Europa desentierra su músculo minero en busca de materias primas críticas
España y el Viejo Continente comienzan a reformular su estrategia minera para intentar sellar la brecha de vulnerabilidad que supone la dependencia de terceros países en el abastecimiento de estos elementos estratégicos
España empieza a jugar sus bazas en el pulso global por el estratégico recurso del cobre
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Iniciar sesiónEuropa quiere coger las riendas de toda la cadena de suministros de sus materias primas fundamentales, uno de sus puntos flacos. Es decir de aquellas imprescindibles para nuestra industria y para llevar a cabo la transición energética y avanzar en la digitalización. Hablamos de ... elementos que empiezan a ser cada vez más conocidos y valorados por la población: los aviones, por ejemplo, necesitan magnesio y escandio; la iluminación LED tierras raras como el itrio o el cerio y el coche eléctrico otras como el neodimio; el litio, cobalto y níquel es vital para las baterías; el galio para los paneles solares; el boro para los aerogeneradores; el cobre para las redes eléctricas; el antimonio, grafito y vanadio para sectores tan cruciales como el espacial y de defensa... Por no hablar, del wolframio, bario e indio, fundamentales para que funcione con todas sus prestaciones y servicios el teléfono móvil que ahora posiblemente tenga entre sus manos.
Pues bien, Europa depende de terceros países para abastecerse de esos elementos, lo que la hace vulnerable y conlleva grandes riesgos. Ya hemos visto cómo la pandemia, los conflictos armados, las estrategias geopolíticas y los vaivenes de un mercado internacional ferozmente competitivo han roto más de una vez la cadena de suministros parando fábricas y diezmando los productos y servicios disponibles en el mercado. Un daño brutal para nuestras economías y sociedades.
De ahí la rapidez con la que se está tramitando y discutiendo en Bruselas el nuevo reglamento de materias primas fundamentales (una lista de 34 sustancias), que se prevé esté aprobado a finales de este mismo año y que, después, entrará en vigor inmediatamente en los países miembros. Esta regulación reforzará toda la cadena de valor de estos recursos, desde su investigación y exploración, hasta su extracción en la mina, refinado, transformación y reciclaje. La idea es que, al menos, a partir de 2030 el 10% del consumo anual de estos minerales se extraiga de la UE, que también se procese aquí el 50% y que el 15% provenga del reciclado interno. Objetivos que supondrán un fuerte impulso para la minería europea, y también española.
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Nuestro país, aún ocupando un modesto papel a nivel global, sí puede jugar su baza en el tablero del Viejo Continente. Según la agencia del Gobierno ICEX España Exportación e Inversiones, somos el segundo productor de cobre de la UE, por detrás de Polonia, una materia esencial para la electrificación, por ejemplo. También de estroncio que se obtiene de la celestita, cuya mayor reserva en Europa se encuentra en Granada, y es imprescindible para los chips. Y de fluorita, que se utiliza en productos farmacéuticos y agroquímicos, entre otros, y en la fabricación del acero. Además, ocupamos el liderazgo en otros elementos (no son considerados por ahora 'fundamentales'), como la pizarra de techo, el yeso, la sepiolita (arcilla), sulfato de sodio y la magnesita.
Y «tenemos potencial en antimonio, barita, bauxita, cobalto, tierras raras. Además, España ya va a producir litio y níquel. En minería somos un país extenso, muy singular y diverso por nuestra geología. Contamos con materias muy distintas y de diferentes épocas. Puede haber muchos yacimientos de minerales muy diversos. Tenemos una gran riqueza», sostiene Ester Boixereu, especialista en Recursos Minerales del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). De hecho, «sólo en Andalucía pueden encontrarse 17 de las 34 materias primas críticas catalogadas por la UE, según el IGME», asegura Marta Cerati, gerente ejecutiva de Aminer (Asociación de Empresas Investigadoras, Extractoras, Transformadoras Minero-Metalúrgicas, Auxiliares y de Servicios).
Ya producimos materias primas fundamentales como la fluorita, tántalo, wolframio y estroncio (según la Estadística Minera 2021) y contamos con reservas de otras como el antimonio, barita, teluro, cobalto, platino-paladio y tierras raras (dice un estudio del Colegio Oficial de Geólogos). «Somos un gran productor minero. Probablemente tenemos más potencial minero del que conocemos. Están previstos cientos de proyectos de investigación minera. Y el reglamento europeo dice que se busquen esos yacimientos», destaca Manuel Regueiro, presidente del Colegio Oficial de Geólogos (ICOG).
