Historia
La huella del fuego en la Mezquita de Córdoba: los otros incendios de 1910 y 2001
El templo cordobés ha sufrido dos incidentes similares al del pasado 8 de agosto; el primero se produjo hace 115 años por una descarga eléctrica; el segundo calcinó 25 legados del os más de 5.000 depositados en el monumento
El sector turístico, aliviado tras eludir una «catástrofe económica» por el incendio de la Mezquita de Córdoba
Davinia Delgado / Baltasar López
Córdoba
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Iniciar sesiónLa Mezquita-Catedral se ha visto sacudidad por las llamas en tres ocasiones a lo largo de su milenaria historia. Al incendio más reciente, el de este 8 de agosto, que puso en jaque a este bien Patrimonio de la Humanidad [ver ... páginas 22 y 23] y que por los daños sufridos ha sido el más importante, se suman otros dos ya olvidados por el imaginario colectivo con el paso del tiempo. Ambos fueron recogidos por la prensa escrita del momento, que relataron los momentos de tensión vividos. Fueron dos amenazas que evidenciaron la necesidad de medidas para mejorar los sistemas de prevención y respuesta en el edificio.
El primero de estos fuegos se produjo el 29 de mayo de 1910. Una descarga eléctrica provocada por un rayo impactó directamente en el cimborrio del crucero, una de las áreas más relevantes del templo. Aunque el incendio no causó daños estructurales graves, sí generó una alarma generalizada debido a la magnitud simbólica de la edificación. El fuego afectó principalmente el área central, donde se cruzan las naves del templo. Los daños materiales fueron limitados, y no se registraron grandes pérdidas patrimoniales.
No era una capilla: así es el espacio donde comenzó el incendio en la Mezquita
D.D. / J.P.En todos los planos del monumento, este enclave aparece como un espacio intermedio con acceso a una puerta exterior
La capital llevaba dos semanas sufriendo persistentes tormentas, lo que mantenía «consternado» al vecindario, según publicó ABC. Uno de esos temporales, que descargó agua y granizo el día de autos, fue el responsable de la chispa eléctrica que cayó en la bóveda del crucero, causando un llamativo incendio.
«Las autoridades y numeroso público se apresuraron a acudir al lugar del siniestro, ayudando muchos a los bomberos en los trabajos de extinción», recoge la edición del 30 de mayo del diario.
Otros periódicos, como el Defensor de Córdoba o el Diario de Córdoba, también se hicieron eco del suceso. El primero relató con detalle el acontecimiento. Sobre la tormenta, apuntó que el granizo descargado era «mayor que las almendras». La chispa que desencadenó el incendio se produjo sobre las 15.00 horas. Varias personas se encontraban orando cuando «de pronto, se oyó un trueno y cayeron junto al púlpito dos cascotes de un escudo de escayola del cimborrio y este fue el comienzo de la alarma», recoge el Defensor de Córdoba.
Fue entonces cuando se comenzó a ver el humo que empezaba a salir y muchas personas que se encontraban en el lugar no dudaron un instante en intervenir, «cogiendo cubetas de agua y subiéndolas al sitio del siniestro».
«El primero que llegó a la cúpula fue el peón de la Catedral, Bernardo López; luego lo hizo Rafael Jurado, guardia municipal, que anduvo por los tejados hecho un valiente», relata el periódico. Entre los personajes históricos que subieron para ayudar contra el fuego estaban el director de la escuela de Artes Industriales, Mateo Inurria; el del Museo, Enrique Romero de Torres; los periodistas Ramírez y Montis; alcalde, canónigos, concejales y el gobernador civil, además de ciudadanos de a pie.
El fuego se extinguió a las 18.00 horas. «Se quemaron partes de las vigas de la armadura y para la extinción fue preciso destejar parte de la cúpula», detalla el diario.
El Diario de Córdoba añade que una mujer que estaba orando resultó herida leve en una mano al caerle un cascote. «El cuerpo de bomberos y la Cruz Roja [...] iniciaron los trabajos de extinción tropezando con el inconveniente de la enorme distancia a la que había que subir el agua».
Sin pararrayos
Un «cordón de hombres» comenzaron a subir cubos de agua vertiginosamente; las bombas y las pipas entraron en la Catedral «y se enchufó la manga directamente desde el crucero para salir por una de las ventanas del mismo. La manga se rompió dos veces a causa de la presión», cuenta el periódico.
En todos los diarios se resaltaron las críticas de la sociedad cordobesa que surgieron entonces sobre la necesidad de que el monumento tuviera un pararrayos. De hecho, tal extremo se llevó al Pleno del Ayuntamiento, con una moción en dicho sentido.
