Así se sacude Alemania la dependencia del gas ruso

El pasado 4 de julio se iniciaron las obras de la primera, que están a punto de terminar. «Todas las tuberías de la línea de conexión de Wilhelmshaven (WAL) están en el suelo y las zanjas están llenas de tierra en un 99%», confirma el operador de la red de gas Open Grid Europe (OGE). En las próximas semanas, el trabajo restante se completará antes de llenar de gas el gasoducto de 26 kilómetros para su puesta en marcha. También estarán listos a mediados de mes los sistemas de control y medición de la presión del gas en ambos extremos del gasoducto, necesario para conectar la terminal flotante a la conexión a la red de larga distancia en la ciudad de Etzel, en Frisia Oriental. Su rápida construcción ha sido posible gracias a la Ley Federal de Aceleración de GNL, una de las primeras medidas del gobierno alemán para zafarse de la dependencia de Rusia y que ha eliminado una considerable cantidad de burocracia, con el objetivo de permitir la construcción de una de estas infraestructuras en el plazo récord de 200 días.

Pero una parte clave de la terminal, la unidad flotante de almacenamiento y regasificación (FSRU), no podrá estar lista a tiempo, por lo que será alquilada al precio de 207.259 dólares diarios. Estas terminales son una infraestructura cara, pero cubrirá el 33% del gas que se importaba de Rusia y Alemania no tiene problemas de financiación.

Y mientras se acelera la construcción de estas terminales, el gobierno alemán se ha lanzado a una campaña de captación de gas susceptible de ser comprado en los mercados internacionales. En marzo extrajo una primera partida presupuestaria extraordinaria de 1.500 millones de euros para salir de compras a través de Trading Hub Europe. «El dinero está disponible, solo hay que decidir dónde se compra», anunció un portavoz de Economía. El primer objetivo fue Canadá, que Scholz visitó en agosto. No fue posible firmar un contrato debido a trabas medioambientales y legislativas que impedían la construcción de una nueva terminal de GNL en la costa este canadiense, necesaria para la operación. La oferta más prometedora de Ottawa exigía una nueva instalación en Saint John, New Brunswick, que solo permitiría hacer llegar a Alemania los primeros metros cúbicos de gas dentro de dos años. No había tiempo para eso y el contrato de colaboración energética terminó centrado en el hidrógeno.

Mientras tanto, Alemania ha ido llenando los tanques de reserva para este invierno hasta el límite de su capacidad con el gas de Estados Unidos, que ha doblado sus ventas a Europa en 2022 respecto a 2021, a pesar de que el ministro alemán de Economía, Robert Habeck, se ha quejado de los 'precios astronómicos' que impone el país amigo. Ya en marzo, gracias a contratos preexistentes desde 2016, Estados Unidos había aumentado su suministro en 15.000 millones de metros cúbicos, cantidad equivalente a una sexta parte de la demanda anual de gas de Alemania, 150 cargamentos más de barcos que cruzan el Atlántico.

Por mucho que el gobierno alemán se esfuerce en encontrar nuevos proveedores, Estados Unidos será la principal fuente de suministro para Alemania y para Europa a partir de ahora, según el estudio realizado por el Instituto de Economía Energética de la Universidad de Colonia (EWI), por encargo de la asociación industrial Zukunft Gas. El documento titulado 'Desarrollo de los mercados mundiales de gas hasta 2030' deja claro que no hay otro país con la capacidad para aumentar con tanta rapidez su oferta.

También en agosto cortejó Scholz a Suecia y Noruega, incluso accedió a un peligroso paseo en barco en plena tormenta con el primer ministro noruego Jonas Garr Store, con la esperanza de obtener nuevo suministro, pero Store le aclaró que Noruega no puede ampliar sus ventas más allá del 10% ya elevado, de manera que de nuevo el acuerdo se enfocó al hidrógeno, la captura y almacenamiento de carbono, la energía eólica y la producción de baterías eléctricas.

El primer fruto de sus giras lo obtuvo Scholz en septiembre, cuando el ministro de Industria de Emiratos Árabes Unidos, el Sultán Ahmed Al Jaber, firmó el acuerdo para el suministro de 250.000 toneladas al mes en 2023. Y más recientemente, Qatar se ha comprometido al suministro de 2 millones de toneladas al año durante al menos 15 años a partir de 2026, cantidades que sugieren en principio del fin de la dependencia rusa si no tenemos en cuenta que los contratos firmados con Gaazprom contienen cláusulas que obligan a seguir pagando durante 30 años, se compre o no se compre el gas ruso.