La nueva regulación europea impulsará también la inversión. «Establece facilidades para el acceso a la financiación a través de instituciones como el Banco Europea de Inversiones o entidades financieras y privadas», cuenta Marta Cerati. Y simplificará los procesos para autorizar proyectos que se consideren estratégicos, que ahora tardan varios años. De tal forma que deberán «tramitarse en 12 meses, si son actividades de transformación y reciclado, y en 24 si son de extracción», detalla.
Acelerar los trámites
Una forma de acelerar nuevas explotaciones y acabar con una de las grandes barreras que entorpecen el desarrollo de la minería. «El proceso de tramitación de una explotación minera tarda entre siete y diez años de media. Hay que solicitar más de cien permisos y autorizaciones de todo tipo. Abrir una mina hoy en día es tan complejo como abrir una central nuclear. Es una industria elevadisimamente controlada, con una reglamentación a cumplir muy compleja», señala César Luaces, director general de Primigea (la patronal de las industria de las Materias Primas Minerales) y secretario general de la Fundación Minería y Vida.
Lo que ocurre es que el reglamento europeo solo prioriza proyectos mineros estratégicos siempre y cuando sean para garantizar el suministro de las consideradas 'materias primas fundamentales'. «Pero la Comisión Europea no se da cuenta de que el problema de la lentitud en las tramitaciones es de todas las materias primas en todos los países. De alguna manera se tendría que aprovechar este instrumento legislativo para impulsar el resto de materias primas, que son el 98% del volumen de las materias primas no energéticas que se consumen en Europa. Deberían tener también algún tipo de mecanismos de aceleración», sugiere Luaces.
La lentitud en la tramitación puede poner en riesgo el abastecimiento de esos otros recursos. «Sacamos a más velocidad de lo que vamos reponiendo con nuevos permisos. En 2022, se han extraido unos 220 millones de toneladas de materias primas. No se ha autorizado una cantidad similar de reservas. Vivimos de lo que tenemos autorizado pero nos quedamos sin recurso para el futuro», advierte Luaces.
Aunque los plazos serán más breves específicamente para la tramitación de proyectos estratégicos, esta medida hay que interpretarla en toda su dimensión, como entiende José Antonio Zuazo Osinaga, geólogo, ambientalista y director técnico de CRN consultores, una ingeniería especializada en proyectos mineros. «El reglamento europeo -afirma- con una lista de 34 materias primas fundamentales es un impulso para toda la minería en general. Atiende a las materias en las que somos deficitarios en Europa y marca una dirección para otras materias primas, porque cualquier sustancia puede entrar en esa lista si no se preserva su cadena de suministros».
Una lista abierta
Y así es, esa lista de 34 privilegiados elementos puede ampliarse, o reducirse, o salir unos y entrar otros. Se actualiza periódicamente, cada cuatro años, desde la primera de 2011 que contenía catorce materias primas. Ahora el reglamento prevé revisarla cada tres años. «Para fabricar baterías, electrificar todo lo que se pueda, tener renovables... vamos a necesitar materiales que no usábamos hace años. Por ejemplo, el estaño no es considerado crítico pero lo ha sido a lo largo de la historia porque es muy escaso y se encuentra en muchas aleaciones especiales. En España tenemos muchas minas pequeñas. O el plomo que se había abandonado», comenta Boixereu.
En definitiva, se trata de metales, minerales y materiales naturales que forman parte de nuestra vida diaria y que sin ellos «la industria se pararía», asegura Regueiro. «Son materias críticas», dice, porque hay riesgo en su suministro. Y luego están «las estratégicas (17 de las 34) necesarias para la transición energética y que tienen que ver con el coche eléctrico, aerogeneradores... Es decir, que muchas críticas son también estratégicas», explica.
En cualquier caso, y entre todos esos elementos, la minería metálica va a cobrar a partir de ahora mayor protagonismo. «Tiene un futuro prometedor. Se calcula que los objetivos de descarbonización y de transición hacia sistemas de producción sostenibles hará crecer la demanda de estos minerales en un 50% durante la próxima década», señala Cerati.