El fuego de 1910 afectó a parte de las vigas de madera de la armadura y fue preciso destejar parte de la cúpula
Este siniestro fue el primer incendio documentado en la historia reciente de la Mezquita-Catedral, lo que destacó la vulnerabilidad de un patrimonio que ya en aquel entonces era reconocido mundialmente. El hecho marcó un hito de alerta sobre la necesidad de implementar medidas de seguridad y prevención para evitar que un accidente de este tipo pusiera en peligro un monumento que ha resistido el paso de los siglos.
El siguiente encontronazo con las llamas fue el 5 de julio de 2001. Poco después de las 13.00 horas, las alarmas del histórico templo contraincendios saltaron. La crónica de aquel día de ABC Córdoba, cuya edición para nuestra provincia había nacido en 2000, reflejaba que «el buen funcionamiento de los sistemas de seguridad evitó que el fuego arrasará» todo el legado del Archivo, que fue donde se desató el incendio.
Las llamas destruyeron únicamente 25 legajos del siglo XIX, cuyo valor no era relevante y que, además, se encontraban digitalizados. El fuego se sofocó rápidamente. Pero la conmoción en la ciudad fue, como este 8 de agosto, patente. Sólo hay que escuchar a quien entonces era la alcaldesa, Rosa Aguilar, que, ayer en declaraciones a ABC, recordaba aquel episodio. Lo primero que hizo fue «irme allí a toda velocidad».
Confiesa que, cuando le trasmitieron que había fuego en el monumento, sintió «una gran preocupación». «A mí se me salía el corazón por la boca. Latía a mil pero al mismo tiempo sabía que mi cabeza tenía que estar fría para tomar decisiones», reflexiona.
Resalta que los bomberos fueron, como «en el fuego de ahora», «unos profesionales excepcionales». «Su rapidez en llegar fue clave. De inmediato estuvo también allí la Policía Local y Nacional», dice retrotrayéndose a hace 24 años y queriendo mostrar agradecimiento a todos los que participaron en aquel operativo.
Doble inquietud
«En ese momento la confianza que tengo es en los profesionales que trabajan en el incendio. No quiero pensar que las llamas puedan llegar al mihrab [el Archivo está ubicado junto a él], porque hubiera sido un golpe fatal para la Mezquita». Mientras hubo llamas, fueron instantes de «mucha angustia», pero al mismo tiempo, insiste, «debes tener la mente clara». Expone que el motivo de inquietud era doble: la salvaguarda del monumento y que «no le pasara nada a ninguno de los profesionales».
Recuerda que sintió «alivió» cuando le comunicaron que las llamas estaban controladas. Y añade que lo primero que pidió fue «ver el lugar» del incendio y comprobó que «se había preservado prácticamente todo el contenido del Archivo y que, por supuesto, no había llegado nada al mihrab». A partir de aquel fuego, explica, «hubo temas que hubo que abordar [de seguridad] con el Cabildo [entidad eclesiástica responsable del monumento], y así se hizo». Finaliza señalando que, cuando el viernes vio las llamas en la Mezquita-Catedral, «se me encogió el corazón».
«El corazón me latía a mil. Pero sabía que mi cabeza debía estar fría para tomar decisiones»
Rosa Aguilar
Alcaldesa en 2001
El fuego de 2001 lo vivió también de cerca Manuel Pérez Moya, que entonces, igual que en la actualidad, era canónigo del Cabildo —luego, fue su deán presidente entre 2006 y 2023—. En aquella fecha, también era rector del Seminario San Pelagio. Recuerda que «me llamó un empleado y me dijo que salía humo por la fachada Sur de la Mezquita-Catedral, donde está el Archivo». Fue al templo «corriendo» y los bomberos llegaron «en seguida y apagaron el fuego en pocos minutos. Gracias a Dios se salvó el contenido del Archivo histórico, que tiene un valor excepcional, uno de los patrimonios más importantes del Cabildo».
«Aquel incendio de 2001 fue un susto importante. El fuego estuvo en una zona junto al mihrab y la parte más antigua de la Catedral», rememora. «Para nosotros -sigue-, fue una conmoción», señala e indica que sirvió para que el Cabildo redoblara esfuerzos en materia de seguridad.
«Aplicamos un sistema modernísimo contraincendios y, además, que no estropeara los libros. Desde entonces, estamos continuamente con los simulacros de incendios, buscando materiales novedosos para contrarrestar posibles fuegos, elaboramos el plan para afrontar los posibles riesgos en caso de una catástrofe, como un incendio o un terremoto...», explica.
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