . A Amal Clooney también se le ha visto almorzar con Anna Wintour en Lambs Club a finales del mes pasado y muchos dicen que su estilo impecable tiene que ver con su proximidad a la influyente editora.

Ahora, la abogada británico-libanesa suma un nuevo foco de atención: la defensa legal del expresidente de Maldivas, Mohamed Nasheed, que fue puesto en prisión hace un mes en su país acusado de actos de terrorismo. Nasheed , que en 2008 se convirtió en el primer presidente democrático del archipiélago del océano Índico, se enfrenta a una condena de trece años de cárcel. Su juicio y encarcelamiento provocó protestas multitudinarias en Maldivas y la reacción de la comunidad internacional: EE.UU., Canadá, India, Naciones Unidas y grupos de derechos humanos han criticado el carácter político de su detención y el retroceso democrático del país.

Ahora, este activista, que ha pasado buena parte de los últimos 20 años entre rejas, busca aumentar la presión sobre el actual de Gobierno, dirigido por el presidente Abdulla Yameen, con un equipo legal de primer nivel: además de Amal Clooney, contará con el abogado Jared Genser, que ha representado a dos premiados con el Nobel de la Paz –la birmana Aung SanSuu Kyi y el chino Liu Xiaobo–; y con Ben Emmerson, que ha sido juez en tribunales internacionales sobre Ruanda y la antigua Yugoslavia.

A sus 37 años, Amal Clooney cuenta con un amplio historial en casos mediáticos sobre derechos humanos. Por ejemplo, participó en la defensa de prisioneros políticos, como la ex primera ministra de Ucrania, Yulia Timoshenko, o el periodista de Al-Jazeera Mohamed Fahmy, encarcelado en Egipto. También formó parte del equipo legal de Julian Assange que trabajó para evitar su extradición a EE.UU., colaboró en la batalla legal por reivindicar la existencia del genocidio armenio y representó a un grupo de católicos norirlandeses supuestamente torturados en 1971 por las autoridades de Reino Unido.

Una de las batallas en las que sigue inmersa es la recuperación de un grupo de esculturas del Partenón –los llamados «mármoles de Lord Elgin» – a favor de Grecia. Se espera que el bufete londinense para el que Clooney trabaja, Doughty Street Chambers, presente este mes tres propuestas al estado griego para que esas joyas del patrimonio heleno regresen a su territorio.

Con tanta actividad legal, no faltará tema de conversación en las escapadas nocturnas de los Clooney a los mejores restaurantes de Nueva York. Nasheed, el último defendido de Amal Clooney, ha sido una voz incansable en la lucha contra el cambio climático –su país es uno de los que más riesgo corren con la subida del nivel del océano-, una causa que siempre ha contado con el apoyo de George Clooney. Se ha especulado que el actor, que nunca ha ocultado su activismo, se lanzará algún día a la arena política. No hay duda de que su mujer estaría lista para esa batalla.

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