Una habitación, 630 euros: el alquiler de pisos compartidos se dispara: «Arrendamos todo»
Los precios siguen al alza al borde del comienzo del curso universitario a pesar del incremento de oferta en el mercado de habitaciones por el trasvase de caseros que buscan esquivar la Ley de Vivienda
Un muro de papeleo y gastos para recuperar las viviendas okupadas
Antonio Ramírez Cerezo y Àlex Gubern
Madrid
Pagar 433 euros mensuales, gastos incluidos, por una habitación en el centro de Barcelona, es ahora mismo lo que se puede permitir Pepote Cavaller, estudiante, para seguir viviendo en la ciudad. «Compartir piso sale más rentable que alquilar, te juntas con gente conocida y compartes ... todos los gastos por igual o como se acuerde entre los convivientes. Las inmobiliarias, además de cobrar su comisión -una práctica ilegal tras la entrada de la Ley de Vivienda-, piden muchos requisitos para poder alquilarte el piso, sobretodo miran el sueldo», explica. Reconoce que los precios son muy altos, por lo que su habitación actual le parece un «chollo». Antes pagaba 530. «Los precios están desorbitados sobretodo para los jóvenes que queremos emanciparnos y crear nuestro proyecto de vida. Vivimos el presente. Ahora me parece impensable poder llegar a pedir una hipoteca para tener un simple piso», explica.
La historia de Pepote es reflejo del conformismo al que se tienen que amoldar miles de jóvenes obligados a recurrir a una habitación de alquiler para poder comenzar una vida fuera de casa de sus padres. Y como el joven barcelonés, lo hacen a precios por los que no hace tanto tiempo se podía aspirar a alquilar un piso completo.
No se trata de una circunstancia particular de Barcelona o de otras grandes urbes como Madrid. Estas dos ciudades lideran el ranking de municipios con las habitaciones más caras de España, 631 euros de media en la Ciudad Condal (+9% creció el precio solo entre marzo y junio) y 477 en la capital de España, según los datos de pisos.com. Pero la media en nuestro país ya está en los 405 euros y en otras capitales de pronvicia como Palma (473 €/mes) y Vitoria (448 €/mes) se supera esa referencia con creces.
Ocurre a pesar de que la oferta de alquiler de habitaciones se está viendo beneficiada por la entrada de la Ley de Vivienda, vigente desde finales de mayo. Son muchos los caseros que han optado ya por pasarse a esta modalidad desde el arrendamiento tradicional. Un trasvase con el que pueden logran esquivar algunas de las medidas intervencionistas de la nueva norma que el Gobierno de Pedro Sánchez acordó con partidos secesionistas como ERC o Bildu.
El alquiler de habitaciones no está regulado en la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) -se rige por el Código Civil- y no ha sufrido ninguna modificación en este sentido durante la redacción de la Ley de Vivienda. Lo que a efectos prácticos se traduce en que el propietario puede subir el precio del arrendamiento en la revisión anual del contrato sin atender a topes de precios -del 2% en vigor, que subirá al 3% en 2024 como contempla la nueva norma-. Y tampoco se ve afectado por los límites a la mensualidad estipulados para los arrendamientos en las zonas que sean denominadas como tensionadas.
Las ventajas para los caseros van más allá. También puede prescindir de los inquilinos sin necesidad de esperar el mínimo de cinco años que marca la LAU para los alquileres tradicionales. Lo que les otorga facilidad para recuperar la vivienda sin tener que argumentar caso de necesidad una vez finalicen los tiempos pactados en los contratos, que suelen ser de carácter temporal y de un año o menos.
La hipoteca inversa: cada vez más solicitada por los españoles
ABCEl Consejo General del Notariado en el 2022 se realizaron 787 operaciones de este tipo, lo que representa un incremento interanual del 299%
La voz de alarma la lanzó esta semana pisos.com. Su director de estudios, Ferran Font, tildó la la coyuntura de «inédita a la par que peligrosa» y cree que «este fenómeno plantea desafíos significativos para la efectividad de la nueva normativa y deja más claro todavía, la necesidad de implementar unas reglas de juego más claras y adaptadas a la realidad actual del mercado del alquiler».
Oferta insuficiente
El vuelco lo constatan plataformas especializadas en alquiler de habitaciones como Spotahome. Su 'stock' de oferta en España se ha incrementado en 5.000 habitaciones en los últimos tres meses coincidiendo con la entrada de la polémica norma. Y aún con ese incremento logran a duras penas abastecer al alud de demanda que están recibiendo. «Se ha alquilado prácticamente todo el inventario disponible en los meses de junio, julio y agosto», relata Eduardo Garbayo, COO de Spotahome.
Y esto ocurre con septiembre a las puertas, mes de mayor movimiento en este mercado por el inicio del curso universitario. «Durante agosto y septiembre se alquilan todos los pisos y habitaciones con precios de mercado. El tipo de piso para compartir más demandado son aquellos que disponen entre 3 y 4 dormitorios, con áreas comunes grandes y en el centro de la ciudad», añade Garbayo.
Tendencia al alza
De hecho, el alquiler de habitaciones, o el piso compartido, es una de las tendencias que van a crecer en adelante, tal y como apunta el profesor y director de Eurocofin Carlos Balado en su informe 'Los desequilibrios del mercado inmobiliario español' (OBS Business School). El contexto es conocido, poca oferta, sobre todo de alquiler, y una creciente dificultad de la población para acceder al mercado convencional. «Si en 2021 la cuota hipotecaria pagada por un hogar solía representar de media en España en torno a un 30% de los ingresos familiares, actualmente el incremento de los tipos de interés ha situado esta cifra en el 45%, un nivel muy superior a la media de la Unión Europea. Esta vertiginosa subida del coste de los préstamos es la razón de que el número de compraventas de vivienda este año se esté ralentizando sensiblemente. Muchos optan por el alquiler, lo que puede suponer una mayor presión al alza de los precios», apunta Balado.
Es en este escenario en que se apunta al auge de fórmulas flexibles como es el bautizado como 'co-living', o lo que es lo mismo, el piso compartido o el alquiler de habitaciones, una fórmula para aumentar la rentabilidad en el caso del arrendador o de encontrar un techo asumible para el arrendatario.
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