El uso psicodélicos para tratar enfermedades
Grandes compañías y startups se lanzan a explotar el controvertido uso de estos símbolos de la contracultura en los tratamientos de salud mental
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Iniciar sesiónHay un renacimiento de los psicodélicos bajo un nuevo halo de respetabilidad. Las reglas de juego han cambiado; laboratorios, empresas y Wall Street abren sus puertas de par en par. La fascinación deja de lado los estigmas en nombre de una crisis de salud ... mental, cuyo gasto global alcanzará los 15 billones en 2030, según World Economic Forum, y por eso requiere de herramientas cada vez más eficaces. Para ello, cuenta con un arsenal terapéutico que busca dar en la diana de diversas enfermedades. En especial, contra el gran mal del siglo XXI, la depresión que se estima que afecta a más de 300 millones de personas en el planeta, según la OMS.
Esta revolución psicodélica parece, inicialmente, un camino poco convencional y contracultural, que tiene como banda sonora de fondo 'Lucy in the Sky with Diamonds' (LSD), pero lo cierto es que nombres prestigiosos de la medicina e instituciones centenarias avalan el intento, y elevan las inversiones a cifras estratosféricas en un tiempo récord. La Universidad Johns Hopkins y el Imperial College de Londres, entre otros, tienen nuevos institutos en la investigación de psicotrópicos.
Mientras, las compañías y startups, llevadas por la adrenalina, esperan la aprobación de tratamientos psicodélicos y las patentes que conseguirían con ello. En suma, y tal como afirman los organizadores de la próxima conferencia psicodélica en noviembre en Fuerteventura, «la sociedad se está psiquedelizando», y esa tendencia irá en aumento.
Eduard Vieta, director científico del Cibersam y jefe del servicio de psiquiatría y psicología del Hospital Clínic, explica que «hay un redescubrimiento de ciertas sustancias que tienen un efecto sobre el cerebro capaz de alterar estados de conciencia, pero en dosis concretas pueden mejorar algunos cuadros psiquiátricos. Antes solo se veía el potencial adictivo o sus riesgos, cosa que puede darse si no se usan de forma controlada, pero ya se han hecho estudios científicos rigurosos que demuestran su potencialidad».
Factor Covid
Y en esta carrera ha servido de catalizador el Covid-19 que ha puesto en evidencia lo que ya anunciaba en Forbes Jason Camm, uno de los hombres más poderosos de Silicon Valley: «La salud mental está a punto de convertirse en la principal carga de salud del mundo». Un desafío que asumen sustancias como la ketamina, la psilobacina (la molécula de los hongos mágicos), el MDMA (éxtasis), el DMT (el principal componente de la ayahuasca) o el LSD al ser puestas a prueba en diversos estudios y ensayos clínicos. Se baraja que, además de contra la depresión resistente, podrían ser útiles frente a la anorexia nerviosa, la drogodependencia, el estrés postraumático, el autismo…
Un espectro amplio y prometedor para las startups del campo psicodélico, que consiguieron en EE.UU. «236 millones de dólares entre julio 2021 y julio 2022» en distintas rondas de inversión, según la plataforma Crunchbase, como detalla Andrés López, director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) UBA-Conicet. José Carlos Bouso, doctor y director científico de la Fundación ICEERS, una entidad sin ánimo de lucro que trata de generar conocimiento para que cambie la relación de la sociedad con las plantas psicoactivas, dice que «se está invirtiendo en el desarrollo de estos medicamentos con la esperanza de que sean la nueva generación de fármacos, frente al fracaso de los psicofármacos clásicos».
Los proyectos que tienen las diversas empresas abordan desde el desarrollo de análogos de la psilocibina, pero sin efectos alucinógenos, hasta el uso del metaverso por la startup Ei.Ventures, para que los médicos puedan organizar sesiones de terapia psicodélica en el mundo virtual.
Los causantes de esta renovada atención sobre el ecosistema psicodélico, más allá del ámbito médico, se pueden encontrar en los jóvenes de Silicon Valley que vienen hablando desde hace unos años del uso de microdosis de psicodélicos de LSD o de psilocibina como potenciadores de la creatividad, pese a que no hay evidencias científicas de ello. Y otro foco de atracción ha sido Peter Thiel, creador de PayPal, que ha invertido cifras millonarias en la empresa británica Compass, que fue la primera que recibió en 2018 la declaración de «avance innovador» por parte de la agencia reguladora estadounidense FDA sobre sus estudios con psilocibina para la depresión mayor. Y los puntos neurálgicos de este renacer han sido Estados Unidos y Canadá.
