Los desafíos que debe superar Moreno Bonilla al frente del PP de Andalucía

Moreno Bonilla lleva muchos años fuera de Andalucía y ha mantenido escasa relación con la estructura orgánica del partido. No conoce las interioridades de la formación, pero en tres semanas deberá redefinir toda la jerarquía interna de gobierno. Es presumible que el nuevo líder busque una persona de máxima confianza en la que deposite la gestión orgánica del PP, ya que él deberá dedicar gran parte de su tiempo a viajar por la comunidad autónoma.

Moreno Bonilla debe tener asumido que las primeras encuestas sobre su grado de conocimiento serán deprimentes. Hasta ahora se había mantenido en el segundo nivel del Gobierno, donde apenas se adquierte notoriedad pública, y además lleva años residiendo en Madrid, lo que le convierte en un perfecto desconocido para la opinión pública andaluza. Aunque los expertos en mercadotecnia política sostiene que para perfilar un candidato ante el electorado no es preciso más de un año, lo cierto es que Moreno no va sobrado de tiempo precisamente para consolidar una imagen pública. Y con la amenaza de un adelanto electoral siempre pendiendo sobre su cabeza. La campaña de las elecciones europeas será la primera herramienta para dar a conocer al candidato.

Tras una designación marcada por las interpretaciones sobre padrinazgos en el PP, el nuevo líder de la derecha andaluza está obligado a remarcar su independencia y desprenderse de tutelas. Particularmente engorrosos son los análisis que le sitúan como candidato de Arenas, ya que corre el riesgo de que los andaluces le perciban como un mero testaferro del anterior presidente. Moreno deberá marcar distancias con el dirigente de Olvera sin comprometer la buena relación existente entre ambos.

Las apelaciones a la unidad que se repetirán en las próximas semanas tendrán que demostrarse como ciertas. El principal obstáculo potencial se vislumbra a priori en Sevilla, cuyos dirigentes apenas han ocultado su decepción por la elección de Moreno Bonilla en lugar de José Luis Sanz, apoyado por Zoido y que contaba con el pleno respaldo del partido en la provincia. Aunque ayer el PP sevillano se sumó al cierre de filas entorno al próximo presidente, está por ver que la derrota de Sanz y Zoido no derive en un problema interno.

Si delicada puede ser su relación con el PP de Sevilla, lo mismo ocurre con la sede nacional del partido, después de que todos los medios de comunicación hayan interpretado su designación como una derrota de la secretaria general, María Dolores de Cospedal. Procedente del núcleo de poder de Moncloa, Moreno Bonilla deberá intentar ganarse la confianza de la máxima responsable del partido o, en su defecto, hacerse fuerte frente a ella amparándose en el manto protector de Mariano Rajoy.

La amarga victoria de 2012, la marcha de Arenas, el mandato interino de Zoido y, sobre todo, la delirante gestión de su sucesión han minado la moral de la militancia del PP, intimidada además por la ruidosa irrupción de Susana Díaz. Lo cierto es que hoy pocos creen dentro del partido que el PP pueda volver a ganar las próximas elecciones. Levantar la moral y recuperar la fe en la victoria debe ser un objetivo fundamental en la nueva etapa.