Pedro Piqueras: «El Madrid no sabe vivir las derrotas»

-Hago deporte. Natación y camino por Madrid. No voy a competir a estas alturas, pero sí quiero moverme más.

-Su padre era muy del Madrid. Usted, del Atleti. Típico en según qué hijos.

-Y mis tíos. No, no es una rebelión contra mi padre, en absoluto. Tenía todo el derecho a ser del Real Madrid. Santiago Bernabéu era de Montealegre del Castillo, de nuestra zona, cerca de Almansa y, en Albacete, todo el mundo era del Real Madrid.

-¿Y pues?

-Fui un día con mi padre a ver un partido de noche, en el Bernabéu. Yo sólo había visto a los equipos en la tele, en blanco y negro. Al verlo con tanta luz, el Atleti me pareció más simpático. Y siempre ha sido así.

-¿Será por algo más que por los colores?

-Por su forma de afrontar la derrota. Tiene un sentido de advertir la derrota algo trágico, pero también cómico. El Real Madrid no sabe vivir las derrotas. La vida es un conjunto de éxitos y fracasos. Pero de lo que realmente aprendes es del fracaso. Y el que un equipo se sobreponga a la dificultad, me gusta.

-Pero no tanto como el Albacete. ¿Qué hacía usted viajando con Constantino Romero allá donde iba el equipo?

-Era un pretexto para juntarnos. Si el equipo jugaba en Zaragoza, como él vivía en Barcelona y yo en Madrid, nos juntábamos allí, viendo al equipo de corazón. He visto al Albacete en Segunda y Tercera división. Lo pasábamos bien.

-Debieron disfrutar como pocos del 'Queso Mecánico' de Benito Floro...

-Con Benito tuve una cierta relación. Me parecía un tipo muy inteligente y que todo lo que hizo fue muy bueno para el fútbol. Luego se estrelló en el Madrid. No sé por qué aunque lo intuyo. En Albacete, hizo un gran equipo con gente de categorías inferiores, con un portero, Gabelo Conejo, que venía de Costa Rica, con gente variopinta y poco conocida. Fue un trabajo extraordinario y confiaba en la predisposición psicológica para ganar. Y yo, en eso, creo mucho. Una buena actitud hace mucho para salir adelante.

-Fue el primero en incorporar la figura del psicólogo al staff técnico.

-Les hacía vivir el éxito, cuando les concentraba. Les hacía hasta saltar, gritando «gol», para que vivieran la victoria. Les hacía creer que era posible. Y, sobre todo, les inculcó una forma de jugar que resultaba muy bonita para el espectador, con permutas y transiciones.

-No siempre evolucionar enriquece. ¿Lo ha hecho peor el fútbol o el periodismo?

-El fútbol está demasiado profesionalizado. Ha dejado de ser un juego para ser una estrategia siempre. Manda demasiado el dinero. Por eso, a mí me interesa más el fútbol femenino.

-¡No me diga!

-Empecé en la tele dando fútbol femenino, con la selección americana, porque jugaban muy bien. Cuando llegó a España, empecé a seguirlo. Conozco a Alba Redondo, que es albaceteña e internacional por España y su padre es amigo mío. Y las mujeres del Barcelona, que me parece que juegan de maravilla.

-¿Como cuánto le gusta?

-Fui a Budapest a ver la final de la Champions femenina de 2018-19. Jamás he ido a una final de Champions de hombres. Pero, en esa ocasión, me parecía que jugaban tan bien que merecía la pena. Fue contra el Olympique de Lyon y perdieron, pero me pareció que fueron ejemplares, de verdad.

-¿Qué es lo que le fascina del fútbol femenino?

-Me parece más puro. No andan con tanta ficción. Cuando se caen se levantan antes. Hacen menos teatro.

-Son muy buenas. Compiten y ganan como ellos. Pero sigue la desigualdad.

-Todavía no pueden pretender ganar lo que ganan los hombres porque alrededor de ellos se ha montado un gran negocio. Alrededor de ellas, todavía no. Está muy bien que exijan sus derechos.

-¿Qué personaje del deporte le despierta admiración?

-Nadal. Creo que es el gran deportista español de todos los tiempos.

-¿Le gustó la despedida?

-Yo me hubiera ido antes. Para no hacerlo con esa derrota. Es un hombre para hacerle un homenaje de todo un país.

-Más nombres...

-Iniesta. Le he entrevistado alguna vez. Me cae muy bien. Se acaba de retirar con una dignidad tremenda. Creo que es una buena persona, sobre todas las cosas. Muy serio. Me gusta saber que lo pasó mal y que fue capaz de superarlo. Y que siempre ha sido un ejemplo de deportividad. Hacen falta más Iniestas en España.

-En el fútbol y en la política, demasiada crispación...

-La hay porque a algunos les interesa que la haya. Hay gente apuntándose a eso. Lo malo es que nos lleven a los ciudadanos a ello. El fútbol tiene elementos de la política y viceversa. Desgraciadamente, la polarización hace que los españoles nos comportemos como hooligans. Ha llegado a un punto en que los aficionados disculpan los penaltis propios y apuntan las faltitas de los otros como si fueran penaltis. Lo mismo que en la política. Hay que adecentar el fútbol. Y la política.

-Mal ejemplo el no asistir a la entrega de un Balón de Oro porque no lo recibes tú.

-No me ha parecido nada bien. Es el hooliganismo llevado a las tribunas y a los palcos. Y la pena es que se contagia. Algunos aficionados del Madrid están de acuerdo con no haber ido. Otros piensan que, en efecto, es una barbaridad y que el Real Madrid no debería dejarse llevar tanto por las entrañas y sí más por la cabeza. Siempre dio muestras de un cierto señorío.

-Usted me evoca a Simeone: ideario propio, impermeable a la crítica y en su trabajo hasta que usted, y nadie más, decide que hasta ahí.

-Simeone me encanta. Es una maravilla para el club. Ha sido su salvador, en un momento determinado. Jamás se desmoraliza. Es alguien muy a tener en cuenta. Un tipo que es capaz de trasladar esa moral de conquista a los jugadores es muy importante. Y creo que, además, es un caballero.

-Que no le hayan invitado, aún, al Metropolitano es casi delictivo.

-Es que, con mis horarios no podía. Y plantearme dejar a la familia o los amigos para ir al fútbol, me parecía egoísta. Pero alguna vez voy. No he podido ir a un partido de Champions porque me coincidía con el informativo. Sólo fui a un Real Madrid-City, pero en el Santiago Bernabéu.