motociclismo
Cervera, la paz de Marc Márquez
La localidad ilerdense es el ancla en el mundo real del piloto
laura marta
Horizontes de marrón cereal salpicados de verdes almendro y olivo dan la bienvenida a Cervera. Una ciudad que conserva las costumbres de saludar a los extraños y auxiliar a los perdidos, y que mezcla con orgullo la arquitectura del XVIII con los secretos de las ... brujas del medievo. Hoy es también una localidad que desprende orgullo en cada paso porque uno de sus vecinos ha puesto el nombre de Cervera en el mapa. Un muchacho de veinte años que es campeón del mundo de 125 y de Moto2, y que puede serlo de MotoGP en su primer curso en la categoría. Un muchacho que hace vibrar cada semana a una ciudad que vivía ajena al ruido de los motores antes de su aparición. « Es que Marc, es Marc », confirma con una enorme sonrisa Roser Atienza , quien fuera su tutora en el colegio Jaume Balmes cuando el piloto contaba 10 y 11 años. «Nada, no sabía nada de motos, nunca había visto una carrera hasta que salió Marc y poco después me encargaron organizar una exposición sobre sus triunfos y su trayectoria», reconoce Carme Bergés , directora del Museo Comarcal , que indica que más de cinco mil personas lo han visitado en poco más de un año. «Y vienen de Japón, de Canadá, de donde te imagines. Una familia australiana organizó las vacaciones en función de venir a ver el museo. Mueve todo un mundo».
Una chica habla por el móvil con una pegatina del 93 , un motorista lleva en su casco el mismo número, se escapan de las fachadas y los establecimientos pequeños detalles de su vecino más famoso. Cervera respira Marc Márquez. «Todavía no hemos decorado los balcones porque queremos asegurarnos de que gana. Quedan tres grandes premios y pueden pasar muchas cosas. Aprendimos en su primer año en Moto2 cuando perdió en el último momento», advierte David Ceresuela , propietario de la Bonateca, sede del Club de fans .
Es «el Marc», el hijo de Roser y Juliá, el que recibió su primera moto, con ruedines porque no mantenía el equilibrio, de manos de los Reyes Magos cuando tenía tres años. «Estaba todo el día con ella. Yo creo que esos muchachos no han jugado a otra cosa. Enfrente de su casa había un solar, y se pasaban el día dando vueltas en un circuito que había preparado su padre . Ya podía llover, hacer un calor horrible o nevar. Y eran los niños los que decían “un poco más, un poco más”», recuerda Francisco Hidalgo, vecino de toda la vida. «Se lo han ganado. Se iban con la caravana todos los fines de semana para que Marc compitiera. Ahora le regalan los coches, pero al principio sacrificaron todo para que llegara donde está », completa.
Sin embargo, nadie teme que las alturas le hagan perder la cabeza. Cervera le ancla a la tierra . Todos sus habitantes repiten como un mantra que Márquez es todavía mejor persona que piloto. «Siempre que habla se acuerda de quienes le han ayudado. Se siente del pueblo . Su familia ha sido fundamental para aportarle la educación y los valores necesarios para triunfar sabiendo de dónde viene. Es así, tal y como se ve en la televisión. Esa sonrisa tan amplia no se finge , y la calidad humana, tampoco», dice Ramón Royes, orgulloso alcalde de una ciudad que se ha hecho más grande gracias a su vecino predilecto. «Mientras montábamos la exposición, su padre me explicó que como no tenían dinero para comprarle un mono cada vez que crecía le iban añadiendo pedazos», confiesa Carme. Los pies en la tierra, y la cabeza, en ganar : «Era muy competitivo en todo. No se conformaba con el 9 en los exámenes, y daba igual la materia, siempre iba a por el 10. Los viernes no venía a clase porque se iba a las competiciones, pero el jueves pedía los deberes», añade Roser. « Siguen en la misma casa de cuando sus padres se casaron . Ahora han hecho alguna reforma, pero no habían tocado nada desde que llegaron, hace más de veinte años. Eso es humildad», confiesa Francisco.
Uno más
Otro vecino de los Márquez confirma la teoría de la humildad: «Fue con sus amigos al campo de golf de Guissona. Los encargados no lo conocían y no los dejaron pasar. Se volvieron al pueblo». «Sigue siendo un chico de macarrones y filete empanado . Cualquier martes o miércoles lo ves comer aquí. A todos saluda, pero nadie lo molesta. Es Marc, para nosotros es uno más», informa Josep Lluis Sánchez , propietario de Cal Lluis, socio del club de Márquez desde el primer día y abonado al número 00093 de la Lotería Nacional . «Cuando termina la temporada hacemos una cena con los socios. Después de cenar, se va a una mesa y firma y habla con todos uno a uno. El año pasado estuvo tres horas», añade David, que suele acompañar a los Márquez en sus entrenamientos. «Bueno, tú sales con ellos. Luego haces lo que puedes, es imposible seguir su ritmo», sonríe.
En la Bonateca se pueden reunir entre doscientas y trescientas personas cada domingo. Pantalla gigante y altavoces enormes para vivir la competición como si fuera el circuito. Cuando el títulose aprieta la emoción se traslada al polideportivo. Allí se congregaron más de 4.000 personas para celebrar que Márquez era campeón de Moto2 . Se espera lo mismo para cuando gane el título de MotoGP. Puede ser este domingo. O al siguiente. Cervera aguantará la respiración en cada curva. Cervera será Marc Márquez.
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