AJUSTE DE CUENTAS
¡Quieto todo el mundo!
Hay tanta desconfianza en el mercado que a cualquiera que agite una bandera se le dispara sin mirar si es blanca
Aluvión de peticiones de datos a la banca para comprobar su salud
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Iniciar sesiónResulta sorprendente lo poco que aprendemos de los ataques especulativos. Comentamos lo contraproducentes que fueron las llamadas telefónicas del consejero delegado del Silicon Valley Bank (SVB) pidiéndole a auténticos tiburones del capital riesgo que no movieran su dinero de la entidad. Acabaron haciendo lo ... contrario y avisando a todos sus conocidos en lo que ya se conoce como la primera estampida bancaria en Twitter.
O lo desafortunadas que fueron las declaraciones de Ammar al Khudairy, presidente del Banco Nacional Saudita, anunciando que no invertiría más en Credit Suisse (CS) argumentando que la regulación no se lo permitía, cuestión que los periodistas no vieron clara (¿la regulación saudí, la suiza?, ¿dónde está la norma?). Los saudíes ya se vieron obligados en octubre a poner 1.500 millones de dólares para apuntalar el capital del CS y llegaron al 9,9% del capital. En diciembre, Al Khudairy había hecho unas declaraciones al 'Financial Times' que indicaban que había malestar interno en Arabia Saudí porque se estaba invirtiendo en un banco suizo y, eventualmente, distrayendo la atención de la gerencia «de su pan y mantequilla que es el mercado saudí».
El resultado no pudo ser peor. Los saudíes han perdido casi el 80% de su inversión en el derrumbe que siguió a las palabras de Al Khudairy. Sin embargo, su presencia en el accionariado puede haber influido en otras decisiones de las autoridades suizas. Estas no han explicado por qué cambiaron la jerarquía de amortización de capital que es tradicional en Europa y que implica que primero pierden los accionistas y después los acreedores (bonistas), como sucedió con el Banco Popular. La explicación de que las condiciones de los títulos AT1 (bonos contingente convertibles, 'co-cos') preveían su amortización ante un 'evento de viabilidad' no explica por qué se preservó a los accionistas por encima de los bonistas. Pero perder el favor de los capitales saudíes o qataríes, sí parece una razón de peso para las autoridades suizas, aunque fuera la imprudencia de los primeros la que sepultó el segundo banco nacional.
En medio de un crisis de desconfianza, Deutsche Bank intentó singularizarse anunciando que amortizaría parte de su deuda subordinada de manera anticipada. Esta decisión, que en circunstancias normales es interpretada como un signo de fortaleza del banco, fue leída por los mercados como una señal de debilidad y la acción se desplomó.
Si bien el SVB causó un 'efecto Streisand' (popularizar algo que se quería discreto) con sus llamadas, si Al Khudairy se expresó de manera ambigua e inexacta y alentó el juego de completación de oraciones y sentidos que efectuamos los medios, el Deutsche Bank directamente sacó una bandera en un momento de extraordinaria tensión de los mercados y éstos han disparado sin mirar si la enseña era blanca o pirata. En las actuales circunstancias, a los banqueros -alemanes o no-, más les vale hacer como Feijóo en la moción de censura de Vox. jmuller@abc.es
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