La vivienda prefabricada derrumba todos los prejuicios con tecnología
Este tipo de construcciones han dejado atrás la imagen de producto de baja calidad para reivindicarse y afianzarse como sólidas soluciones sostenibles
Esta es la casa prefabricada que vale menos de 7.000 euros y es apta para suelo rústico
Alicia Aragón
Hace mucho tiempo que las casas prefabricadas dejaron atrás esa despectiva imagen de vivienda de escasa calidad solo apta para pasar temporadas breves. Los avances tecnológicos que hay detrás de este sistema constructivo han logrado imponerse ante cualquier prejuicio. Además, los materiales e instalaciones ... que las conforman han superado con creces el reto de la eficiencia energética. El auge que está experimentando esta propuesta residencial radica, precisamente, en su excelente puesta al día.
«El cliente cada vez reclama un mejor producto, más rápido y de mayor calidad», revela Rubén Navarro, CEO y cofundador de Casas inHAUS. Un inmueble de inmejorables atributos levantado en tiempo récord es lo que también marca la diferencia para Pedro Rodríguez, mánager de Houseoner, que justifica el 'boom' actual amparándose en «la mayor disponibilidad de opciones de diseño, materiales y precios». Frente a los dilatados plazos de la construcción tradicional, «la prefabricada garantiza unos plazos de ejecución más razonables», subraya Alberto Corral, arquitecto y CEO de Ubuild.
El poder del módulo
En un momento en el que la industrialización se vislumbra como la solución para agilizar el proceso de edificación, optimizar el consumo de energía, reducir el impacto ambiental, controlar el gasto en cada fase del proyecto y un largo etcétera de virtudes largamente esperadas, las casas prefabricadas reivindican su lugar. Y es que los límites entre ambas propuestas se difuminan cada vez más. En el pasado, la casa prefabricada se fabricaba y se montaba, llevando la vivienda completamente hecha a la parcela, pero esto no es del todo correcto.
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Navarro comenta que «la casa terminada se divide en módulos para ser transportados y volver a ser ensamblados». Tras un par de horas, «hay que hacer remates y acabados, por ejemplo, la colocación de placas cerámicas en la junta de cada módulo». Corral también alude a este traslado por partes, admitiendo que «las casas prefabricadas se realizan parcialmente en taller y se terminan de montar en obra». Lo que se debe considerar es que la industrialización es un sistema de construcción, no una tipología de vivienda, que implica la producción en serie de muros, forjados y «un gran número de elementos, por lo que se consigue una disminución de costes».
Un traje a medida
Otra frontera que se va borrando es que antes las prefabricadas estaban encorsetadas a unos modelos estandarizados, dejando poco espacio a la imaginación. La revolución en este campo ha sido radical, pues el catálogo de posibilidades que abren las casas prefabricadas es casi infinito. De hecho, Navarro confiesa que «se puede modular prácticamente cualquier diseño que se pueda imaginar». «Nuestros clientes seleccionan varios modelos que les inspiran, y luego, junto con nuestro equipo de arquitectos, se hace la vivienda a su gusto», señala Rodríguez. Desde Ubuild también destacan «la facilidad de hacer modificaciones, tanto en la distribución como en el volumen original, además de poderse ampliar o desmontar parcialmente». Lo que sí es cierto es que la vivienda plurifamiliar es la que está en la hoja de ruta de la industrialización, mientras que las prefabricadas son, por norma general, chalets.
Carrera sostenible
En la carrera hacia la sostenibilidad, las casas prefabricadas llevan bastante ventaja. «La construcción prefabricada se diseña ya con la intención de minimizar el uso de energía para calefacción, refrigeración o iluminación», apunta el directivo de Houseoner, que se refiere al aislamiento que proporciona el material al que recurren estas viviendas. En este sentido, las alternativas con más éxito son el hormigón y la madera. Las primeras «son más duraderas, ofrecen un mejor aislamiento térmico y son menos susceptibles al daño», mientras que las segundas «son más ligeras, más fáciles de construir y más baratas, pero también algo menos duraderas, requiriendo más mantenimiento».
En inHAUS son especialistas en casas modulares de hormigón, contando con «la máxima eficiencia energética; incluso por encima de las normativas europeas más exigentes como las de Suiza, Alemania y Francia». Por su parte, en Ubuild apuesta por la madera y un sistema constructivo patentado en el que «los elementos prefabricados son como un mecano; como llevar el concepto de IKEA a la construcción». La eficiencia energética de su propuesta se basa en la regulación térmica activa, que consiste en que los diferentes módulos crean cámaras de aire que pueden abrirse o cerrarse para tener calor en invierno y fresco en verano.
Ahorro en plazos
Los tiempos que manera la edificación tal y como la conocemos dista mucho de la velocidad con la que operan las casas prefabricadas. La contrarreloj la gana sobradamente la construcción 'off site'. «Podemos reducir los tiempos de construcción incluso en un 75%», afirma Navarro, que pone un ejemplo: frente a los 12-18 meses que tardaría en levantarse una casa de 300 m² a la manera tradicional, inHAUS la tendría lista en cinco meses como máximo.
Corral matiza que «no todas las casas prefabricadas están hechas con los mismos materiales o sistema constructivo, pero siempre se consigue un gran ahorro en el tiempo de construcción». Esta celeridad no está reñida con el resultado final, tal y como definen desde Houseoner: «Prefabricada para nosotros significa ahorro en tiempos y mano de obra, no ahorro en diseño y calidad».
La diferencia de precio entre una vivienda al uso y una prefabricada también sirve de aliciente para escoger la segunda, aunque siempre hay que comparar productos similares. «Si comparamos prestaciones de confort equivalentes, en general el coste suele ser menor», expone Corral. No obstante, hay que considerar que dentro de este segmento hay propuestas para todos los bolsillos, desde las más asequibles hasta de la más alta gama.
Rodríguez hace los cálculos: una casa prefabricada de 100 m² que incluya movimiento de tierras, cimentación, acabados, fontanería, honorarios técnicos, IVA y tasas municipales, partiría de una inversión de 180.000 euros. Aquí no hay sobrecostes debido a imprevistos, así que lo que encarece el precio, además de los impuestos y los gastos fijos, son las dimensiones y prestaciones que busquemos, por eso en inHAUS, cuyas construcciones modulares son de lujo, van de los 350.000 euros hasta más de 1.800.000 euros.
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