«España -continua- tiene 17 minas de minerales metálicos, algunos de ellos fundamentales como wolframio, estroncio, fluóspar, tántalo, niobio y cobre, y luego hay de plomo, zinc y plata. Y se están haciendo prospecciones para localizar nuevos yacimientos de litio y wolframio. A estas minas activas se suman 118 proyectos en tramitación, 28 de ellos muy avanzados. Se localizan fundamentalmente en la provincia de Huelva y en el resto de Andalucía, Extremadura, Castilla y León, Galicia y Castilla la Mancha. La importancia de la minería metálica en el sector es innegable, ya que supone un volumen de negocio del 40% del total pese a suponer solo el 2% de las minas», cuenta Cerati.
Faja Pirítica
La Faja Pirítica Ibérica es un filón de minerales metálicos, donde queda mucho por explorar y explotar. Se extiende a lo largo de 250 kilómetros en el sureste peninsular y cuenta con una anchura de entre 30 y 50 kilómetros, desde Alcacer do Sal (Portugal) hasta la provincia de Sevilla. «Son muchas minas de sulfuros metálicos en una comarca minera que tiene instalaciones y su logística e infraestructura, con salida a puertos. Este es también nuestro potencial: aunque nuestras minas no tengan magnitudes mundiales sí son relevantes, porque están en comarcas con un tejido productivo e infraestructura. La minería de media escala tiene un alto valor añadido», defiende Zuazo Osinaga.
A la par de todo este contexto europeo, España cuenta desde el año pasado con una 'Hoja de ruta para la gestión sostenible de las materias primas minerales', un compendio de directrices básicas para impulsar el suministro de estos elementos autóctonos en el país de manera más sostenible y eficiente. «Es la primera planificación minera que se aprueba en España desde hace cuarenta años, durante los cuales se ha abandonado la investigación minera y hay que volver a investigar los recursos que tenemos», valora Luaces.
Nueva ley de minas
El Ministerio para la Transición Ecológica también trabaja en una nueva ley de minas. La actual acaba de cumplir 50 años. Es de 1973. Y aunque pueda parecer obsoleta, fue una norma muy avanzada para su época (como es la opinión unánime en este sector) ya que incorporaba en aquella época la obligación de realizar un estudio de impacto medioambiental para abrir una mina y un plan de restauración una vez que se agote el yacimiento. «Fue revolucionaria. Cuando nadie hablaba de medio ambiente, esta ley sentó las bases para la gestión ambiental de la minería. Está muy consolidada a través de jurisprudencia y reformas legislativas. Con esa ley se puede extraer todo», dice Luaces.
El consultor y geólogo Zuazo Osinaga se pronuncia en esa misma línea: «Es muy robusta -afirma- y tiene un sentido muy maduro de lo que es la minería. Es un cimiento sólido y equilibrado. A esa ley se han ido incorporando aportes complementarios para atender aspectos relacionados con la rehabilitación de espacios afectados por actividades mineras, el tratamiento de estériles mineros... Se ha ido ampliando con nuevas realidades».
De todas formas, el Gobierno quiere armonizar la ley del 73 a los tiempos de hoy como recoge la consulta pública que realizó a finales del pasado año para recabar las opiniones de asociaciones y afectados por una nueva ley de minas. Entre sus motivos rezaba la necesidad de crear «un marco regulatorio moderno y estable, dinámico e integrador de toda la cadena de valor de las materias primas minerales necesarias para garantizar la transición ecológica a una economía descarbonizada» y «su adaptación a las competencias de las comunidades autónomas».
Aunque en la práctica, como señala Luaces, «las competencias en minería están transferidas a las autonomías. Cada comunidad gestiona sus minas excepto cuando el yacimiento se encuentra entre varias comunidades, entonces actúa el ministerio. Cada mina está en manos de la consejería de Minas y de Medio Ambiente. Y los estudios de impacto ambiental deben tener el visto bueno de diferentes consejerías de cada comunidad porque atañe a los suelos, aguas, biodiversidad, vías pecuarias, carreteras... hasta a las confederaciones hidrográficas».
Por todos esos motivos, la tendencia mayoritaria en el sector es realizar solo ajustes en la ley de minas del 73.
Pero la minería española (con 2.612 explotaciones) tiene que salvar también otros escollos. No cuenta con buena aceptación social y tampoco tiene el beneplácito de las asociaciones ecologistas. «Una mina moderna de hoy es ejemplar a nivel de cuidado medioambiental y con medios tecnológicos de primera línea», asegura Zuazo Osinaga. «Una mina legal y con todo en regla, lo que produce es riqueza para la comarca y fija población», considera Regueiro.
El caso es que Europa y España tejen una nueva estrategia minera para ser cada vez más soberanas en el suministros de materias primas fundamentales para nuestras economías y sociedades.
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