Línea destacada
Bouso establece que lo más interesante que se está haciendo viene de la Asociación Multidisciplinaria de Estudios Psicodélicos (MAPS), una organización sin fines de lucro y también un imperio multimillonario con más de cien expertos que tienen un ensayo clínico con MDMA para el estrés postraumático. La idea detrás de las compañías interesadas en este campo médico es que conseguir un psicodélico patentado daría a la empresa una exclusividad de al menos seis años sobre el fármaco desarrollado, y en el caso de MAPS, le reportaría 750 millones de dólares.
Otro estudio destacable para Bouso es con la psilocibina para las personas con depresión que están en fases terminales en EE.UU., «por la hipótesis de que los efectos alterados de conciencia que genera, produce una disolución del sentimiento de identidad, y la persona se enfrenta a los últimos momentos de forma menos angustia». Además señala que ICEERS estudia la ibogaína y sus propiedades antiadictivas como una línea prometedora para tratar la adicción.
Esta industria de primer nivel que se está generando no toca de lejos a España. No en vano, y como Bouso recuerda «nuestro país encabeza el consumo mundial de ansiolíticos y antidepresivos». En el hospital Clínic, en Barcelona, Vieta indica que «han evaluado muchos de los fármacos que hoy en día están en uso. Y ahora la principal fuente de ensayos es en torno a estas sustancias psicodélicas, porque cuando se ha descubierto que tienen una acción ultrarrápida en la depresión se ha generado un interés muy grande. Ya que los antidepresivos tardan mucho en hacer efecto, mientras que estas sustancias permiten una mejora en 24 horas, y esto es un gran cambio».
Vieta menciona que la única sustancia que está aprobada en Europa, por ahora, es la esketamina para la depresión resistente que se comercializa en Alemania, Italia y Reino Unido. En España está pendiente, y esto está provocando que la gente se esté yendo a Andorra a clínicas privadas, señala. Y pese a la demonización que ha habido sobre los psicodélicos, Vieta considera que «su doble cara es como la del alcohol, es un desinfectante, pero también es una sustancia de consumo». El director científico del Cibersam además matiza que pese al temor inicial por estas sustancias «los tan temidos riesgos cuando estás bajo control médico no son muy grandes a menos que haya un consumo indiscriminado.
Sin embargo, Rafael Maldonado, catedrático de Farmacología de la Universitat Pompeu Fabra y experto en el estudio de adicciones, es escéptico sobre estas sustancias y destaca el riesgo: «Puede darse lo que conocemos como una crisis psicótica, es decir el sujeto independientemente de cuándo ha tomado la sustancia pueda volver a presentar cuadros de alejamiento de realidad, de psicosis. Eso no quiere decir que el que vaya a tomarla vaya a tener un efecto psicótico, pero no es un escenario descartable». No obstante, destaca como positivo que esketamina haya sido aprobada su uso para un tipo de depresión que tiene una tasa de suicidio elevada, en ese caso el beneficio supera al riesgo.
Alto coste
Un obstáculo en esta carrera que destaca Bouso es por ejemplo «que se ha aprobado la esketamina por spray nasal de Johnson & Johnson, pero con unas dosis que puede costar unos 500 euros». Esto plantea la pregunta de quienes pueden permitirse acceder a estos tratamientos. Y en esta línea, los psicodélicos se están incorporando a una industria del bienestar, que alcanzará 1,2 billones de dólares en 2027, según Global Industry Analysts. El ejemplo más claro es Field Trip Health, una firma que ha llegado a recaudar 150 millones destinados a financiar clínicas de lujo de ketamina y una plataforma de terapias psicodélicas online. Compass también tiene una línea de suites para la moda turística de los retiros psicodélicos.
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Pese a todo, y si bien analistas de H.C. Wainwright establecen que las ventas de las nueve principales empresas de fármacos psicodélicos pueden alcanzar los 35.000 millones de dólares, también es necesario tener en cuenta, como incide el economista López, «que es un ecosistema incipiente. Las fuentes estiman que en 2026 el mercado llegaría a los 2.400 millones, pero sujeto a que algunos medicamentos que hoy están en fase de prueba obtengan la aprobación de la FDA». El viaje empresarial coge ritmo, pero más allá del debate sobre estos tratamientos, Bouso apunta que «el problema principal no son las sustancias, sino la concepción que se tiene sobre la salud mental».
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