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Ángel Garó: «La gente me pide chistes, pero yo jamás he contado un solo chiste»

Alejado de la televisión, vuelve al teatro con «En esencia», en la que actúa con su hermana

Ángel Garó: «La gente me pide chistes, pero yo jamás he contado un solo chiste» ernesto agudo

julio bravo

Hace cerca de un cuarto de siglo, un joven llamado Ángel Garó irrumpía en el omnipresente «Un, dos, tres», armado con un atuendo negro, desde el que desplegaba su paleta de personajes: Juan de la Cosa, Chikito Nakatone, Pepe Itárburi, Maruja Jarrón, Maruchi... Ha pasado el tiempo, y el actor se asoma a los escenarios con cuentagotas y la televisión no entra, de momento, en sus planes. «Decidí abrir un impasse, porque lo que me ofrecían no me agradaba. Las cadenas ya saben quién soy y qué puedo hacer; no es que esté peleado con la televisión, pero lo que se hace actualmente, lo que me ofrecen, no me interesa: la granja, los pollos, las selvas...».

El próximo 9 de noviembre, Garó presentará en el Nuevo Teatro Alcalá «En esencia», un espectáculo en el que le acompaña su hermana Olga –«una actriz que trabaja únicamente para mí»–, y donde intenta contar «lo que ha pasado en estos veinticinco años; cuento mis vivencias desde que empecé... Hablo de mi venida a Madrid, de la impresíón que me causó Lola Flores cuando la conocí... Saco mi vena de cantante con un homenaje a mi bisabuela, doy algunas ideas sobre la crisis...»

Los tiempos de la televisión quedan lejos, pero nunca ha dejado el mundo del espectáculo. « No he parado de trabajar desde entonces . Hice 36 programas en el “Un, dos, tres”, y al año y medio me estaba llamando Consuelo Berlanga para “¿Qué pasó con?” Y yo estaba en los mejores teatros de España, pero eso parece que no tiene trascendencia».

Seis meses de terror

Aquellas sevillanas japonesas de Chiquito Nakatone o los antichistes de Pepe Itárburi recondujeron la carrera de aquel aspirante a actor, que vino desde La Línea de la Concepción a Madrid, donde Cristina Rota le concedió una beca en su escuela: «No tenés techo», me dijo. Antes de que Chicho Ibáñez Serrador le convirtiera en una estrella, pisó escenarios alternativos como Berlín Cabaret o El rincón del arte nuevo. Julián Reyzábal lo llevó a la sala Cleofás, «que para mí era como ir a Las Vegas». La experiencia no salió bien: « Lo pasé muy mal, estuve allí seis meses de auténtico terror , porque el público me insultaba, se reía de mí, pasaba por delante del escenario, y yo no sabía manejar aquello. Fue un fracaso, lo pasé fatal y llegué a pensar que yo no valía para esto; pero volví al Berlín Cabaret, de allí Chicho me llevó a la televisión».

Garó reconoce que «caí en mi propia trampa. En aquellas salas donde empecé yo no podía recitar “El embargo”, de Gabriel y Galán. Tenía que hacer reír. Empecé a escribir mis propios guiones y a crear mis personajes, y tuve tanto éxito que esos monólogos marcaron mi carrera. Con lo a gusto que se está de actor , dentro de un reparto». En lugar de eso, la gente le pide chistes por la calle o le llama el de los chistes. «Y yo jamás he contado un solo chiste. Se lo dije una vez a Montserrat Caballé y ella me respondió: “No te preocupes, a mí me piden que les cante coplas».

Renacentista de vocación, Ángel Garó reparte su tiempo entre los escenarios, el museo que tiene en Estepona –«hay trescientas obras de arte, desde el siglo XV hasta Picasso»– y su restaurante en Málaga. «Lo he llevado personalmente, incluso dirigiendo la cocina, durante seis años». Le encanta cocinar, confiesa: «Mi especialidad es la cocina arábigo-andaluza, andalusí, con toques judíos, además de los potajes de toda la vida, que me salen muy ricos». Escribe y también pinta: « La pintura me gusta con pasión . También pinto, aunque me da vergüenza decirlo; me gusta pintar con toques impresionistas; soy de La Línea, y de allí es José Cruz de Herrera, un pintor muy colorista del que yo he aprendido mucho. La cocina, la pintura, la escritura... son manifestaciones de una única vena artística. Yo soy esencialmente actor, pero pringarte las manos en todas las facetas es enriquecedor para cualquier artista».

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