El éxito de Rosalía Mera, una empresaria discreta e independiente
La exmujer de Amancio Ortega huía de las cámaras y de los grandes titulares, pero asumía con naturalidad su inevitable posición de referente para toda una generación de mujeres trabajadoras
itziar reyero
No es fácil imaginar la trastienda íntima de quien, según las listas de oro de la revista «Forbes», ha sido la mujer más rica de España sin la menor intención de ejercer como tal. Lo fue en su condición de fundadora del imperio ... textil Zara, que levantó junto a su exmarido y padre de sus dos hijos, Amancio Ortega, tras un inicio humilde como costurera de batas de boitiné que también despachó pescado. En el escaparate, en el a simple vista del etiquetado, ninguna señal de su fortuna material se hacía en ella aparente. Discreta por naturaleza, siempre huyó de la pomposidad del universo empresarial de trajes caros y cuentas corrientes lo suficientemente kilométricas como para aliviar deudas con la conciencia colectiva. Porque Rosalía Mera Goyenechea (La Coruña, 1944-2013) fue, única y principalmente, Rosalía hasta el final.
Seguramente las zapatillas deportivas compradas en cualquier centro comercial del barrio eran solo un guiño de su desenfado, de su posición bien pegada a ras del suelo. Con ellas aterrizó en Bilbao, en vuelo regular, para asistir al tributo que sus amigas del Club siglo XXI le brindaron en octubre de 2011 como referente de mujer emprendedora y de éxito, moderna, liberal e independiente , tal vez el más decente de todos los ejemplos. Huía de la cámara y del titular, aunque asumió con coherencia y sin mayor afán su posición de referente para la primera generación de mujeres que se incorporó de golpe al mercado laboral. «Nosotras -decía- nos movemos con otro motor. Hemos puesto en primer plano a nuestros hijos y el amor de un hombre. Pero somos mucho mejor gestoras que ellos, aunque todavía no lo hemos probado porque no nos dejan».
Cosida de jirones
La vida de Rosalía Mera está cosida con más jirones de los deseados: un amor frustrado tras veinte años de matrimonio feliz y dos hijos, Sandra y Marcos, su verdadera palanca vital. «Sufrió mucho. Estuvo muy enamorada de él», asegura una voz allegada, pero todo se echó a perder y sus caminos derivaron en el cruce más doloroso de su vida, irreconciliable. La lectura, el buen comer y un mejor vino, sus hermanas y por último también sus tres nietos, hijos de Sandra, ocuparon su rincón más apasionado. Le gustaba de vez en cuando escaparse a Londres, donde tenía una casa «maravillosa pero sin estridencias , no creas que con servicio», relata una amiga, que cuenta cómo su último verano, en Menorca, lo pasó planchando. Es bien probable que delante del televisor donde disfrutaba consumiendo ratos de «telebasura», según reconoció a este diario en las pocas entrevistas que concedió.
Todo dispuesto
Su gran talento, además de haber sembrado muchos y diversos negocios a lo largo de toda su vida, lo volcó en su Fundación Paideia , organización para la integración social de los discapacitados, que alumbró al abrigo de su hijo Marcos, nacido con parálisis cerebral hace cuarenta años. Con él vivía y a él dedicó su mayor empeño: «Lo dispuso todo para que él estuviera siempre cuidado, exactamente igual de bien que con ella. Era su mayor obsesión». El legado inmaterial de Rosalía, siempre atenta al «ser» por encima del «tener», debería trascender entre los suyos como valor en alza ahora que se ha ido como estuvo, sin acaparar.
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