Talgo contrata al grupo húngaro Magyar Vagon para aliviar el colapso de sus fábricas

El contrato, que se firmará y hará público previsiblemente en los próximos días, según apuntan esas mismas fuentes, servirá para que Talgo pueda dar salida a las entregas que tiene acordadas con varios operadores europeos, como los de Alemania o Dinamarca, fundamentalmente. Y nunca pasarían por la posibilidad de que Magyar Vagon pueda dedicarse a fabricar algunas partes de los convoyes que la empresa española tiene aún que entregar al operador público español Renfe en los próximos tiempos.

Desde la corporación industrial admiten, a preguntas de este diario sobre ese contrato con la empresa húngara, que Talgo «está trabajando en diferentes alternativas productivas». Es decir, la necesidad que tienen para tener que fabricar material más allá de las dos grandes instalaciones con las que la empresa tiene en España: la fábrica de Rivabellosa (Álava) y la de Madrid. Esas cadenas de montaje se encuentran al límite de trabajo, por lo que Talgo debe «estar preparado en función del número de proyectos que finalmente se pueden ejecutar».

El acuerdo que Talgo está ultimando será una colaboración con DJJ, la filial de Magyar Vagon que se dedica a la fabricación, mantenimiento y diseño de trenes tanto de pasajeros como de mercancías. Tiene 600 empleados y además, también está especializada en la fabricación de convoyes para tranvía y metro. Magyar Vagon adquirió al histórico fabricante de trenes húngaro en 2020 a través de TMH Hungria Invest, sociedad que compartía al 50% con su homólogo ruso TMH International. Tras el estallido de la guerra en Ucrania y las sanciones de la UE, Magyar Vagon se quedó con el 100% de DJJ.

Este pacto operativo resulta de especial trascendencia ya que llega después de que el Gobierno vetara la oferta pública de adquisición (opa) lanzada por el grupo húngaro para hacerse con la compañía española. El Ejecutivo alegó el verano pasado –cuando se hizo pública la resolución de Moncloa– una decisión en la que aludía a razones de «seguridad nacional» y de orden público para paralizar ese desembarco en una compañía que consideran «estratégica».

La decisión del Ejecutivo tomada a través del escudo antiopas –en manos de la Junta de Inversiones Exteriores (Ministerio de Economía)– se apoyó en un informe del CNI en el que se señalaban conexiones entre la parte húngara y Rusia. El expediente del veto fue declarado como información clasificada y Magyar Vagon elevó el caso a los tribunales españoles. Por el momento, el Tribunal Supremo ya ha rechazado la petición de la magiar para que suspenda cualquier intento de compra accionarial en la compañía, cuando la siderúrgica vasca tiene viva una oferta por el 29,9% de Talgo y la polaca Pesa está estudiando el lanzamiento de una opa por el 100%.

El encargo a los húngaros se enmarca en los problemas industriales que está sufriendo Talgo, con sus dos plantas al límite de su capacidad productiva. La cartera de pedidos de Talgo asciende por encima de los 4.000 millones de euros, máximo histórico, fundamentalmente por la extensión de los contratos obtenidos con la operadora alemana (DB) y de la danesa (DSB). Para esta primera fabricará 56 trenes Talgo del modelo 230, por un valor aproximado de 1.400 millones de euros, el mayor contrato logrado en su historia. Por su parte, la danesa tiene encargados al fabricante español un total de 16 trenes Intercity 230 por un montante máximo de 500 millones de euros.

Magyar Vagon ofreciá a con su opa a Talgo (619 millones, cinco euros por acción) 510.000 metros cuadrados en las ocho factorías que tiene en toda Hungría, con una plantilla total que ronda los 2.500 empleados. La promesa del grupo era la de elevar los ingresos de Talgo a los 1.000 millones de euros anuales.