Cucurella pincha la burbuja de Solari

Como si todo esto no lo supiera, Solari olvidó su función y volvió al poco ilusionante 4-3-3 con la novedad de Ceballos donde Casemiro. No parecía el campo para su birlibirloque. De hecho, el Madrid consistió casi fundamentalmente en balonazos de Courtois que, como era esperable, acababan en el Eibar o en el puro caos. Solari disfrutó, eso sí, de su quinto palo en un chut de Kike Gª. La flor sí estuvo.

El breve éxito de Solari había consistido en tomar medidas . Lo de Eibar fue una vuelta al manual burocrático. Algo parecido le ocurrió a Zidane. Después de un buen comienzo tuvo que perder en casa contra el Atleti para decidirse a cambiar. En términos del histórico Pedro Pablo Parrado, el Madrid necesita «machete cubano» . Tris, tras.

En el primer cuarto de hora se enfrentaron las dos presiones. El Madrid quería salir al ataque con toques rápidos y el Eibar lograba saques de esquina. Sin un dominio claro, el partido cambió en el 16. Cucurella hizo un contraataque de área a área sin que nadie le interrumpiese o tan siquiera le saliese al paso. ¿Cómo puede un futbolista cruzar todo el campo sin tropezarse con un rival? Su pase lo aprovechó Escalante. Con intriga de VAR el gol fue validado. Solari ya empequeñecía los ojos como Lopetegui.

Mendilíbar empieza a ser tan legendario que suena a nombre de estadio («El Madrid perdió en Mendilibar »).

El gol potenció al Eibar, que tuvo unos buenos minutos por esa banda izquierda. Odriozola no podía contra dos y hasta tres rivales. Tampoco es que Bale se escaqueara especialmente , era difícil que acudiese a los intentos de remate y a la vez auxiliara a su lateral. ¿Es razonable pedirle un trabajo de área a área? Esto ya pasó en el Camp Nou.

Solari estaba provocándonos el primer «déjà vu» de su etapa como entrenador. Todo se había visto ya: la insistencia con Bale en la banda, la alineación de los «perpetuos» , o el soporífero 4-3-3 eran cosas que parecían superadas y a las que volvió Solari como dominado por una inercia invencible. Lo de Toshack: «Al final, los mismos 11 ‘galones’ de siempre». El Madrid regresó a su realidad, solo que su realidad está un poco más abajo de donde la dejó Lopetegui en Barcelona. El Madrid no mandó nunca, ni pudo mantener la pelota.

El sol salía y se escondía con la misma intermitencia con la que el Madrid tenía y perdía el control del juego. El 4-3-3 de los de siempre era un tedio insoportable y los balones largos de Courtois hacían pensar en la definición de la locura : hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes.

Nada cambió Solari en el descanso, en inacción suicida, así que Cucurella siguió de protagonista. Le dio un pase de gol a Enrich y luego una asistencia en el 2-0 tras quitársela a un pasmado Odriozola, que además salió de la jugada lesionado.

Ante la nula reacción del Madrid –un equipo falsamente vivo, un equipo disecado – el Eibar marcó el tercero: otra vez Cucurella para Kike García. Varane y Ramos estuvieron bastante «porosos». Courtois evitó después el cuarto y el quinto . Salir goleado de Ipurua era tan justo como extraordinario.

El Madrid es un equipo de deprimidos o de exprimidos y el Eibar mandaba y corría como el Milan de Sacchi. Solari se había dormido y con 3-0 sus cambios ya eran inútiles. A destiempo sacó a Vinicius. Lo peor que puede hacer es quemar al jugador con minutos basura. Ha de aislarle de la atmósfera de fin de época para evitar que se contagie y le salga culo de panadero. La ilusión que provoca es lo que único que tiene o tenía el aficionado. Sin ella, ya solo le queda esperar un Conte .