Theranos: auge y caída de la estafa más sonada de Silicon Valley
Elizabeth Holmes, fundadora de la compañía que prometía hacer análisis de sangre con solo una gota, ha sido declarada culpable de fraude
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Iniciar sesiónCulpable. La sentencia emitida esta semana por un jurado del Tribunal de San Jose, en California contra la carismática Elizabeth Holmes (Washington, 1984), fundadora de Theranos, ha puesto punto y final a una de las historias de auge y caída más sonadas del ecosistema emprendedor ... de Silicon Valley . Y cuestionado, al tiempo, muchas de sus prácticas. Holmes, declarada culpable de tres cargos de fraude electrónico presentados contra ella, así como de uno de los dos cargos de conspiración para cometer fraude, se enfrenta ahora a penas de hasta 20 años de prisión por cada uno de los cargos de los que fue hallada culpable, recoge Ep. Con menos de treinta años, la joven emprendedora era considerada por el mundillo financiero como la «Steve Jobs de la biotecnología» . Poco después, cayó inevitablemente en desgracia.
El éxito de su firma, Theranos, había llegado tras prometer revolucionar los análisis de sangre al hacerlos posibles con una sola gota, un discurso que logró encandilar a inversores de todo el mundo. El declive comenzaría en 2016, cuando varias informaciones publicadas por The Wall Street Journal pusieron en tela de juicio la validez de su sistema. Las investigaciones abiertas por distintas autoridades estadounidenses dejarían poco después al «unicornio» de Sillicon Valley al borde del desastre.
Toda la historia comienza con el miedo a las agujas de su fundadora, una fobia que había llevado a decantarse por la carrera de ciencias químicas frente a la de medicina, su opción inicial, aunque su afán emprendedor le conduciría pronto lejos de las aulas. Con tan solo 19 años dejó sus estudios en la universidad de Stanford y utilizó el dinero de la matrícula para fundar Theranos (nombre que aglutina las palabras «therapy» , terapia, y «diagnosis» , diagnóstico).
A esa edad ya hablaba mandarín, pues por el trabajo de su padre vivió en China durante la adolescencia, lo que le permitió obtener una plaza de prácticas en el Instituto del Genoma de Singapur. En aquel momento, el instituto estaba desarrollando nuevos métodos para detectar algunos virus en sangre. Fue cuando Holmes se dio cuenta de que los métodos de trabajo en este campo apenas habían avanzado en cincuenta años y que podían vivir un auténtica revolución si se aplicaba la nueva tecnología.
Así, en el otoño de 2003, Holmes fundó la compañía arropada por su profesor de ingeniería química Channing Robertson. Durante los siguientes diez años, la joven emprendedora trabajó en desarrollar una tecnología que prometía acabar con las agujas en los análisis de sangre y reducía este proceso a una prueba similar a la del control de la glucosa para un diabético.
No sólo se terminaba con los pinchazos en vena, sino que todo el proceso de análisis se agilizaba radicalmente. Holmes diseñó un pequeño dispositivo manual, que pinchaba la yema del dedo para extraer unas cuantas gotas, y que iba equipado con una suerte de laboratorio portátil que analizaba la muestra. En función de los marcadores que se quisieran detectar se cambiaba el depósito del mini-laboratorio. A las menores molestias para los pacientes y la rapidez, se unía el ingente ahorro en costes que suponía este sistema para la industria médica.
Los inversores no tardaron en llegar. Las prometedoras expectativas que acompañaban a la tecnología de Theranos se apoyaban además en la experiencia y solidez que aportaba Robertson en los círculos científicos. Además, el perfil de Holmes encandiló a la prensa. La valoración de la empresa subió como la espuma: aunque las acciones de Theranos no cotizan en ningún mercado bursátil, la última entrada de inversores privados en la empresa, en el año 2014, la valoró la compañía en 9.000 millones de dólares . Por su parte, Holmes, propietaria del 50% del capital de Theranos, ocupó en 2015 la primera posición de la lista Forbes de millonarias hechas a sí mismas.
Pero tanto la valoración mulmillonaria de la empresa como la fortuna de su fundadora tardaron poco más de un año en desvanecerse por completo. El halo de secretismo que siempre acompañó a Teranos se volvió en su contra tras la publicación de varios artículos que apuntaban a la invalidez de su tecnología y la apertura de investigaciones por parte de diferentes autoridades estadounidenses que terminaron finalmente en acusaciones de fraude.
La policía de los mercados estadounidenses, la SEC, se metió a fondo en el caso y acabó presentando cargos contra la compañía y su fundadora. «Los emprendedores que busquen revolucionar e interrumpir una industria deben decirle a los inversores la verdad sobre lo que su tecnología puede hacer hoy, no lo que esperan que pueda hacer algún día », dijo entonces la directora de la oficina regional de la SEC en San Francisco, Jina Choi. «Los inversores tienen derecho a nada menos que la verdad y la franqueza de las empresas y sus directivos», indicó el codirector de la división de aplicación de la ley de la SEC, Steven Peikin. Incluso si las promesas vienen de quien es considerada la «Steve Jobs de la biotecnología».
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